La pobreza de los que no oran

Orad sin cesar. I Tesalonicenses 5:17

Se puede entender un incrédulo que no ora pero un creyente que no ora es un enigma. Es algo que es difícil de entender o explicar.

¿Un hijo de Dios que no habla con su padre?

¿Un creyente que es un incrédulo cuando llega a la oración?

¿Un hermano en Cristo que habla con los hermanos pero no habla con su Padre?

¿Cómo llegó a ser salvo sin orar?

Lucas dice que una vez uno de los discípulos de Jesús se acercó a él y dijo, “Señor, enséñanos a orar”. (Lucas 11:1) En esta ocasión él enseñó lo que se llama “el padre nuestro”. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Lucas 11:2-4 Esto es, más bien, un modelo de la oración. El de repetir, nada más, estas palabras es lo que se llama una vana repetición. Es más bien lo que se llama rezar. El rezar es una recitación fría y formal de palabras aprendidas de memoria. Es lo que hace la gente religiosa pero lo que el creyente hace se llama orar. La oración es más bien una conversación con Dios.

Jesús nos invita a venir a él. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28) El nos manda a pedir de él. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:7-11).

El que no ora está menospreciando la invitación de Jesús a venir a él. Sería una gran falta de respeto ir a él y negarse a hablarle. También si no oramos estamos en rebelión al mandato de Jesús a orar. Es decir es un creyente rebelde.

Cuando nos reunimos para orar juntos a veces hay uno o más personas que no oran con voz alta. Tal vez están escuchando e identificándose con aquel que está orando en el momento. Antes de la reunión ellos conversan normalmente pero cuando toca a él o a ella orar … silencio. Hermano, si esta es su situación le digo, no tenga vergüenza en abrir la boca y orar también. No es nada difícil.

 

Un comentario sobre “La pobreza de los que no oran”

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