La torre de Babel

Génesis 11:1-9

Hay varios puntos interesantes de contraste entre esta escena y la grabada en Hechos 1. Tenemos aquí:

I. Una revelación de ambición humana

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Prov. 4:23). Una pajita puede indicar de cual dirección sopla el viento. Observe:

1. El objeto a la vista. “Hagámonos un nombre” (Gen. 11:4). El hombre natural busca un nombre para sí mismo, y uno de su propia creación. Hacer un nombre es un negocio muy común y popular, aunque al final nunca paga bien. Vea el fracaso de tres que buscaron crear un nombre para ellos mismos en Números 16. Se puede estar haciendo la obra cristiana con el mismo fin a la vista.
2. El método empleado. “Edifiquémonos una ciudad y una torre” (Gen. 11:4). Este propósito de ellos traiciona una necesidad sentida de protección, permanencia en compañerismo y una perspectiva futura. Todo hombre necesita una ciudad de seguridad y una torre de esperanza. El de justicia propia buscan edificarlos para sí mismos. “Ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia” (Rom. 10:3). Gracias a Dios, Jesucristo ha construido tal ciudad y torre donde todos pueden tener salvación y esperanza.
3. Los medios utilizados. “Hagamos ladrillo” (Gen. 11:3). Quienes piensan salvarse por sus propias obras tienen mucho que hacer. No solo tienen que edificar el edificio, sino que tienen que fabricar los mismos ladrillos. Después de tanto trabajo en fabricar ladrillos, el producto final es nada más que ladrillo al final. En Lucas 18:11-12 vemos el caso de un fariseo muy ocupado, lo cual se puede comparar con estos fabricantes de ladrillos ocupados.

II. Una manifestación del disgusto divino

¿De qué valor será todo nuestro edificio si no le agrada a Dios? Solo es madera, heno, hojarasca (1 Cor. 3:12), apto para el fuego.

1. La inspección divina. “Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres” (Gen. 11:5). La obra de cada hombre será probado. Esta es una verdad muy solemne. Los ojos de Jehová examinarán cada ladrillo o joya. Cada motivo y acto debe ser probado por igual. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).
2. La confusión repentina. “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Gen. 11:7). ¡Qué cambio ocurre cuando Dios viene! Cuando el Espíritu de Dios viene sobre los de justicia propia los hace abandonar su vano y presuntuoso trabajo. Piénsalo. La presencia de Dios significa confusión para el religioso que busca agradar a sí mismo. Lo que puede ser muy agradable a los ojos de los hombres puede volverse repentinamente en Babel al acercarse Dios. “Y el que creyere en él, no será avergonzado” (1 Pedro 2:6).
3. La dispersión completa. “Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad” (Gen. 11:8). Lo único que intentaron prevenir fue exactamente lo que les sobrevino. Los hombres orgullosos trabajan para salvarse de ser expulsados por Dios al fin, y sus obras sin fe están asegurándoles el destino que se esfuerzan por evitar. Busque la ciudad de Dios (Hebreos 11:10). “Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado”. (Prov. 18:10).

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