La Biblia de Reina: un sueño hecho realidad

La Biblia en Español más usada por las iglesias protestantes hispanas, la Versión de Reina y Valera, debe su nombre a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, dos reformadores españoles del Siglo XVI. Fue Reina que publicó “La Biblia del Oso” en Basilea en 1569. Valera editó una versión revisada del Nuevo Testamento Reina y Cipriano de Valera en 1596, y seis años después, en Ámsterdam en 1602, publicó la Biblia completa. Sin distraer del reconocimiento que estos dos hombres merecen, este artículo señala el hecho de que la Biblia Reina-Valera es en realidad el producto colectivo de los esfuerzos de un grupo mayor de personas que estaban obsesionadas con un sueño: proveer para España las Escrituras en el idioma de la gente común.

Tanto Casiodoro de Reina como Cipriano de Valera formaron parte de un grupo de doce monjes del Monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, cerca de Sevilla, que huyeron a Ginebra en 1557, cuando la Inquisición soltó su ira en contra de los “luteranos”de Sevilla.

Otros los habían precedido. Entre ellos estaba el Dr. Juan Pérez de Pineda maestro principal del Colegio de los Niños de la Doctrina en Sevilla, quien después llegó a ser miembro de la compañía de pastores en Ginebra con Calvino. Desde 1556 hasta 1560, Juan Pérez publicó en Ginebra, con la prensa de Jean Crispin, un buen número de obras diseñadas para introducir las ideas “protestantes” a España. Entre estas fueron “El Testamento Nuevo de Nuestro Señor y Salvador Jesu Christo” (1556) y “Los Salmos de David” (1557). Estas obras fueron sus primeros pasos hacia la publicación eventual de la Biblia en Español. Pérez no vio la mayoría de sus obras personalmente, porque fue durante este período que estaba ausente de Ginebra por casi dos años, debido a los problemas que surgieron en la iglesia francesa de Frankfurt-am-Main, tocante a la manera de observar la Santa Comunión. Para Septiembre de 1556, la crisis había llegado al punto que fue necesario que Juan Calvino y un grupo de notables de la iglesia en Ginebra fueran a Frankfurt para arbitrar en el desacuerdo entre el ministro, Valerand Poullain, y el Consistorio que fue dirigido por el mercader francés, Agustín Legrand. Pérez fue miembro de la delegación, y cuando los otros regresaron a Ginebra, él permaneció en Frankfurt hasta junio de 1558. Fue durante su estancia allí que estableció un fondo que se usaría para la publicación de la proyectada Biblia en español. El dinero fue depositado con Agustín Legrand, quien sirvió de administrador y funcionario de confianza principal.

Los monjes isidorianos llegaron a Ginebra mientras Juan Pérez estaba en Frankfurt. En su ausencia, Casiodoro de Reina llegó a ser el guía espiritual de la pequeña comunidad de españoles desterrados. Su liderazgo fue tan influyente entre el grupo que llegó a ser conocido como “El Moisés de los Españoles.” Pero pronto se encontró con problemas debido a su compromiso a los principios conciliatorios irónicos, que no fueron muy apreciados en el Siglo XVI. Desde el momento de su llegada, había levantado su voz de protesta y censura en contra del juez de Ginebra por haber condenado a Servetus a ser quemado en la hoguera. En 1558, Reina declaró que Ginebra había llegado a ser “la nueva Roma”, y, seguido por varios de sus compañeros, ex-monjes de San Isidoro, salió hacia Frankfurt. Casi al mismo tiempo, Juan Calvino mandó llamar a Juan Pérez de regreso a Ginebra, probablemente para calmar a los españoles que habían sido provocados por Reina. No es muy claro si Reina y Pérez se conocieron en este tiempo en Frankfurt o en Ginebra. Es más probable, sin embargo, que dialogaran durante este período de la posibilidad de publicar la Biblia en español, porque es desde este tiempo que Reina data el comienzo de su obra en la traducción de las Escrituras, como se puede ver en el prefacio de su “Biblia del Oso”, y del dedicatorio autografiado de la copia que donó a la Universidad de Basilea.

Al ascender Elizabeth al trono de Inglaterra, Casiodoro fue a Londres, donde continuó su obra de la traducción de la Biblia. Hay clara evidencia que para este tiempo los planes para la publicación de la Biblia fueron objeto de proyecto colectivo. Por ejemplo, en la carta que el Obispo Álvaro de Quadra, el Embajador Español a Inglaterra, escribió al Rey Felipe II el 26 de junio de 1563, reporta la llegada en Londres de Don Francisco Zapata, quien estaba viviendo en la casa de Reina, y que había llegado a Inglaterra con el propósito de trabajar con Casiodoro de Reina “y otros” en la traducción de la Biblia en Español.

Un manuscrito encontrado en la Biblioteca Bodleiana ofrece más evidencia del hecho de que la Biblia en español fue un proyecto colectivo. Este manuscrito consiste de 613 folios escritos por ambos lados, dos columnas por página. La columna a la izquierda, escrita por varias manos, tiene el texto de la “Biblia Ferrara” desde Génesis 1 hasta I Reyes 15:22, donde repentinamente termina antes de la última palabra del versículo. La columna a la derecha, también producto de varias manos diferentes, que no son las mismas de la columna al lado izquierdo, es evidentemente un borrador para una nueva traducción de la Biblia. La columna a la derecha aparece solo de Génesis 1 hasta Éxodo 23, está en blanco hasta el fin de Levítico, y en ese punto, el texto reaparece desde Números 1 al 27. Este manuscrito ha sido identificado como “un borrador (anteproyecto) inicial de la Biblia que Valera publicó en 1602, y es muy diferente que el producto final”. Mientras una declaración definitiva del manuscrito tendrá que esperarse hasta que se estudie por completo, debe notarse que la Biblia de Valera fue una revisión de la de Reina, y no fue una obra original. Pero el manuscrito escrito con diferentes manos puede ser representativo del tipo de obra colectiva a que Quadra se refería en su carta.

Una tercera evidencia del tesis de que la Biblia fue un proyecto comunitario, viene de la carta que Antonio del Corro escribió a Casiodoro de Reina desde Teobón en la Nochebuena de 1563. Corro fue un monje Isidoreano que llegó a ser ministro en Francia, y que también aparece en los expedientes de la iglesia francesa bajo el nombre “Bellerive”. En esta carta, informa a Reina que ha hecho arreglos para la impresión de la Biblia con un impresor que había ofrecido imprimir 1,200 copias con las divisiones de los versículos, en tamaño “folio”, por cuatro reales y medio, si ellos mismos proveían el papel, y seis reales cada uno si el impresor proveía el papel. Asegura a Reina que no habría dificultad en conseguir el papel, porque había tres o cuatro fábricas de papel cerca de allí. En cuanto a dónde colocar la máquina de imprenta, la Reina de Navarra había ofrecido uno de sus castillos. La única dificultad sería, dice él, con el examen final y la corrección del texto, y para ese fin, sugirió que se trajera a Cipriano de Valera para ayudarle en la corrección final del texto.

Reina nunca recibió la carta. La carta llegó en Londres después que Reina había huido de Inglaterra bajo acusaciones de herejía y sodomía. Con un precio sobre su cabeza por las autoridades españoles, Casiodoro buscó refugio en Antwerp, Frankfurt, Orleans y finalmente en Bergerac, donde su amigo, Corro, era pastor.

Más tarde, cuando la Princesa Reneé de Francia llevó a Corro a su castillo en Montargis para servir como su capellán, Reina lo acompañó. Allí los dos tenían amplio tiempo para hablar de los planes para la Biblia en español con Juan Pérez, que en ese tiempo también servía como capellán para Reneé. Tal vez la Princesa expresó algo de interés en el proyecto, siendo que “La Biblia de Ferrara” fue publicada once años antes, por los “cripto-judíos, Yom Tob y Leví Atías (Jerónimo de Vargas) y Abraham Ben Salomón Usque (Duarte Pinel), y fue dedicada a su esposo, Ercole II d’Este, Duque of Ferrara. Cuando Reina publicó su propia Biblia en 1569, usó como una de sus fuentes principales esta Biblia judía que él mismo llama “la antigua traducción al español del Antiguo Testamento provisto en Ferrara.” Reina no habría llamado “antiguo” un libro impreso escasos cuatro años antes de comenzar su propia traducción a menos de que se refiera no al tiempo en que fue impreso, sino a la antigüedad de la traducción misma.

Es más, esta versión es una que por mucho tiempo se había circulado entre los judíos de España, y podemos encontrar evidencia previa del Políglota Pentateuco publicado por Eliezer B. Gerson Soncino en Constantinopla en 1547. Este Pentateuco incluye un texto en Español impreso en letras hebreas como fue la costumbre de los judíos Sefardíes. Una comparación de este texto ladino con la Biblia de Ferrara indica que los dos son representativos de la misma tradición textual.

Reina concentró su obra en la traducción del Antiguo Testamento. Tenía planes para usar el Nuevo Testamento de Pérez, que en ese tiempo se estaba imprimiendo en París. La mañana del 20 de octubre de 1566, Juan Pérez murió en los brazos de su amigo, Antonio del Corro. Corro dejó el asunto de la publicación del Nuevo Testamento en las manos de los asistentes de Pérez, Bartolomé Gómez y Diego López. Pérez murió sin dejar un testamento, pero según Corro, el lecho de su muerte, hizo conocerse sus deseos: que Reneé fuese su heredera universal. Ella debía encargarse de que el Nuevo Testamento se publicara usando los fondos derivados de la venta de sus pertenencias. Gómez y López se opusieron a tal arreglo. Querían que el dinero que Pérez había depositado con Agustín Legrand también se aplicara a su proyecto. Corro estaba opuesto a tal uso de los fondos, siendo que debían usarse para la publicación de la Biblia entera. El Consistorio de París fue convenido para intervenir en el desacuerdo algo desagradable que se provocó, y decretó que la suma de 300 coronas debía darse del fondo en Frankfurt a Gómez y López para la publicación del Nuevo Testamento, mientras el saldo de los mil “escudos” que Legrand tenía en su confianza, debían usarse para la publicación de la Biblia.

El Nuevo Testamento de París nunca se publicó. En abril 6, 1568, Felipe II escribió a su embajador en Francia, Don Francisco de Avala, mandándole confiscar el borrador original y quemar las porciones que habían sido impresos. Así, Reina tuvo que preparar su propia traducción del Nuevo Testamento. El “fondo Pérez”, sin embargo, se le dispuso para la publicación de la Biblia, y fue con ese dinero que contrajo al famoso impresor Oparino para la obra de impresión. Desafortunadamente, Oparino murió después que había cobrado el dinero, pero antes de poder cumplir el contrato. Se perdió el dinero. Pero de nuevo los amigos y los fondos de Frankfurt llegaron al rescate, y la primera edición de la Biblia en Español, la culminación de los sueños, las esperanzas y las aspiraciones de un grupo de españoles vagabundos desterrados, vio la luz en Basilea, Suiza, en 1569.

Resumen:

La Biblia de Casiodoro de Reina es en realidad el resultado del esfuerzo y trabajo conjunto de un grupo de personas, y no de Reina individualmente. El autor bosqueja parte de la odisea de Casiodoro de Reina en su proyecto de traducir la Biblia, y muestra la ayuda que obtuvo de otros. Como pruebas de que la Biblia en castellano fue un proyecto conjunto, aduce la correspondencia entre Felipe II y su embajador en Inglaterra, una carta de Antonio del Corro a Casiodoro de Reina, y un manuscrito de la Biblioteca Bodleiana en que aparecen porciones del Antiguo Testamento traducidas al castellano y escritas por diferentes personas.

 

3 comentarios sobre “La Biblia de Reina: un sueño hecho realidad”

  1. Gracias por este buen resumen del sitz in lebem de la traducción de la Biblia del Oso – intuyo basado en Gordon Kinder – quien en su obra sobre Casiodoro hace un muy pormenorizado relato de su periplo vital. Con todo me parece, cuanto menos arriesgada la apreciación de la Biblia del Oso como «obra colectiva», ya que en ninguna parte se mencionan otras personas coautoras, tan sólo meros ayudantes de corrección. Desde luego las razones aludidas, aún en discusión (sobre todo el manuscrito de la Bodleian Library), no me parecen de excesivo peso.
    Otra cosa sería decir que el proyecto que culmina Casiodoro se correspondiese con un deseo colectivo, un proyecto conjunto largamente acariciado, de ver la Biblia por fin impresa, en su totalidad, en la lengua de Cervantes.
    Por favor, no volvamos a «quemar» a nuestro Casiodoro, dudando incluso de la autoría de una obra, SU OBRA, que le costó sangre, sudor y lágrimas. Valera, en su versión de 1602, simplemente copió la traducción de Reina con unos retoques aquí y allá.
    «La ayuda de todos» de la que hablan fue más bien exigua, ya que «disfrutó» – como muy bien saben – en todo momento de un amplio elenco de linchamientos morales, cainismos y un largo etc. que hacen de su figura un gigante de las letras hispanas.

    Soy biblista católico y doctorando con una disertación sobre «La Biblia del Oso»: la primera traducción completa de la Biblia impresa en castellano por Casiodoro de Reina, Basilea 1569 .

    Un atento y muy cordial saludo

  2. Gracias por este buen resumen del sitz in lebem de la traducción de la Biblia del Oso – intuyo basado en Gordon Kinder – quien en su obra sobre Casiodoro hace un muy pormenorizado relato de su periplo vital. Con todo me parece, cuanto menos arriesgada la apreciación de la Biblia del Oso como «obra colectiva», ya que en ninguna parte se mencionan otras personas coautoras, tan sólo meros ayudantes de corrección. Desde luego las razones aludidas, aún en discusión (sobre todo el manuscrito de la Bodleian Library), no me parecen de excesivo peso.
    Otra cosa sería decir que el proyecto que culmina Casiodoro se correspondiese con un deseo colectivo, un proyecto conjunto largamente acariciado, de ver la Biblia por fin impresa, en su totalidad, en la lengua de Cervantes.
    Por favor, no volvamos a «quemar» a nuestro Casiodoro, dudando incluso de la autoría de una obra, SU OBRA, que le costó sangre, sudor y lágrimas. Valera, en su versión de 1602, simplemente copió la traducción de Reina con unos retoques aquí y allá.
    «La ayuda de todos» de la que hablan fue más bien exigua, ya que «disfrutó» – como muy bien saben – en todo momento de un amplio elenco de linchamientos morales, cainismos y un largo etc. que hacen de su figura un gigante de las letras hispanas.

    Soy biblista católico y doctorando con una disertación sobre «La Biblia del Oso»: la primera traducción completa de la Biblia impresa en castellano por Casiodoro de Reina, Basilea 1569 .

    Un atento y muy cordial saludo

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