El huerto de Edén y su tipología

Génesis 2:8-19

El jardín en el Edén habla de gracia sobre gracia. El hombre que Dios hizo fue invitado a entrar y disfrutar de toda la plenitud de Dios. El huerto puede ser considerado como un tipo de provisión que Dios ha hecho para el hombre en Cristo Jesús.

I. La provisión de la gracia de Dios.

Hay algo en el hecho de que:

1. Era un huerto. Esto sugiere un lugar especial, un espacio preparado para el hombre preparado.
Se nos recuerda el pacto hecho con Cristo antes de que el mundo fuera. Él fue el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apoc. 13:8).
2. Fue plantado por el Señor. El hombre no tuvo participación en la realización de esta herencia. Esta, al igual que el plan de salvación, fue la obra de Dios: “La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). Tanto la planta como la siembra fueron suyas.
3. Fue plantado para el hombre. Dios tenía el bien del hombre ante él en la plantación de cada árbol. Consideró todas las necesidades del hombre, e hizo amplia provisión para su completa satisfacción. Toda la eterna previsión de Dios a nuestro favor se ve en la plenitud que habita en Cristo. La provisión de Dios para el hombre necesitado se halla en Cristo. Mira algunos de estas bendiciones:

(1) “El árbol de vida” (Gen. 2:9). Esto estaba parado en medio del huerto (Gen. 2:9). La vida es la primera necesidad del hombre. “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Este fue el árbol de la vida eterna para Adán. La Cruz de Cristo en medio es el árbol de la vida para el hombre caído. Antes de Adán pudo morir tuvo que ser expulsado del árbol de la vida. Estar sin Cristo es estar sin esperanza.
(2) “Todo árbol delicioso a la vista” (Gen. 2:9). Aquí también Adán encontró su placer. En la provisión de Dios para nosotros en Cristo hay vida y todo lo agradable, todo placer que vale la pena tener.
(3) “Todo árbol … bueno para comer” (Gen. 2:9). Hay muchos placeres que no satisfacen; estos son buenos para la comida. Nos nutren y nos fortalecen. Toda promesa de Dios es como un frutal; el huerto del Señor está lleno de ellos.
(4) “El árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gen. 2:9). ¿Hubiera sido mejor sin esto? Aquí hay un pensamiento profundo. No podemos conocer el bien y el mal, en un sentido real, hasta que hemos sido plantados en Cristo (Col. 2:7). El pecado y la gracia son bien conocidos allí.
(5) “Un río para regar el huerto” (Gen. 2:10). Un río regaba el jardín. “Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo” (Sal. 46:4). Las bendiciones en Cristo se hacen fructíferas por el poder del Espíritu Santo. Seguro que en Cristo tenemos un buen patrimonio.

II. El maravilloso privilegio del hombre.

1. Fue colocado allí por Dios. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén” (Gen. 2:15). Adán no fue hecho en el huerto. Ser puesto en Cristo es un acto divino. La provisión es mucha, pero eso no es suficiente. El alma del hombre, por el Espíritu Santo, debe ponerse en contacto con esta operación divina.
2. Fue puesto allí para disfrutar la obra de Dios. ¡Que gracia! Somos bendecidos con todas las
“abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef. 2:7).
3. Fue puesto allí para labrarlo y guardarlo. “Para que lo labrara y lo guardase” (Gen. 2:15). La vida cristiana, aunque una vida de fe, no es una vida de ociosidad.
4. Fue puesto allí con divina libertad y advertencia. (Gen. 2:16-17). “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera”. (Rom. 6:1-2) El pecado no puede causar que dejemos de ser sus hijos, pero destruirá la comunión que disfrutamos.

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