Un cristianismo disminuido

Hay muchos que prefieren un cristianismo disminuido.  Es una versión abreviada del original.  Es ser un cristiano «enano».  Por eso, es un cristianismo atrofiado porque ha sido adaptado a la naturaleza carnal del hombre.  Lo que los hombres encuentran desagradable y fastidioso ha sido eliminado.  Resulta en una vida a la cual uno puede adaptarse fácilmente y que demanda pocos sacrificios.  Muchas veces tenemos la misma actitud hacia el cristianismo que tenemos en cuanto a la compra de mercadería; la mejor calidad y cantidad al menor precio.  No es el cristianismo del Nuevo Testamento.  No es el cristianismo de los cristianos del primer siglo.  Tampoco es un cristianismo aprobado por Dios.

¿Cómo se manifiesta el cristianismo disminuido?

Este tipo de cristianismo se manifiesta por las preferencias de la gente.  Ellos quieren reservar para sí la selección de creencias que parecen ser imprescindibles.  Así pueden identificarse y trabajar con creyentes de casi cualquier rama del cristianismo.

Ellos prefieren asistir a su iglesia de vez en cuando.  Por causa de su trabajo, algunos creyentes no pueden asistir a la iglesia más de una vez por semana, pero los que tienen un cristianismo disminuido no ven la necesidad de asistir más de una vez por semana y aun hay algunos que se contentan con asistir una vez por mes.

El cristianismo disminuido no exige la lectura de la Biblia a diario.  La leen de vez en cuando.  Cuando la leen, prefieren leerla en una versión moderna adulterada.

Los que tienen un cristianismo disminuido no sienten aversión hacia la maldad.  La toman como la cultura moderna,  No son los primeros en practicar la maldad pero–tarde o temprano–se conforman.

La filosofía del cristianismo disminuido

Los que practican el cristianismo disminuido piensan que van a tener más éxito en ganar a los hombres mundanos si les presentan un cristianismo purgado de lo desagradable.  Así parece ser más atractivo.  Algunos, sí, son atraídos a esta versión abreviada del cristianismo, pero es una lástima ofrecerles algo menos que el cristianismo genuino.  En un intento por justificarse, el que practica este tipo del cristianismo menosprecia al creyente más piadoso diciendo que es un fanático o legalista.

Lo malo del cristianismo disminuido

Jesús dijo en Juan 14:15 «Si me amáis, guardad mis mandamientos».  Por lógica, el creyente que ama a su Señor debe decir, «¿Qué quieres que yo haga, Señor?»  Si la pregunta viene de un corazón sincero, hay una entrega total a la voluntad de Dios.  Por supuesto, él no se pregunta, «¿qué es lo mínimo que puedo hacer y todavía ser llamado ‘cristiano?'»

Los creyentes del primer siglo intentaban agradar y obedecer a Dios antes que a los hombres.  Estaban dispuestos a obedecer a Jesús cuando dijo, «si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». (Marcos 8:34)  El cristianismo disminuido no se preocupa mucho por saber y hacer la voluntad de Dios.  Al contrario, es un intento por conformarse con algunas normas y prácticas para calificarse para ser llamado «cristiano».

Amigo, no se conforme con ser un cristiano enano.  Lo que cuesta poco rinde poco.  Dios tiene algo mejor.  Si no eres salvo, ya es tiempo de aceptar a Cristo como su Salador y entregarse a él de todo corazón.

 

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