Bienaventurados los que lloran

Mateo 5:4

Cuando los del mundo escuchan esta frase su reacción es decir, “¡qué tontería! El llorar es algo que ellos intentan evitar. La filosofía del mundo es: “olvídate de tus problemas. Alégrate”. El mundo está organizado para ayudar a la gente a alejarse del lloro. El entretenimiento es una de las grandes industrias. La televisión y la radio ofrecen una dieta amplia de risa. Al contrario, la Biblia dice “bienaventurados los que lloran”.

El lado opuesto de esto se encuentra en Lucas 6:25. Allá dice, “¡Ay de vosotros, los que ahora ríes! Porque lamentaréis y lloraréis”. Es una condenación de la indiferencia del mundo hacia a lo que es de suma importancia.

Tenemos que tomar en cuenta que lo que tenemos aquí tiene su aplicación en lo espiritual. Nuestro Señor no está diciendo que los que lloran en un sentido natural son bienaventurados. Por supuesto, no es el dolor que resulta de la pérdida de un ser querido. Como el de ser pobre en espíritu no tiene nada que ver con su situación económica, así el llorar en este contexto no tiene que ver con lo que causa llanto en el sentido natural. Las bienaventuranzas tienen que ver con su condición espiritual.

Cuesta, aun para muchos creyentes, entender verdades espirituales como estas porque el nivel espiritual en las iglesias no está tan alto como era y como debe ser. El fracaso de las iglesias en tener un impacto sobre los de afuera es dado a su bajo nivel espiritual. Queremos pensar que la iglesia está bien y que lo que precisa es salir y evangelizar a los de afuera. La historia testifica al hecho de que cada vez que había un avivamiento en las iglesias resultó que la gente de afuera fueron atraídos y almas fueron salvas.

Muchos creyentes hoy en día han aceptado la filosofía de que la manera mejor de atraer a los inconversos es por hacer el evangelio atractivo. Es ofrecer el evangelio junto con entretenimiento. Es presentar la vida cristiana como si fuese una experiencia placentera. Puede ser que, en parte, esta es la explicación por la falta de entendimiento de lo que significa llorar.

El problema también es una falta de entendimiento de la naturaleza del pecado. El pecado ha perdido su repugnancia. Lo aceptamos como la norma. Por eso, no estamos afligidos por lo que aflige al Espíritu Santo. No estamos afligidos por nuestra bajo nivel espiritual ni lo de los demás. El que realmente ama a Dios y anhela agradarle en todo no puede menos que ser afligido de continuo al ver tanto que no agrada a Dios. El llorar no es algo que uno hace a propósito. Es algo que resulta de andar en la relación debida con Dios.

Estamos confundidos también en cuanto a lo que es el verdadero gozo cristiano. Pensamos que gozo es lo que tenemos cuando todo está color de rosa. “Dios es tan bueno conmigo. Por eso tengo gozo”. Por supuesto debemos tener gozo por esto, pero nuestro gozo debe manar de nuestra comunión a diario con Dios. Debemos gozarnos también en ver a los demás entregarse más a Dios. Debemos gozarnos en que la obra de Dios va marchando bien. Cuando vemos trabas y derrotas en la obra del Señor debemos llorar.

Para saber lo que Jesús quiso decir por llorar en este contexto nos conviene estudiar el Nuevo Testamento. Podemos aprender algo por observar al Señor Jesús mientras que estaba aquí en la tierra. Dios quiere que seamos como él. Puede ser una sorpresa saber que por ningún lado en el Nuevo Testamento dice que Jesús se rió. Es un argumento de silencio y no creo que debemos decir que él nunca se rió pero, a su vez, sabemos que él no pasó por la vida riéndose. Isaías profetizó de él que él iba a ser un “varón de dolores, experimentado en quebranto”. (Isaías 53:3) Esta profecía se cumplió en su vida terrenal. Él lloró pero no leemos que se rió.

También debemos imitar el Apóstol Pablo. Él dijo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24) Debemos estar afligidos que somos tan débiles, tan inclinados a pecar, que faltamos tanto de ser capaz de hacer más en la obra del Señor.

El creyente está afligido también por el estado de la sociedad. Él ve destrucción y angustia por muchos lados. Hay guerras y miseria. Es como cuando Nehemías preguntó al rey, “¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierto, y sus puertas consumidas por el fuego?” (Nehemías 2:3)

Para describir el hombre que llora podemos decir que él es triste pero no miserable. El es un hombre serio pero no rígido. Él es serio pero no al punto de no ser accesible. Él es uno que toma en serio las cosas de la vida pero no al punto que no puede reírse o ser alegre. Él es una combinación de lo serio y lo alegre. Su conocimiento de las cosas de Dios no le permite pasar por la vida riéndose pero, a su vez, le da gozo y esperanza. Él es genuino. Él no pone una cara triste ni tampoco se ríe de lo que debe ser tomado en serio. Él es bienaventurado porque tiene la actitud debida hacia las cosas de Dios y de la vida. Le espera galardones.

 

6 comentarios sobre “Bienaventurados los que lloran”

  1. Amén, muchas gracias por compartir esta reflexión. Soy un cristiano recién convertido y tenia muchas dudas acerca del «lloro» asi como también el humor y el gozo. Fue muy útil.

  2. Aún antes de conocer de cristo me ponía triste por las injusticias. Y ahora que recibí a cristo como mi salvador y señor. Lloró con mas facilidad con ver como somos tan mal agradecidos con el sacrificio del señor.

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