Peligros por causa de adversidades

Un joven está en peligro cuando experimenta adversidad repentina. Aparte de la pérdida de su mamá, parece que José no padeció de grandes angustias en su niñez. Todo cambio de pronto aquella mañana cuando bajó de una colina, y se reunió con sus hermanos en Dotan. En vez de recibirle con cariño, lo miraron con desdén y ganas de matarle. Si no hubiera sido por una sugerencia de su hermano Rubén, y la casualidad de que una caravana de egipcios que pasaba por ese lugar en el momento oportuno, él hubiera perdido la vida. Esa circunstancia no fue nada agradable, porque fue vendido como esclavo, y esto truncó sus expectativas de un futuro feliz.

Seguramente, durante aquel viaje a una tierra desconocida él pensó una y otra vez en la preocupación de su padre que esperaba su regreso en unos pocos días. Y, “¿qué de su futuro? ¿Viviría y moriría siendo un pobre esclavo?” Esto no concordaba para nada con los planes que tenía para su vida. Al llegar a Egipto, en la providencia de Dios, fue puesto como esclavo de Potifar, uno de los altos oficiales del gobierno. Poco tiempo después pareciera ser que Dios estaba por librarlo de aquella hondonada, en la cual se hallaba, porque hacía prosperar todo lo que venía a su mano.

Cuando los jóvenes pasan por pruebas, su reacción no es siempre la más favorable. Sería fascinante si José hubiera escrito algo sobre sus pensamientos, cuando tenía que enfrentarse con esas adversidades. Al menos, podemos aprender al observar como se comportó. Desde luego él también era un ser humano, y es razonable pensar que sufrió, y tal vez se enojó, pero sin duda sabía dominar su carácter.

La reacción propia de muchos jóvenes, si se encontraran como él de repente en esclavitud, sería la de ponerse rebeldes. Si José lo hizo, tal vez un solo latigazo sirvió para curarlo. Siempre es prudente cambiar lo que se puede cambiar y aceptar lo que no puede ser cambiado. Es necesario tener sabiduría para distinguir entre lo que se puede y lo que no se puede cambiar.

A los jóvenes les encanta soñar del futuro. Sabemos algo de los sueños de José, y este desvío hacia la esclavitud en Egipto no figuraba para nada en sus sueños. A veces los jóvenes sueñan cosas demasiado grandes para ellos. Esto les lleva a una desilusión cuando ven que su vida no es tan feliz y fructífera como pensaron.

La Biblia no dice nada en cuanto a la reacción inmediata de José cuando fue enfrentado por estos grandes problemas. Podemos imaginar que más de una vez bajó la cabeza y lloró. No es una virtud ser tan duro al punto de no ser afectado por angustias. La virtud consiste en no ser vencidos por ellas. Esto es lo que José logró.

Para ningún joven hay promesa de una vida sin angustias. Jesús dijo a los suyos «En el mundo tendréis aflicción» Juan 16:33. Siempre tratamos de evitar las angustias y esperamos que no vengan, pero si vienen, debemos tomar la decisión de luchar y seguir adelante. Casi todos los hombres destacados de la historia tuvieron que vencer sobre adversidades. Estas no nos da razón para rendimos. Al contrario, nos dan la oportunidad de ser fortalecidos, para seguir adelante. El Señor mismo nos envía pruebas para hacernos más fuertes y más útiles en su obra. Vencer las adversidades y grandes obstáculos es otra lección que debemos aprender de José.

 

Un comentario sobre “Peligros por causa de adversidades”

  1. Hola…reflexionaba sobre José, Job en fin cuántos personajes bíblicos que pasaron circunstancias en la vida difíles que hasta, a algunos les llevó años.
    He estudiado interna en un seminario bíblico, y creí que las Escrituras me habían dado la «receta» para entender muchas cosas en la vida. Pero, para mi sorpresa, no me veo hoy que haya obtenido lo que quise formar en mi vida. Llegué a un tiempo en que se me agotaron los recursos, los libros no me sirvieron para salir de una gran incertidumbre en la que me hallé. Clamé, ayuné casi tres años y las cosas empeoraron, creí haberme movido según la guía de Dios y su aprobación…pero…las cosas salieron mal. Hoy, creo que tengo una crisis de fe, no por no creer en Dios, sino porque creo que nunca escuché a Dios, porque razono y digo: si me fué mal ¿a quién escuché?, es como si las palabras que creí recibir de Dios no fueron bien interpretadas por mi. Es como que hoy pienso que Dios no me llamó a prepararme para servirle; aunque me confundo cuando alguien se me cruza y el amor de enseñar de Cristo me fluye de adentro.
    Casi no sé qué decirle a Dios porque las palabras se me agotaron, las recetas ya no me sirven y lo que tenía por seguro en mi vida ya no está.

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