Reaccionando bíblicamente

A veces, cuando un hermano en Cristo tiene que enfrentarse con un problema, hay la tendencia de reaccionar de una manera que no concuerda con principios bíblicos. No siempre es por ignorancia de principios bíblicos. Es, más bien, por reaccionar sin pensar.

Algunos son impulsivos. Toman decisiones de repente, sin pensar. Es una falla de su carácter que tienen que superar. No es nada fácil superar estas fallas pero, con la ayuda de Dios, podemos. Lo más importante es el de reconocer que es una falla. Si sufrimos algunas veces por haber reaccionado mal, nos ayuda en darnos cuenta de lo bueno que sería superar la falla. Nos conviene también ver algunos ejemplos del buen resultado de otros que saben reflexionar bien antes de tomar decisiones.

Para ayudarle con esto, quiero hacer mención de algunas malas maneras de responder a situaciones adversas e indicar la reacción bíblica.

Pagar mal por mal. Esta reacción procede del instinto animal. Él me hizo sufrir. Yo voy a tomar venganza. Es la ley de la selva donde hay tribus que están de continuo en guerra. Nadie gana en semejantes guerras. Cada vez que se da un golpe al enemigo, vuelva a cobrar. Cien veces mejor es hacer caso a lo que dice en Romanos 12:19. “No os vengáis vosotros mismo, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mío es la venganza, yo pagaré dice el Señor”.

Callarse es romper comunión con la persona que le ofendió. Es tratarse con él con frialdad. Realmente es una manera moderada de tomar venganza. Él que tal hace casi siempre termina pagando más caro que la otra persona. Él sufre por una serie de inconveniencias. Mejor sería reconciliarse con la otra persona. Mateo 18:15-19 dice como hacerlo, especialmente si es un hermano en Cristo.

Tener lástima por si mismo “Pobre de mí. Nadie me quiere”. Es ser controlado por las circunstancias y acciones de los demás. Esta reacción resulta de tener un concepto de si mismo más alto que debe tener. Es pensar, «yo merezco más respeto y consideración que me dan”. Debemos orar a Dios que él nos ayude en cumplir con lo que dice en Rom. 12:3. “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de si que el que debe tener, sino que piense de si con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. Los últimos versículos del capitulo doce nos enseñan a tomar la iniciativa. Dice, “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto depende de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está, Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.

Otra mala manera de reaccionar es por censurar, sin misericordia, a aquel que le lastimó. Es otra forma de vengarse. Es manchar el carácter del otro. También sirve para quitar la atención de si mismo y dirigirla hacía a las fallas del otro. Es levantar su estima propia por difamar el carácter del otro. El consejo bíblico se encuentra en Efesios 4:31-32 que dice; “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Hay una ley de la naturaleza que dice, “por cada acción hay una reacción”. Es así en la vida también. Cada vez que nos enfrentamos con una situación adversa debemos reflexionar un poco y preguntarnos, ¿cuál sería la debida reacción? Así evitamos una multitud de problemas.

 

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