La integridad

El gran muro de China es una de las más admirables maravillas del mundo. Esclavos chinos, la gran mayoría convictos, edificaron el muro algunos 214 años antes del nacimiento de Cristo. Fue edificado para proteger la frontera norteña de China de los saqueos sin misericordia de sus enemigos, los mongoles. Más de un millón de los esclavos murieron en la construcción del muro. El muro todavía está puesto zigzagueando por las montañas desoladas del norte de China. El muro tiene una altura parecida a un edificio de tres plantas con torres cada cuadra. Su longitud es 2560 kilómetros, la distancia desde Comodoro Rivadavia hasta la frontera con Paraguay. Cuando terminaron la obra pensaron que sería impregnable. Sin embargo, los mongoles cruzaron la frontera de todos modos, no una vez ni dos veces, sino varias veces. Aunque sacrificaron mucho tiempo y dinero en edificar esta maravilla del mundo, igual falló en cumplir su función. ¿Cómo puede ser? ¿El enemigo pasó por encima? No. ¿Lo derribaron? No. ¿Hicieron un túnel subterráneo y pasaron por abajo? No. Lograron cruzar al sobornar el portero. Fue el malvado e indisciplinado corazón humano que fracasó. El muro, con su gran altura y torres no falló. La falla se encontró en la falta de integridad del portero chino.

En la sociedad nuestra también hay una gran falta de integridad. Muy a menudo nuestra ética está torcida, ignorante o comprometida (aun entre los creyentes). En los diarios leemos de un sin fin de maneras que la gente encuentra para esquivarse de la ley. Vivimos en una sociedad que desacredita la integridad y dice que no es necesario para los líderes. Dios condena esta mentalidad en Salmo 78:70-72, y usó a David como ejemplo: “Eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; De tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad. Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos”.

Quiero llamar a su atención dos virtudes que Dios halló en la vida de David que le calificó para ser un líder. La integridad se menciona primero y después la pericia. Muchos piensan que pueden evitar la integridad porque son muy adeptos en otros asuntos.

Cuando confiamos únicamente en la pericia de nuestras manos y nada más, violamos estos dos principios bíblicos de tal forma que ponemos en peligro nuestro carácter. Tarde o temprano resultará en la sorpresa de una gran derrota. Adorando en el altar de nuestra pericia, jactándonos de nuestros talentos, gloriándonos en nuestro intelecto y educación nos lleva a la arrogancia. No estoy diciendo que no debemos desarrollar nuestros talentos y aprender otros oficios. Sí, debemos perfeccionarnos pero, teniendo talentos y adiestramiento no nos asegura que no fracasaremos en cumplir nuestro llamamiento. El Apóstol Pablo tuvo temor de fracasar como portero cuando dijo, “No sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. (I Corintios 9:27)

El Antiguo Testamento relata la vida y los tiempos de dos sacerdotes que ilustran el principio de la integridad y su capacidad de hacer o deshacer el líder o portero. Finees, el nieto de Aarón y Finees, el hijo de Elí (I Sam. 1:3, 2:12, 17, 22, 34) eran tan separados en cuanto a la integridad como en los tiempos en que vivieron; varios cientos de años. Los dos eran hijos de sacerdotes; buenos sacerdotes o buenos porteros que amaban a Dios y anhelaban que sus hijos sigan en sus pisadas. Los dos hijos tenían un futuro glorioso por adelante. Los dos vivieron y murieron como resultado de decisiones que tomaron en sus vidas. Los dos sirven como testimonios. Uno manifestó la importancia de desarrollar la integridad y llegó a ser un buen portero. Él murió con honor. El otro manifestó lo que resulta cuando uno vive sin integridad. Él fue conocido como un portero egoísta y murió en vergüenza.

Finees, el hijo de Eleazar está nombrado 18 veces en 8 libros del Antiguo Testamento, y cada vez se manifiesta como un hombre piadoso con una vida fructífera. (Números 25:7-8, Josué 22:7-8, 11, 13, 31-32, Jueces 20:28). Finees, el hijo de Elí es nombrado tan solo 6 veces en I Samuel. Cada vez se nota su vida malvada que le llevó a una muerte prematura.

Finees, el hijo de Eleazar vivía apartado del mal. Su anhelo era el de cumplir la voluntad de Dios para su vida. Finees, el hijo de Elí era egocéntrico y se preocupó por satisfacer sus pasiones carnales.

Finees, el hijo de Eleazar siguió haciendo lo recto y justo aun cuando todos los demás en su alrededor corrieron detrás de lo malo. Finees, el hijo de Elí nunca desarrolló un deseo de hacer lo justo. Él vivió para sus propias concupiscencias.

Finees, el hijo de Eleazar era un hombre con principios bíblicos y tenía convicciones y carácter que le llevó a establecer normas morales para las cuales vivía y murió sin fallar. Finees, el hijo de Elí no cumplió los mandamientos bíblicos. Nunca desarrolló carácter o convicciones. Él vivió y murió por sus propias normas.

Finees, el hijo de Eleazar fue educado y disciplinado por su papá y abuelo. Finees, el hijo de Elí no fue restringido de hacer lo malo por su papá

Finees, el hijo de Eleazar, con una lanza en la mano mató a Zimri y Cozbi para el bien de la pureza y frenó la mano del castigo de Jehová sobre el pueblo de Israel. Finees, el hijo de Elí, con un garfio de tres dientes se aprovechó del pueblo de Dios cuando vinieron para ofrecer sacrificios.

Dios está buscando creyentes que, como Finees de Eleazar, sean capaces de tomar la decisión correcta y sin vacilar, cumplir con sus mandamientos para frenar la necesidad de castigar a su pueblo. Para que esto suceda, es imprescindible que los creyentes desarrollen algunos de los siguientes principios de la integridad que observamos en la vida de Finees de Eleazar

  1. La integridad está arraigada profundamente en otros principios bíblicos. Estos principios llegan a ser convicciones que se convierten en normas santas en nuestras vidas.
  2. La integridad jamás dará una interpretación alterada de la verdad bíblica.
  3. La integridad jamás se aprovechará de la inocencia, ignorancia o generosidad de otros.
  4. La integridad está arraigada en el hecho de que la verdad bíblica es inmutable (fijo, sin cambiar) y por eso, el hacer lo malo en ninguna ocasión es excusable.
  5. La integridad nunca está intimidada por otros que tienen más educación, carisma, autoridad o dinero.
  6. La integridad está nutrida por el poder de principios bíblicos ejemplificados por un fiel portero. Quedamos con deseos de seguir su buen ejemplo.
  7. La integridad es capaz de influir indirectamente a los demás. Sin embargo, no se puede transferirla a otros ni se puede comprarla.
  8. La integridad nunca está desviada por la actitud o las prácticas de la mayoría. (“Todos lo hacen”.)
  9. La integridad nunca busca el camino de menor resistencia.
  10. La integridad nunca se compromete en nombre de la caridad, amistad o reconciliación.
  11. Muchas veces la integridad se encuentra en conflictos. Cuando la verdad está en riesgo la integridad gira sobre las bisagras de la confrontación.
  12. La integridad manifiesta la fibra de nuestro carácter.
  13. La integridad toma la iniciativa y es agresiva, no espera que otros hagan algo cuando la verdad está en riesgo.
  14. La misión de la integridad es la de escudriñar los hechos, a solas si es necesario, y buscar, sin demorar, una solución conforme con la voluntad de Dios.
  15. Cuando la integridad está empujada a los límites, ella ora con los ojos abiertos y se mueve, sin denuedo, en obediencia a la verdad bíblica y fielmente cumple con sus requisitos.
  16. La integridad se expone a los demás porque siempre es fiel a las Escrituras.

Los porteros que son fieles a la integridad bíblica serán guiados por estos principios bíblicos como Finees el hijo de Eleazar. David fue tan impresionado por este portero que le elogió como un héroe nacional en Salmo 106:30-31. Hombres dispuestos a enfrentarse con el pecado y la apostasía se destacan por las siguientes cualidades de carácter:

  • Carácter intachable.
  • Convicciones firmes.
  • Fidelidad que no falla.
  • Obediencia sin vacilar.
  • Una vida fructífera.

La integridad es algo imprescindible en los que siguen y sirven a Dios. Es lo que nos califica a ser dignos de ser porteros en la puerta en la cual Dios nos coloca.

 

Un comentario sobre “La integridad”

  1. Gracias por tan acertado y valioso comentario -estudio…DIOS SIGA USANDOLES–TEgo un grupo de jòvenes a cargo y buscaba como instruirlos a una relaciòn ùnica con Dios sin Devaneos….

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