La justicia de Dios en aniquilar poblaciones enteras

Hay los que directamente rechazan a Dios diciendo que no pueden creer en un Dios que manda la aniquilación de toda la población de un país. Siempre hay incrédulos que buscan una excusa para rechazar a Dios. Lo que hizo Dios al aniquilar poblaciones enteras sirve como una buena excusa. La toman sin pensar en todo lo que está incluido.

Debemos preguntarnos, «¿Por qué hace Dios semejante cosa?» Dios siempre tiene una razón por lo que hace. Sabiendo algo de la naturaleza de Dios, sabemos que él no lo hace porque es sádico. Sadismo es tener placer malsano en ver o en hacer sufrir a otros. Dios es amor y tiene que ser que él no encuentra placer de ninguna manera en castigar al mal viviente.

Cada vez que Dios aniquiló una población era por uno o dos motivos. En primer lugar era para castigar y poner fin a la maldad. Deuteronomio 18:12 dice: «Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti». Dios es misericordioso y paciente, pero hay un límite a su paciencia. Vemos esto en el caso del diluvio en el capítulo seis de Génesis. El versículo tres dice: «Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años». Si no fuera por la misericordia de Dios, él nos castigaría cada vez que pecamos. Cuando una nación está entregada totalmente a lo que es abominable a Dios, es únicamente cuestión de tiempo hasta que él la juzgará y castigará. Abraham intercedió por la ciudad de Sodoma. Génesis 13:13 dice: «Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera». Abraham preguntó, «¿Destruirás también al justo con el impío?» Primero pidió que Dios tuviera misericordia de la ciudad si había cincuenta justos allá. Cuando él se enteró que no había cincuenta justos volvió a pedir lo mismo si había cuarenta, después veinte y al final, diez. Dios ni aun halló diez, y destruyó la ciudad.

Cuando un niño muere, no es un castigo de Dios. Puede ser aún por su misericordia. Desde nuestro punto de vista, decimos, «¡Qué lástima que no le fue permitido vivir su vida!» Sabemos muy poco de la gloria de los cielos. El niño que muere es rescatado de las tribulaciones de esta vida e implantado de inmediato en la gloria celestial. Cuando los niños inocentes fueron aniquilados, junto con sus padres en las guerras santas, no era lo mismo para ambos. Los niños fueron directamente a los cielos, pero sus padres fueron al juicio y después al castigo eterno. El hecho de que el bebé va directamente al cielo no justifica el aborto. Dios no ha otorgado al hombre el derecho de quitar la vida del bebé inocente.

Por supuesto tenemos lástima por los bebés que fueron aniquilados en las guerras santas. Nuestra partida de esta vida es casi siempre penosa. Si no es a través de una tragedia, es acompañada por semanas de enfermedad y dolor.

A veces hay ocasiones cuando estamos tentados a juzgar a Dios. ¿Por qué es que Dios permite la muerte de un hombre joven y deja a su viuda con la responsabilidad de mantener a la familia? La misma pregunta surge en cuanto a las guerras santas. Tenemos que admitir que hay cosas que no entendemos. Hay cosas que tenemos que dejar con Dios. De muchas maneras él muestra su amor, pero a su vez, él manifiesta su soberanía.

Otro motivo que Dios tuvo en destruir poblaciones enteras era para bendecir a su pueblo. Él quería hacer lugar para su pueblo. Ellos siempre tenían que pelear, pero ganaron muchas veces por el milagroso poder de Dios. A veces la única manera de facilitar al justo a seguir adelante es quitar de en medio a los que se lo impiden.

A mí me parece que Dios no destruye naciones enteras en el día de hoy. Por causa de la obra misionera, el pueblo de Dios se encuentra en todo el mundo. Nuestro Dios todavía es Jehová de los Ejércitos, pero ahora su ira cae sobre familias o individuos. La mayor parte de su castigo vendrá después de la muerte.

El alma de cada hombre pertenece a Dios. Ezequiel 18:4 dice: «He aquí que todas las almas son mías». Mateo 20:15 dice que él tiene derecho a hacer lo que quiere con lo suyo. Cada vez que alguien muere es que Dios ha dicho que ya es tiempo para él de marcharse. ¿Qué diferencia hay, si él toma a dos mil o más en un día en la misma ciudad, o a uno de aquí y otro de allá?

Únicamente Dios tiene derecho de vengarse. Romanos 12:19 dice: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor». Todos los que piensan que tienen derecho a juzgar a Dios, sufrirán también su venganza si no se arrepienten.

Ya hace más de 2000 años que Dios no ha castigado a una nación como castigó algunas de las naciones en el Antiguo Testamento. Entre las cosas que están por venir sobre la tierra leemos que habrá un tiempo de gran tribulación. Antes de arreglar cuentas con los malvados de este mundo, él va a sacar a su pueblo primero en el arrebatamiento. (I Tesalonicenses 4:16-17). II Tesalonicenses 1:7-8 dice que él va a manifestarse «desde el cielo con los ángeles de su gran poder en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecieron el evangelio de nuestro Señor Jesucristo».

En Génesis 18:25 Abraham hizo la pregunta, «El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?» Si, él hará lo que es justo. «Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones». (Salmo 100:5)

 

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