Las siete declaraciones de Jesús en la cruz

PRIMERA DECLARACIÓN

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Lucas 23:34

Mientras los soldados hincaban los clavos en su maltratado cuerpo, El se ocupaba en una tarea santa que había practicado toda su vida. Oraba como siempre había orado a su Padre, pero la única diferencia era que ahora no lo hacía de rodillas ni postrado en la tierra como en el Getsemaní. Los crucificados no se podían arrodillar, y sin embargo, El oró con su alma de rodillas delante de su Padre. El pensamiento que dominaba en su mente era la palabra «Padre», no solamente en esta ocasión, sino durante toda su vida. También pensaba en sus verdugos; olvidándose de sus propios sufrimientos y de sí mismo pensó en otros. Su oración demandaba el perdón para sus enemigos. Si hubiéramos sido crucificados en su lugar nuestros pensamientos hubieran sido acerca de nosotros mismos, por el dolor producido por los clavos romanos, y no acerca de Dios. Los soldados sí sabían que lo crucificaban, pero el Divino Abogado encontraba excusa para tanta bajeza, defendiéndolos ante la justicia divina con su argumento: «No saben lo que hacen».

SEGUNDA DECLARACIÓN

«En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso» Lucas 23:43

La sola presencia del Maestro transformaba cualquier lugar en púlpito, clínica o trono. El dominaba cualquier situación donde quiera que se encontraba. Ahora ocupa un trono para dar una sentencia misericordiosa a un criminal que estaba como El en el patíbulo. Sus pies presurosos, que simpre corrían llevando mensajes de perdón y misericordia, ahora se encuentran traspasados por agudos clavos. Sus manos que se alzaron más de una vez para bendecir a los niños y para sanar a los enfermos, ahora están clavadas en una cruz; pero sus divinos labios están libres y ahora los abre para pronunciar una sentencia de amor y esperanza a uno que se encontraba como El, crucificado, diciéndole: Hoy … conmigo». En estas palabras se encuentran el cielo y la tierra. «Conmigo» con el que es el principio y el fin, el Alfa y la Omega de todo lo creado, con el que es el eje de de todos los siglos y el significado de todo cuanto existe. Pero se añade un poquito: «En el Paraíso».

TERCERA DECLARACIÓN

«Mujer, he ahí tu hijo … He ahí tu madre» Juan 19:26

Gravitan sobre su cuerpo los pecados del mundo, abominaciones detestables, cosas horripilantes. Todas las potestades satánicas enfocaban sobre su santísima naturaleza poder del infierno, su alma era un océano de amargura y dolor. Su cuerpo también sufría tormentos indecibles. Con justo derecho podía ahora pensar en sí mismo, pero al pie de la cruz se encontraba la mujer más respetada de El y se dirige a ella. Ahora ya no era el Cristo que oraba con tanta vehemencia pidiendo el perdón para sus enemigos, ni el Juez misericordioso y severo que aseguró el destino del penitente. Ahora habla el hijo sumiso y obediente que no olvida los lazos humanos que le ligaban a su madre. Sin duda piensa que su madre ya a quedar desamparada y solo por la muerte inevitable y por esto es necesario encomendarla al cuidado de alguien. Esta bendecida tarea fue designada a uno que le había protestado amor sincero y fidelidad.

CUARTA DECLARACIÓN

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Marcos 15:34

Al mediodía la faz del sol se obscureció y extrañas tinieblas cubrieron la tierra. Los enemigos cesaron de insultarle y los que pasaban suspendieron la burla. El Padre también había apartado su rostro de Aquel que ahora cargaba en su cuerpo toda la maldad de los hombres, de nuestro representante y nuestro substituto. Aquella naturaleza que jamás había conocido pecado, «se había hecho pecado por nosotros». Dios aborrece el pecado y se apartó en aquestos momentos de su Hijo, cuyo cuerpo llevaba todas las abominaciones de los hombres. El Cristo parecía confundido, «¿por qué?» El preguntaba algo que quedaba fuera de su conocimiento. Durante su vida no hubo ningún límite en cuanto a lo que no conocía, pues «crecía su edad y sabiduría». ¿En qué confusión? Hay solo una respuesta: la presencia del pecado en su organismo divino; el mal se había cebado en aquella naturaleza que jamás conoció pecado y exclama con un grito de desesperación: «Por qué?»

[Personalmente no estoy plenamente convencido de este argumento de que esto estaba fuera del conocimiento de Cristo. Sí reconozco que Cristo voluntariamente se limitó a sí mismo (y esto involucró incluso algo de su conocimiento – Mar. 13:32), y escogió no ejercer todos sus atributos al máximo estando en condición de hombre. Fil. 2:6-8. No creo que el autor expresó algo herético, pero como soy responsable por seleccionar lo que aparece en literaturabautista, solo quería expresar mi opinión. -Calvin George]

QUINTA DECLARACIÓN

«Sed tengo» Juan 19:28

La quinta palabra fue un clamor humano, el hombre enclavado en la cruz de en medio era también humano como nosotros. Era Dios encarnado pendiente de la cruz. Era el Cristo de la vestidura resplandeciente y la faz brillante de la trasfiguración; el Salvador, que a los doce años pudo confundir a los doctores en el templo; el que pudo decir: «Padre, glorfica tu nombre», y asegurar una contestación inmediata por medio de una voz que vino del cielo; el que con un solo toque pudo sanar la oreja de un siervo del pontífice; el que oró con inigualada exaltación de sentimiento al pronunciar la oración pontifical; el mismo de quien Pilato declaró que no había falta en El. Sin embargo, era humano, semjejante a nosotros, y dijo lo que cualquiera de nosotros hubiera dicho: «Tengo sed». Si hubiéramos sido crucificados en su lugar, nuestra primera palabra hubiera sido «Tengo sed», y no «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Ahora sí había lugar para pensar en su ser sin desatender a sus verdugos ni al penitente y sin descuidar tampoco a su madre.

SEXTA DECLARACIÓN

«Consumado es» Juan 19:30

Como fiel Siervo rinde su informe. Anuncia que la obra que se le encomendó ya está terminada, que ha sido ejecutada fielmente al pie de la letra. «He acabado la obra que me diste que hiciese», dijo a su Padre la noche anterior en su oración pontifical. Todo el plan escritural para su vida estaba cumplido. Esta palabra no podía haber sido pronunciada antes de tomar el vinagre, porque la Escritura predijo: «En mi sed me dieron a beber vinagre», y su obra quedaría incompleta antes de participar de aquella bebida. Su informe fue breve, pero podía haberlo ampliado diciendo: «Tú me enviaste a las ovejas perdidas de la casa de Israel y vine; Tú me enviaste para venir a buscar y salvar lo que se había perdido y ya lo he hecho; Tú señalaste lo que yo debería hacer y ya he dado a ellos tus palabras; está escrito del Hijo del hombre que debería sufrir muchas cosas y ya he sufrido y he sido quebrantado hasta la muerte. Está escrito que el Hijo del hombre sería entregado en las manos de los hombres para ser muerto y ya he sido traicionado y levantado sobre una cruz». La sexta palabra fue un cántico de victoria, un himno de triunfo al terminarse el holocausto más santo de que jamás se haya tenido noticia en el Universo.

SÉPTIMA DECLARACIÓN

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» Lucas 23:46

Con una oración dirigida a su Padre comenzó la serie de palabras en la cruz, y de la misma manera con una oración se dirige a su Padre para dar fin a su obra de amor entre los hombres. Ya no fue el gran clamor del grito anterior ni de la exclamación de desesperación; ahora se dirigía a su Padre. Los hombres no necesitan gritar para ser escuchados de Dios. El entregó su espíritu de una manera quieta en las manos de su Padre, de aquel Dios de quien se dice que horrenda cosa es caer en sus manos. Pero para Cristo no era cosa horrible entregar su espíritu en las manos de su Padre. ¿Qué mejor lugar puede haber para el creyente que las manos de Dios? Aquellas manos son justas, benévolas, misericordiosas. La mano de Dios es todo poder, porque nuestro Señor hablando de los creyentes declara que: «Nadie tiene poder para arrebatarles de la mano de mi Padre».

El Heraldo Cristiano, 1949

Deja una respuesta

Deje un comentario respetuoso. Tome en cuenta que esto no es un foro de debates, y no todos los comentarios son aprobados.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *