El hijo de la viuda resucitado

Lucas 7:11-16

La seguridad de que el Espíritu Santo, ese “otro Consolador”, que es el don del Salvador resucitado, posee el poder de resurrección de Jesucristo, es un pensamiento que acelera la esperanza. Es el Espíritu que vivifica. El levantamiento de un cuerpo muerto demuestra su poder para levantar un alma muerta en el pecado a una nueva vida. ¿Quién no ha visto un funeral? ¿Quién no ha enterrado a un amigo? Fácilmente podemos quitar el sombrero de nuestra cabeza mientras pasa el cortejo de duelo; pero solamente Jesucristo puede alzar la carga de la pena del corazón adolorido de los afligidos. Como solía decir DL Moody, “Jesús echó a perder todos los funerales a los que asistió”. Él puede convertir a la noche más triste y oscura en el brillo del mediodía. Tenemos aquí:

I. Una mujer afligida

Sus circunstancias revelan un…

1. Pasado angustioso. “La cual era viuda” (v. 12). Puedes imaginar la escena de la muerte de su marido, el lecho de muerte, la despedida conmovedora, el luto funeral y la terrible soledad que siguió; Estas eran tristezas pasadas, pero tal vez solo aliviado por la misericordia del tiempo que había transcurrido. Puede ser que hayamos tenido convicciones profundas de pecado en el pasado cuando los placeres del mundo en parte perdieron su sabor, y se curaron esas heridas espirituales.
2. Presente amargo. Ahora su hijo muerto está siendo llevado a la tumba. Otra temporada de juicio ha llegado; de nuevo, el grueso y oscuro manto de tristeza se ha extendido sobre su cielo. Una vez más ella está cara a cara con la muerte. Aprende que si el Espíritu despierta por segunda vez el pasado, agravará grandemente la miseria del presente.
3. Futuro sin esperanza. Este fue el funeral del “hijo único de su madre” (v. 12). La única fuente de consolación y sostén ha sido cortada. Ella está ahora sin esperanza, sin promesa, completamente abatida, pero a tales personas Jesús se acerca. Es solo cuando nosotros “aún éramos débiles” (Rom. 5:6) que el poder de Dios se manifiesta de parte nuestra. “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mat. 9:12). Todas sus perspectivas futuras, como la del siervo del centurión, estaban listas para morir. Pero la Resurrección y la Vida están a la mano.

II. Un amigo todopoderoso

Cuanto más cerca se acerca a la tumba cuanto más cerca está ella del Salvador que da la vida. La hora más oscura es la hora antes del amanecer. “Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría” (Sal. 30:5) cuando Jesús venga. Jesús se encuentra con el funeral, la vida y la muerte entran en contacto, la debilidad terrenal, el dolor y la decepción en esta mujer se encuentran con la fuerza, consuelo y esperanza celestial en Jesucristo. La ruina del pecado y el remedio de Dios se han unido. ¿Cuáles son los resultados?

1. Una expresión de simpatía. “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella” (v. 13). Tan pronto como el Señor la vio, el amor de su corazón fluyó hacia ella. Aunque hasta ahora ella es una extraña para su simpatía, él no es ajeno a su dolor. Seguramente el aguijón del sufrimiento humano es la inconsciencia de la compasión divina.
2. Una palabra insólita de consuelo. Él le dijo: “No llores” (v. 13). ¿No llorar? ¿Piensa ella que estas palabras fueron habladas en burla? ¿No sabe que esta es “hijo único de su madre” (v. 12). No obstante, “él sabía lo que había de hacer” (Jn. 6:6). Podemos secar nuestras lágrimas a sus órdenes, por muy amargas que puedan ser. Pero quizás no sean tanto tus lágrimas como tus afanes que le preocupa, que nos ruega diciendo: “No os afanéis por vuestra vida”, etc. (Mat. 6:25), como él mismo sabe lo que habrá de hacer.
3. Un toque oportuno. “Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron” (v. 14). Este fue el toque llamativo de la misericordia que salva. Un poco más de tiempo y hubiera sido enterrado fuera de la vista. ¿Quién tocará esa alma el cual el tiempo, como una carroza fúnebre, está llevándose a la tumba de la muerte eterna si Jesucristo no se encuentra en el camino?
4. Un mandato extraño. “Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate” (v. 14). ¿Quién es este que ordena a los muertos a levantarse? Este es el que habla como quien tiene autoridad (Mat. 7:29). Como la venida de la luz manda que la oscuridad desaparezca, así que la llegada de su Palabra implica el poder para vencer. La ignorancia puede cavilar donde la fe es bendecida. Él es el “grande para salvar” (Isa. 63:1), el que habla y se hace.
5. Un cambio maravilloso. “Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar” (v. 15). Un ejemplo de uno engendrado de nuevo por la Palabra de Dios. ¡Qué cambio produce su Palabra vivificante! <span class=»pullquote»>El que hace un minuto estaba frío, indefenso, silencioso y corrompido ahora está radiante con el calor de una nueva vida, y capaz de testificar por medio de su boca del poder de su resurrección.</span> Él es ahora una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas (2 Cor. 5:17).
6. Un reencuentro feliz. “Y lo dio a su madre” (v. 15). Él no solo salvó al hijo de la muerte, ¡sino que lo entregó (le devolvió como el suyo propio) para consolar a la viuda de corazón quebrantado! Ella por cierto podría decir, “porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado» (Lucas 15:24). Un anticipo de la alegría y la comunión reunida del cielo era de ella. La muerte ha sido conquistada, y los seres queridos se encuentran nuevamente en la presencia del Hijo viviente de Dios.
7. Un resultado que honró a Dios. “Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios” (v. 16). Los que siguen a Jesús (v. 11) siempre tendrán una buena causa para glorificar a Dios, porque verán cosas grandes y poderosas hechas por él. Sí, Jesús será glorificado en cada palabra que él habla. Todas sus palabras y obras lo alabarán. Será para siempre en la alabanza de su gracia que “a otros salvó”, pero debido a la fuerza de su amor por nosotros “a sí mismo no se puede salvar” (Mateo 27:42).

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