La mentalidad cristiana

“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” I Corintios 2:16

La mentalidad cristiana es la que está programada a pensar y tomar decisiones basadas sobre la enseñanza bíblica. No es algo que se desarrolla de un día al otro. Hace falta disciplina y un ambiente compuesto de otros que ya tienen la mentalidad cristiana. Así los en su alrededor le ponen un ejemplo y le motivan a pensar como ellos.

Nos conviene preguntarnos, “¿Qué es la manera mejor de formar y mantener la mentalidad cristiana en la gente?” En el siglo XVII la Iglesia Católica encontró una manera ideal para cristianizar a los aborígenes en la selva. Ellos formaron colonias en la selva e invitaron a los indios a vivir allá con sus familias. Les enseñaron oficios que servían para facilitar la vida en la colonia. Algunos llegaron a ser carniceros, otros panaderos, otros tejedores, otros sastres, etc. Después, ellos quedaron allí para trabajar y disfrutar de la protección y comodidad que la colonia brindaba. También les enseñaron a leer y escribir y aceptar la disciplina y doctrina de la iglesia católica. Todos tenían que ir a misa cada día y cumplir con otros requisitos puestos por los sacerdotes jesuitas. Rebelión era castigada por expulsión de la colonia o encarcelamiento. Después de pasar varios meses en la colonia los aborígenes tenían su mente programada para aceptar la disciplina y doctrina de la iglesia. Si volvieron a su tierra natal servían para convertir a los demás al catolicismo. Lo que favoreció la iglesia era que no había ninguna influencia ajena. Todo fue controlado por los sacerdotes. Los aborígenes tenían una mente de una sola vía. No pensaron por sí mismo. No había opciones.

En el mundo moderno sería imposible formar un ambiente aislado de la influencia ajena. Nuestra única opción es la de formar en la mente del creyente una convicción tan fuerte de la virtud y veracidad de la enseñanza cristiana que sería difícil desviarlos de ella. Cada día ellos están expuestos a las filosofías contrarias a las enseñanzas y normas cristianas. Tenemos que fortalecerles con la verdad para que sean capaces de reconocer la falacia e imprudencia de la falsa filosofía.

Primero nos toca convencer a la gente de la necesidad de ser salvo. Esto consiste en arrepentirse de sus pecados y de su mala manera de vivir y pedir perdón de Dios. Junto con esto, ellos tienen que entregarse a Cristo en oración para ser salvo. En hacerlo ellos aceptan el sacrificio de Cristo en la cruz como si fuese su castigo por todo lo malo que han hecho. El de convencer a la gente a tomar este paso es el primer desafío. Muchos quieren confiar en sus propios méritos o en su religión. Es imprescindible que tomen esta decisión de corazón. Si no, no van a disfrutar de la transformación que Dios hace en los que se convierten de verdad. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (II Corintios 5:17)

Una vez que alguien toma esta decisión empezamos con lo que se llama el discipulado. Esto consiste en una serie de estudios para fortalecerles y facilitarles en defender su fe en Dios y en su palabra. Lo hacemos con la esperanza de que, lo antes posible, ellos también serán capaces de ganar a otros a Cristo y discipularlos. El apóstol Pablo nos dio la formula en II Timoteo 2:2. “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.

En el primer siglo de la historia del cristianismo uno de los mártires se llamaba “Policarpo.” Cuando exigían su recantación de su fe en Cristo él respondió en decir, “Hace 86 años que yo he servido a Cristo y él no ha hecho nada que no fue por mi bien. ¿Cómo puedo maldecir a él, mi Señor y Salvador?” Le quemaron en la estaca. Mi testimonio es que después de andar por 45 años en el camino del Señor no estoy arrepentido. Todo ha redundado para mi bien. Tenía que aceptar y creer algunas cosas que no puedo explicar y que no parecen ser razonables del punto de vista del ser humano, pero el de aceptarlos no me dejó en conflictos ni en consternación. Por eso, estoy convencido de que lo mejor que puedo hacer es formar y fortalecer la mentalidad cristiana en los demás.

Amigo, ¿Dónde estás tú? ¿Estás todavía afuera del redil mirando adentro? Si es que sí, no vaciles más en entrar y ser uno de nosotros. ¿Es que ya estás adentro pero estás tambaleando entre las filosofías del mundo y las enseñanzas cristianas? Si es así, en las palabras de Josué digo, “Escogeos hoy a quien sirváis…pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. (Josué 24:15) Ya es tiempo que algunos estén en la segunda mitad de la formula dado por el Apóstol Pablo en II Timoteo 2:2. Deben ser capaces de enseñar también a otros. El de formar y confirmar la mentalidad cristiana es la cosa mejor que podemos hacer para la humanidad. Ayúdanos en esta buena obra.

 

Un comentario sobre “La mentalidad cristiana”

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