La predicación expositiva: Remedio antiguo para males modernos

¿Qué lugar ocupa la predicación expositiva de la Palabra de Dios en el día de hoy? ¿Qué importancia o consideración damos cada pastor a la predicación en nuestro ministerio? Yo creo que cada predicador debe tener en primer lugar la exposición de la Palabra de Dios. Hay muchas maneras de llegar al corazón humano, pero ninguna de ellas es de primordial importancia como la predicación de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo escribe en 1ª. Cor. 1:21,»Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación».

Hermanos pastores, es por eso que debemos predicar bien. Que tu predicación tenga la unción, el poder del Espíritu Santo. El Poder del Espíritu Santo es la garantía y aprobación de que Dios está contigo en la predicación y ésta será efectiva. El apóstol Pablo demostró en su ministerio que la predicación de la Palabra de Dios es lo primordial en los ministerios de hoy. Debemos reconocer que el poder del Espíritu Santo es una necesidad urgente en la predicación; especialmente en algunas de nuestras iglesias antiguas que están experimentando una vida muerta y de escaso poder. Puede ser que tengan una gran asistencia, puede ser que desarrollen muchas y grandes actividades sociales, desarrollan programas muy completos, pero con muy poco o nada de poder en la predicación de la Palabra de Dios en sus cultos. Debemos recordar que todos los demás medios son secundarios y suplementarios a la predicación expositiva de la Palabra de Dios.

En Tito 1:2,3 la Escritura dice: «En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador». Y en 1ª. Cor. 14:9-11; Pablo insiste, «…si por la lengua no dieres palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire”. A veces los predicadores somos para las iglesias como metal que resuena o címbalo que retiñe. La predicación debe ser motivo de primerísima consideración en nuestro ministerio. Tristemente hoy en día muchos mensajes están mal preparados y hasta copiados, por lo tanto están mal preparados y carecen de ese poder divino que es el Espíritu Santo.

Dios merece lo mejor de nuestros ministerios, todos debemos preparar el mensaje de la Palabra de Dios, bajo la dirección del Altísimo y la guía del Espíritu Santo. Si los púlpitos fueran ocupados por pastores investidos con el poder de lo alto, presentaríamos a este mundo un evangelio lleno de poder. En Luc. 24:49, Jesús dijo: «He aquí yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto».

Pero algunos pastores negligentes y perezosos todo lo hacen a la ligera. Algunos predican sus mejores sermones, y se pulen en reuniones especiales de compañerismos, pero sus mensajes regulares en sus iglesias están rasposos. Recuerden pastores, que toda nuestra predicación debe glorificar a Dios. Es por eso que no tenemos iglesias fuertes, están débiles por falta del alimento sólido de la Palabra de Dios. Necesitamos ese poder del Espíritu Santo en nuestras vidas y en nuestra predicación. Dios va a usar tu inteligencia, tu energía, y tu talento, de acuerdo a tu consagración de vida y la llenura del Espíritu Santo que hay en ti. Hermanos pastores, la predicación expositiva se remonta hasta los tiempos de Esdras. Fue bajo el sacerdote Esdras que la predicación asumió poder en el púlpito y en el culto público hasta el día de hoy. (Neh. 8:1-8)

Aproximadamente en el siglo V a.C. en la historia judía predominó la predicación expositiva, la practicaban regularmente en los servicios en las sinagogas (Neh. 9:3), lo hacían puestos en pie, y en su lugar leían el libro de la ley de Jehová su Dios, esto lo hacían durante un cuarto del día. La otra cuarta parte del día, la pasaban confesando sus pecados y adorando a Jehová su Dios. Puesto que nuestro ministerio es prácticamente neo testamentario, no nos queda de otra que usar este método como ministros del Señor, y todas las generaciones que nos preceden. La evidencia neo testamentaria del Predicador de predicadores fue: En las sinagogas, en los hogares, en la ladera de una montaña y aún desde la proa de una pequeña embarcación. Jesús predicó en cualquier sitio a su pueblo, ese es el ejemplo que nos ha dejado nuestro precioso Jesús.

Algunos de nosotros no queremos predicar en cualquier parte, nos ponemos muy «roñosos». Pero Jesús predicó en privado (Mr. 1:21, 22; 2:1, 2). Predicó en particular a sus discípulos (Mr. 4:34). Jesús predicó con poder y autoridad. Y de igual manera debemos hacerlo nosotros pues ejemplo nos ha dejado. Predicad apasionados con la verdad. Cuando tu predicación lleve la aprobación divina, la autoridad celestial, tu predicación será efectiva.

Una de las predicaciones más notables de Jesús fue en Nazaret (Lc. 4:16-22). Y la predicación del apóstol Pedro en el día de pentecostés donde por lo menos unas tres mil almas vinieron a los pies de Cristo. Pablo predicó con esa misma demostración de poder en Corinto (1ª. Cor. 2:4). El consejo de Pablo a Timoteo, para que fuese un pastor nutrido en la Palabra, tenía que estudiar las Escrituras (1ª. Tim. 2:15). Le aconsejó que manejara acertadamente la Palabra de Dios, que predicara con exactitud.

Hermanos pastores, preparen concienzudamente su smensajes de la Palabra de Dios que han de entregar a sus oyentes cada vez que suban a sus púlpitos. Y nunca olviden la oración y tener el sello que es la garantía de tu predicación (Mt. 10:20). Que no seamos nosotros los que hablemos, sino el Espíritu Santo que hable por medio de nosotros. ¡Dios te bendiga!

Tribuna Bautista Bíblica

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