Como estudiar la Biblia para obtener mayor provecho (libro de 1916 por RA Torrey)

Como estudiar la Biblia para obtener mayor provecho: Los métodos y condiciones fundamentales que producen mayores resultados en el estudio de la Biblia

Por RA Torrey, superintendente del Instituto Bíblico de Chicago

Traducido del inglés por Alfredo S. Rodríguez y García

“La entrada de tus palabras alumbra; a los simples les da inteligencia.” — Salmo 119:130

Sociedad Americana de Tratados
Derechos Reservados, 1916, por American Tract Society

PARTE I

Los métodos para el estudio provechoso de la Biblia

EL ESTUDIO DE LA BIBLIA

CAPITULO I

CAPITULO INTRODUCTORIO A LOS METODOS DEL ESTUDIO DE LA BIBLIA

Consideraremos los métodos más provechosos al estudio de la Biblia, antes de considerar las condiciones fundamentales al provechoso estudio de la Biblia. Muchas de las personas que lean este libro podrán quizás amedrentarse al principio por la aparente perfección y dificultad de algunos de los métodos sugeridos. Pero ellos no son tan difíciles como aparentan ser. La posibilidad de su uso y de su utilidad han sido probadas en las salas de estudio, y esto no solamente en clases de graduados en colegios, sino en clases formadas por personas de poca educación, y algunas veces de casi ninguna educación. Es verdad, sin embargo, que requieren tiempo y trabajo. Debe recordarse, no obstante, que la Biblia contiene oro, y que cualquiera estará dispuesto a cavar en busca de oro, especialmente si tiene la seguridad de encontrarlo. Es una verdad que se encontrara oro en la Biblia si se busca. A medida que una persona va usando los métodos que aquí se recomiendan, notará que su habilidad en hacer este trabajo irá creciendo por medio del ejercicio, hasta que al fin podrá hacer más trabajo en quince minutos que antes en una hora.

El primer método de estudio sugerido, se verá que es excepcionalmente bueno como educación mental. Cuando una persona haya usado este método por algún tiempo, sus poderes de observación se habrán desarrollado tanto, que de una sola ojeada se hará cargo de lo que, al principio, podía ver únicamente después de mucho estudio y reflexión. Este método de estudio educara también los poderes lógicos, cultivando hábitos de orden, sistema y clasificación, en los procesos intelectuales. El poder de una clara, concisa y fuerte expresión, también se desarrollara. Ningún otro proporciona la oportunidad, para nuestro desarrollo intelectual, en su estudio, que la Biblia. Ningún otro libro, como tampoco ningún otro tema, dará más abundante recompensa en su estudio. La Biblia es muy leída, pero, comparativamente, es poco estudiada. Tal vez algunas personas notaran que el primer método que se sugiere es el método usado en el estudio de la naturaleza; primero, cuidadoso análisis e indagación de los hechos; segundo, clasificación de esos hechos. Pero las verdades de la Revelación trascienden a las de la naturaleza en sublimidad, sugestiones, ayuda y utilidad práctica. También son mucho más accesibles. No todos podemos ser profundos estudiantes de la naturaleza; pero todos podemos ser profundos estudiantes de las Escrituras. Muchas personas que de otra manera serían iliteratas, tienen un profundo conocimiento de las verdades bíblicas. Y este conocimiento lo adquirieron por medio del estudio. Hay personas que han estudiado muy poco otras cosas, pero han estudiado las Escrituras, día tras día, hora tras hora, y su conocimiento de ellas es la admiración, y muchas veces la consternación de los eruditos y teólogos.

CAPITULO II
EL ESTUDIO DE LIBROS INDIVIDUALES

El primer método del estudio de la Biblia que consideraremos, es el estudio de la Biblia por libros individuales. Este método de estudio es el más profundo, el más difícil, pero el que dará mayores y más permanentes resultados. Le damos el primer lugar, porque es nuestra opinión que a él debemos dar la mayor porción de nuestro tiempo.

I. — Lo primero que ha de hacerse es elegir el libro que se ha de estudiar. Este es un asunto muy importante. Si se hace una mala elección, esto puede ser causa de desaliento y de que se abandone el método de estudio que tal vez hubiera dado mayores resultados.

Sera conveniente que el estudiante note los siguientes particulares:

1. Al escoger el primer libro que se ha de estudiar, escójase un libro corto. El escoger un libro largo para comenzar, conducirá al desaliento a cualquiera persona, a menos que posea una rara perseverancia. Ha de pasar tanto tiempo antes de que se vea el resultado final, que lejos de recompensar la labor efectuada, hará que el estudiante ordinario abandone el estudio.

2. Escójase un libro comparativamente fácil. Algunos libros de la Biblia presentan graves dificultades que no se encontraran en otros libros. Es de desearse encontrar y vencer estas dificultades más tarde; pero este no es trabajo para ser hecho por un principiante. Cuando los poderes hayan sido educados por el uso, puede hacerse esto provechosa y satisfactoriamente, pero, en el principio, el estudiante se encontraría pronto dando tropiezos. La primera epístola de Pedro es un libro sumamente precioso, pero varios de los pasajes más difíciles, de la Biblia se encuentran en él. Si no fuera por estos pasajes difíciles, sería un buen libro para ser recomendado al principiante; pero en vista de estas dificultades no es prudente hacerlo el tema de un estudio completo hasta más tarde.

3. Escójase un libro que sea suficientemente rico en enseñanzas para ilustrar las ventajas de este método de estudio y así avivar los deseos de hacer otros estudios de la misma índole. Cuando se haya ido a través de un libro razonablemente grande y completo, según el método de estudio que se ha de describir, se tendrá tantos deseos de hacerlo, que de seguro hará que se encuentre tiempo u oportunidad para subsecuentes estudios de la misma clase.

La primera epístola de Pablo a los Tesalonicenses es un libro que reúne todas las condiciones indicadas. Es corto, no tiene grandes dificultades de interpretación, significado o doctrina, y es sumamente rico en enseñanzas. Tiene además la ventaja de ser la primera, en orden cronológico, de las epístolas Paulinas. La primera epístola de Juan no es un libro difícil, y es uno de los libros más ricos de la Biblia.

II. El segundo trabajo que hay que hacer, es conocer a fondo los contenidos generales del libro. El método para hacer esto es muy sencillo. Consiste meramente en leer el libro a través, sin detenerse, una y otra vez, por ejemplo, una docena de veces, en una sola ocasión. A una persona que nunca ha probado de hacerlo, le parecerá que esto no vale mucho, pero cualquier hombre pensador que lo haya hecho, pensara de distinta manera. Es maravilloso como un libro adquiere nuevo significado y belleza con esta clase de familiarización. Así se empieza a poner de manifiesto; nuevas relaciones de las diferentes partes del libro empiezan a revelarse por sí mismas; líneas de encantadores pensamientos esparcidos en el libro, aparecen a la vista. El libro es conocido en su totalidad, y las relaciones de las varias partes entre sí, son aprendidas, y se pone el fundamento para el estudio inteligente de esas partes por separado.

El Rev. J. M. Gray, un gran amante de la Biblia y prominente maestro de ella, dice que por muchos años en su ministerio tuvo “un inadecuado y poco satisfactorio conocimiento de la Biblia Inglesa.” La primera idea práctica para el estudio de la Biblia la recibió de un seglar. Este hermano tenía una paz y regocijo en su experiencia cristiana poco usuales, lo que atribuía a la lectura de la epístola a los Efesios. El Sr. Gray le preguntó como la había leído, y él le contesto que un domingo había llevado al bosque un ejemplar de bolsillo de la epístola, que la leyó, sin parar, doce veces, y que cuando regreso a la ciudad se había posesionado de la epístola, o mejor dicho, sus maravillosas verdades se habían posesionado de él. Este era el simple secreto que el Sr. Gray había estado esperando y por el que había orado. Desde entonces el Sr. Gray estudia su Biblia de esta manera y ha venido a ser un nuevo libro para él.

III. — El tercer trabajo es hacer una introducción al libro. Escríbase por separado en el margen de varias hojas de papel, o de tarjetas, las siguientes preguntas: (1) ¿Quien escribió este libro? (2) ¿A quién lo escribió? (3) ¿Dónde lo escribió? (4) ¿Cuándo lo escribió? (5) ¿Qué motivo el que lo escribiera? (6) ¿Cuál era su propósito al escribirlo? (7) ¿En qué circunstancias estaba el autor cuando lo escribió? (8) ¿En qué circunstancias estaban aquellas personas a quienes lo escribió? (9) ¿Qué ojeadas nos da el libro de la vida de su autor? (10) ¿Cuáles son las principales ideas del libro? (11) ¿Cuál es la verdad central del libro? (12) ¿Cuáles son las características del libro?

Habiendo preparado estas hojas de papel o tarjetas, con estas preguntas en ellas, póngalas al lado una de otra ante Ud. en su mesa de estudio y vaya a través del libro que estudia, despacio, y, al llegar a la contestación de una de estas preguntas, escríbala en el papel o tarjeta correspondiente. Tal vez sea necesario ir a través del libro varias ocasiones para poder hacer bien este trabajo, completa y satisfactoriamente; pero la recompensa que se obtendrá vale la pena de hacerlo así. Cuando se haya terminado de hacer el trabajo, y solo entonces, sería conveniente, si es posible, comparar los resultados obtenidos con los que otros han obtenido. (Un libro que puede servir como una ilustración de esta clase de trabajo introductorio es el llamado “Análisis de los Libros de la Biblia”, por el Dr. B. C. Taylor). (N. del T.) La introducción que una persona pueda preparar por sí misma, valdrá más para ella, que cualquiera otra que pueda conseguir, preparada por otra persona. Este trabajo, en sí mismo, es una buena educación de las facultades de percepción, comparación y razonamiento.

Las contestaciones a las preguntas que hemos formulado, serán encontradas algunas veces en algún libro conexo. Por ejemplo, si estamos estudiando una de las epístolas Paulinas, la contestación a nuestras preguntas pueden ser encontradas en los Actos de los Apóstoles, o en la epístola escrita a los cristianos del lugar en el cual fue escrita la que estamos estudiando. Por supuesto, todas las preguntas que aquí se han sugerido no tendrán aplicación a todos los libros de la Biblia.

Si alguna persona no está dispuesta a dar a esta labor el tiempo y trabajos necesarios, la parte introductoria puede ser omitida, pero solo haciendo un gran sacrificio. Hay pasajes aislados en algunas epístolas que jamás podrán ser correctamente entendidos, a menos que no sepamos a quien fueron escritos. Muchas falsas interpretaciones de la Biblia surgen del hecho que pasajes de aplicación local son tornados como de autoridad general. Así, también, muchas veces surgen falsas interpretaciones por aplicar a los incrédulos lo que fue escrito para los santos. Conociendo la ocasión en que el libro fue escrito, muchos pasajes que de otra manera permanecerían obscuros, se presentan claros y de fácil interpretación. El retener en la mente las circunstancias porque atravesaba el autor del libro que se estudia, cuando lo escribió, servirá para dar mayor fuerza a sus propias palabras. Cuando recordemos que la jubilosa epístola a los Filipenses, con sus repetidos “regocijaos en el Señor”, y sus “en nada estéis solícitos; sino que en todo dense a conocer vuestras peticiones delante del Señor por la oración y el ruego, con hacimientos de gracias. Y la paz de Dios que sobrepuja a todo entendimiento, guardara vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús”, fue escrita por un prisionero que esperaba una probable sentencia de muerte, aparecerá mucho más significativa. Teniendo en mente el principal propósito por el cual un libro fue escrito, ayudara más a interpretar las exhortaciones incidentales en sus propias relaciones. En verdad, la contestación a todas las preguntas será de gran valor para el trabajo subsiguiente, así como tienen valor en el trabajo presente.

IV. — El cuarto trabajo es dividir el libro que se estudia en sus propias secciones. Este trabajo no es indispensable, pero sí de gran utilidad. Debe irse a través del libro, marcando las divisiones que aparecen en los pensamientos. Después, váyase a través de estas divisiones, buscando las subdivisiones naturales que pueda haber en ellas y marcándolas. En este trabajo de dividir la epístola, la Versión Revisada (o cualquier otra versión semejante), que no tiene los versículos separados de una manera mecánica e irracional, sino que está dividida de acuerdo con un plan racional y lógico, será de gran ayuda. Habiendo encontrado estas divisiones de un libro, debe procederse a darle a cada sección su propio título. Trate de hacer que este título o encabezamiento sea un estado preciso del contenido general de la sección. Debe buscarse también que sean tan tersos y llamativos que puedan ser fácilmente retenidos en la mente. Si es posible, debe buscarse que los encabezamientos de las subdivisiones estén en conexión con el encabezamiento general de la división a que pertenece. No debe tratarse de elaborar mucho una división al principio. La siguiente división de 1a de Pedro, que carece de muchas subdivisiones, servirá como una simple ilustración de lo que se quiere decir:

1. Cap. 1:1-2. Introducción y salutación a los extranjeros en Ponto, etc.
2. Cap. 1:3-12. La herencia reservada en los cielos y la salvación preparada a aquellos peregrinos que, en medio de multiformes tentaciones, son guardados por el poder de Dios por medio de la fe.
3. Cap. 1:13-25. La conducta de los peregrinos durante los días de su peregrinación.
4. Cap. 2:1-10. El santo llamamiento, posición y destino de los peregrinos.
5. Cap. 2:11-12. La conducta del peregrino durante los días de su peregrinación.
6. Cap. 2:13-17. Deberes del peregrino para con los gobiernos humanos bajo los cuales él vive.
7. Cap. 2:18-3:7. Los deberes de varias clases de peregrinos.

a. Cap. 2:18-25. El deber de los siervos para con sus amos, robustecido por el ejemplo de Cristo bajo la injusticia y el oprobio.
b. Cap. 3:1-6. Deberes de las esposas para con sus esposos.
c. Cap. 3:7. Deberes de los esposos para con sus esposas.

8. Cap. 3:8-12. La conducta de los peregrinos del uno para con el otro.
9. Cap.3:13-32. Sufrimientos del peregrino por causa de la justicia.
10. Cap. 4:1-6. Separación del peregrino de las prácticas de aquellos entre los cuales el pasa los días de su peregrinación.
11. Cap. 4:7-11. El viaje del peregrino se acerca a su fin, y su conducta en los últimos días.
12. Cap. 4:12-19. El peregrino sufriendo con Cristo y por Cristo.
13. Cap. 5:1-4. El deber y el premio de los ancianos.
14. Cap. 5:5-11. La manera de vivir de los peregrinos — con humildad, confianza y firmeza.
15. Cap. 5:12-14. Conclusión y bendición.

V. — El quinto trabajo que hay que hacer es: tomar cada versículo en su orden, y estudiarlo.

1. Lo primero que hay que hacer en este estudio del libro, versículo por versículo, es encontrar el significado exacto de cada verso. ¿Cómo ha de hacerse esto? Hay tres maneras de encontrar el significado exacto de un versículo.

(a) Lo primero que hay que hacer es encontrar el significado exacto de las palabras usadas. Se encontraran dos clases de palabras: aquellas cuyo significado es perfectamente claro, y aquellas cuyo significado es dudoso. Esta dentro de lo posible encontrar el significado preciso de estas palabras dudosas. Esto no se obtiene consultando un diccionario. Ese es un método muy fácil y peligroso para encontrar el significado escritural de una palabra. El único medio seguro a este respecto es estudiar el uso de la palabra en la misma Biblia, y particularmente en uno de los escritos bíblicos de aquella persona cuyo libro estemos estudiando. Para el estudio del uso de las palabras de la Biblia, debe tenerse una concordancia. Todos los pasajes en los cuales aparece la palabra cuyo significado se busca, deben ser encontrados y estudiados, y en esta manera el significado preciso de cada palabra será determinado. La comprensión de muchas doctrinas importantes de la Biblia, depende del significado que se le dé a una palabra. Así, por ejemplo, hay dos escuelas de teología en cuanto al significado de la palabra “justificar”. Aquí, la cuestión critica es: si la palabra “justificar” significa »hacer justo”, o si su significado es »declarar o tener por justo”. La correcta interpretación de muchos pasajes de la Biblia depende del significado que se le dé a una palabra. Se debe buscar en todos los pasajes de la Biblia, en que la palabra ocurra, y no quedara duda con respecto al uso bíblico y significado de la palabra que se estudia. Los pasajes Deut. 21:1; Exo. 23:7; Isa. 5:23; Luc. 16:15; Rom. 2:13; 3:23-24; Luc. 18:14; Rom. 4:2-8 servirán para ilustrar el uso bíblico.

Es sorprendente como muchos problemas intrincados en la interpretación de las Escrituras son resueltos por el simple examen del uso bíblico de las palabras. Por ejemplo, uno de los asuntos más discutidos al presente, es el significado de 1a Juan 1:7. ¿Enseña este pasaje que “la sangre de Jesucristo nos limpia” de toda la culpa del pecado; o enseña que “la sangre de Jesucristo” nos libra de la misma presencia del pecado, en manera tal que por la sangre de Jesucristo el pecado que mora en nosotros es completamente desarraigado? Muchas de las personas que lean esta pregunta la contestaran ex abruptamente, de una u otra manera; pero contestar de manera ex abrupta preguntas como esta, es una mala manera de contestarlas. Tome su concordancia y busque todos los pasajes de la Biblia en los cuales aparezca la palabra “limpia” en conexión con “sangre”, y la pregunta le será contestada conclusivamente y para siempre. Nunca crea que conoce el verdadero significado de un versículo, hasta que haya determinado el significado de las palabras dudosas que aparecen en él, por medio del examen del uso bíblico. Aun cuando se tenga la casi seguridad de conocer el verdadero significado de las palabras, no es bueno estar muy seguro hasta tanto no se haya estudiado en esta forma.

(b) El segundo paso que hay que dar para conocer el significado de un versículo es notar cuidadosamente el contexto (lo que viene antes y después del texto). Muchos versículos, si se estudian por si solos, pueden tener diversas interpretaciones, pero si se estudia lo que viene antes y después, no habrá más que una sola interpretación posible. Tómese, por ejemplo, a Juan 14:18, “no os dejaré huérfanos. Yo vendré a vosotros”. ¿A qué se refiere Cristo cuando dice »Yo vendré a vosotros”? Un comentador dice que él se refiere a su reaparición a los discípulos después de su resurrección, para confortarlos. Otros dicen que se refiere a su segunda venida. Y otros que se refiere a su venida por la obra del Espíritu Santo, para manifestarse a sus discípulos y hacer morada con ellos. ¿A cuál se refiere él? ¿Cuándo los »doctores disienten,” puede un simple lego decidir? Sí, muy a menudo, y seguramente en este caso. Si alguno se fija cuidadosamente en lo que Jesús dice en los versículos que preceden inmediatamente (vers. 15-17), y los versículos que van seguidamente (19-26), no tendrá duda alguna con respecto a la venida a que Cristo se refiere. El lector puede ver esto por sí mismo, estudiándolo.

Una gran proporción de las molestas cuestiones de interpretación bíblica, puede ser solucionada con este simple método de notar el contexto. Muchos de los sermones que se oyen, llegan a ser absurdos cuando uno se toma el trabajo de notar la forma en que el predicador interpreta el texto y cuan completamente distintos son los pensamientos del sermón a las ideas del texto, cuando se miran a través del contexto.

(c). El tercer paso para conocer el correcto y preciso significado del versículo, es el examen de los pasajes paralelos, esto es, los pasajes en que tratan del mismo asunto — pasajes, por ejemplo, que hacen otro relato del mismo discurso o evento, o los pasajes que son, evidentemente, un comentario del versículo que se estudia. Muy a menudo, después de haber estudiado las palabras del contexto muy cuidadosamente, quedamos aun indecisos sobre cuál de las dos o tres interpretaciones que son posibles en un versículo es la que el autor se propuso enseñar. En este caso, siempre hay en la Biblia pasajes que resolverán este asunto. Tómese, por ejemplo a Juan 14:3, “Vendré otra vez y os tomare a mí mismo, para que donde yo estoy vosotros también estéis”. Una cuidadosa consideración de las palabras usadas, en su relación mutua, nos auxiliara mucho en la determinación del significado de este pasaje; pero aun encontramos entre los comentadores, cuyo testimonio debería de ser de algún valor, estas cuatro interpretaciones: Primero, la venida a que aquí se hace referencia es la venida de Cristo a la hora de la muerte, para to mar consigo al creyente, como en el caso de Esteban. Segundo, la otra venida en la resurrección. Tercero, la venida por el Espíritu Santo. Cuarto, la otra venida de Cristo cuando el regrese personal y gloriosamente al fin de las edades. ¿Cuál de estas cuatro interpretaciones es la correcta? Lo que se ha dicho ya del versículo 18 parece solucionar el asunto, pero no es así; porque no está del todo claro que la venida de que se habla en el versículo 3 es la misma a que se hace referencia en el versículo 18, toda vez que lo que se dice de las dos venidas es completamente diferente. En un caso es la venida de Cristo para »tomaros a mí mismo, para que donde yo estoy vosotros también estéis”; en el otro caso es la venida de Cristo para manifestarse a nosotros y hacer morada en nuestros corazones. Pero, afortunadamente, hay un versículo que viene a solucionar el asunto, un comentario inspirado sobre las palabras de Cristo. Este versículo es I Tes. 4: 16, 17. Esto se verá más claramente si ponemos los dos pasajes en líneas paralelas:

Juan 14:3. Vendré otra vez y os tomaré a mí mismo para que donde yo estoy vosotros también estéis. 1 Tes. 4:16-17. Porque el mismo Señor descenderá. Nosotros seremos arrebatados a recibir al Señor. Y así estaremos siempre con el Señor.

Los dos pasajes son manifiestamente semejantes en los tres hechos asentados, y sin duda se refieren al mismo acontecimiento. Pero si se estudia cuidadosamente a I Tes. 4:16-17, se verá con toda claridad a que venida del Señor se hace ahí referencia. Estos son los tres pasos que hay que dar para llegar a conocer el significado de un versículo. Requieren trabajo, pero es un trabajo que cualquier persona puede hacer, y cuando así venimos a conocer el significado de un versículo, llegamos a la conclusión de que tal significado es correcto. Después de dar estos tres pasos, será bueno consultar los comentarios para ver si nuestras conclusiones están de acuerdo con las de estos comentadores. Antes de que procedamos a explicar lo que además de esto tenemos que hacer, después de conocer el significado de un versículo, debemos decir que Dios se ha propuesto ensenar alguna verdad en cada versículo de las Escrituras, y cada interpretación, desde dos a doce, no es tan buena como la otra. Al estudiar cada versículo de la Biblia no deberíamos preguntar, ¿qué puede ensenarse con esto? sino, ¿qué es lo que esto enseña? y no debemos descansar satisfechos hasta que hayamos resuelto este asunto. Por supuesto, un versículo puede tener una interpretación primordial y otras menos importantes y más lejanas. Por ejemplo, una profecía puede tener su significado primordial en alguna persona o cosa, v. g., en Salomón, y luego un más remoto y completo cumplimiento en Cristo.

2. Aún no hemos terminado con un versículo cuando hemos encontrado su significado. Lo siguiente que debemos hacer es analizarlo. Este es uno de los trabajos de más interés y utilidad. Es también una manera de educar las varias facultades del intelecto. La manera de hacer esto es: examinar con cuidado un versículo y luego preguntarse uno a sí mismo, ¿que enseña este versículo? y seguidamente comenzar a escribir: este versículo enseña, 1. . . ; 2. . . ; 3. . . ; etc. A primera vista es muy probable que no se vean más que dos o tres enseñanzas del versículo, pero a medida que se examina, una y otra vez, las enseñanzas irán multiplicándose, y entonces nos admiraremos de como un versículo puede enseñar tantas cosas, y se tendrá una siempre creciente idea de la divinidad del Libro.

Se cuenta que un joven fue a ver al Profesor Agasiz deseando estudiar ictiología con él. El Profesor le dio un pez para que lo estudiara, diciéndole que volviera cuando lo hubiera estudiado a fondo, para obtener otra lección. Después de algún tiempo el joven volvió donde estaba el Profesor Agasiz y le dijo todo cuanto había observado en aquel pez. Cuando hubo terminado de hablar, con gran extrañeza por su parte, el Profesor le volvió a dar el mismo pez, diciéndole que lo estudiara aun más. El joven volvió al Profesor, habiendo estudiado profundamente y descubierto nuevos hechos acerca del pez, y pensando que ya nada mas tenía que estudiar en él; pero nuevamente se le dio el pez para estudiarlo, y así fueron pasando, lección tras lección, hasta que a aquel estudiante le fue enseñado para lo que servían sus facultades, y también a hacer el trabajo. De la misma manera deberíamos nosotros estudiar la Biblia. Debemos estudiar una y otra vez el mismo versículo de la Biblia, hasta que hayamos obtenido, hasta donde nos sea posible, todo el significado que pueda tener. Entonces resultara que cuando volvamos a estudiar el versículo, después de algunos meses, encontraremos en él lo que antes no encontrábamos. Tal vez una ilustración de este método de análisis no sea inútil. Tomemos a 1a de Pedro 1:1-2. (Aquí tenemos un caso en que la división del versículo de las versiones comunes es tan manifiestamente ilógica y absurda que en nuestro análisis no lo podemos estudiar por sí solo, sino que hemos de tomar dos versículos juntos. Y esto sucederá muy a menudo). Esto versículos enseñan:

(1) Esta epístola es de Pedro.
(2) Pedro, el que escribió esta epístola era un apóstol de Jesucristo.
(3) A Pedro le agradaba pensar y hablar de sí mismo como de uno enviado por Jesucristo. (Compárese 2 Ped. 1:1). (Nota — Apóstol es la forma griega de la voz latina »misionero”).
(4) El nombre Jesucristo (usado dos veces en estos dos versículos), significa:

a. Salvador.
b. Ungido.
c. Cumplidor de las profecías Mesiánicas del A. Testamento. “Cristo” tiene especialmente referencia al reino terrenal de Cristo.

(5) Esta epístola fue escrita a los elegidos, especialmente a los elegidos que eran extranjeros de la dispersión en Ponto, esto es, en el antiguo campo de labores de Pablo.
(Nota — El asunto de si al hablar de la dispersión se implica que esta epístola era destinada para los judío-cristianos, se verá al estudiar la introducción de la Epístola).
(6) Los creyentes son:

a. Elegidos o escogidos de Dios.
b. Predestinados por Dios.
c. Santificados por el Espíritu.
d. Rociados por la sangre de Jesucristo.
e. Extranjeros o peregrines en la tierra.
f. Objeto de gracia multiplicada.
g. Poseedores de paz multiplicada.

(7) Elección.

a. ¿Quiénes son los elegidos? Los creyentes. Comp. el ver. 5.
b. ¿A que son elegidos?

(a). A la obediencia.
(b). A ser rociados con la sangre de Jesús.

c. ¿Conforme a que son ellos elegidos? La presciencia de Dios. Comp. Rom. 8:29, 30.
d. ¿En que son elegidos? En la santificación del Espíritu.

La prueba de la elección. Obediencia. Comp. 2 Pedro 1:10. La obra de las tres Personas de la Trinidad en la elección.

a. El Padre pre-conoce.
b. El Hijo limpia de culpa por su sangre.
c. El Espíritu santifica.

(8) Dios es el Padre de los elegidos.
(9) La humanidad de Cristo: se ve en la mención de su sangre.
(10) La realidad del cuerpo de Cristo: se ve en la mención de su sangre.
(11) Es por su sangre y no por su ejemplo, que Cristo libra del pecado.
(12) El primero y más grande deseo de Pedro, y su oración por aquellos a quienes escribió, era que la gracia y paz les fuera multiplicada.
(13) El que el hombre tenga ya gracia y paz, no es una razón para que cese de orar pidiéndolas, sino que debe ser un incentivo para seguir orando porque más gracia y paz le sean dadas.
(14) La gracia precede a la paz. Compárense todos los pasajes en que aparezcan juntas estas palabras.

Esto que hemos hecho aquí es solamente una ilustración de lo que queremos dar a entender cuando decimos que debe analizarse el versículo. Todo el Libro debiera estudiarse en esta forma.

Hay tres reglas que estudiar al hacer este trabajo analítico: 1° No se debe incluir nada en el análisis que no esté claramente enseñado en el versículo. Una de las mayores faltas cometidas al estudiar la Biblia, es darle a los versículos la interpretación que no fue el propósito de Dios darle. Algunos hombres tienen sus doctrinas favoritas, y las ven donde quiera, aun donde Dios no las ve. No importa que una doctrina sea muy verdadera, preciosa o escritural; no debe ser incluida en el análisis si claramente no se encuentra en el versículo. Una considerable experiencia obtenida en clases donde se hacia este trabajo, me obliga a hacer énfasis en esta regla. 2° Trátese de averiguar todo lo que enseña un versículo. Esta regla puede ser observada solo relativamente. Los versículos de la Biblia son tan profundos que una gran parte de su significado pasará desapercibido, pero debe profundizarse hasta tanto que parezca que el versículo no da más de sí. 3° Anótese lo que se ha averiguado, con tanto cuidado como sea posible. No hay que sentirse contento con poner en el análisis algo parecido a lo que es la significación del versículo, sino que debe ponerse en el análisis lo que precisamente se encuentre en el versículo.

VI. — El sexto trabajo en el estudio del libro es la clasificación de los resultados obtenidos en el análisis de los versículos. Por medio del análisis de los versículos se habrán descubierto y anotado un gran número de hechos. El trabajo que ahora corresponde hacer es poner estos hechos en forma ordenada. Para hacer esto, hay que ir cuidadosamente a través del análisis, anotando los asuntos que se tratan en la epístola. Anótense estos temas tan pronto como se tenga conocimiento de ellos. Después de hacer una lista completa de los temas que se han encontrado en el libro, escríbanse estos temas, por separado, en tarjetas u hojas de papel, y luego, yendo nuevamente a través del análisis, cópiese en su respectiva tarjeta u hoja de papel, los puntos que en el análisis le corresponda; por ejemplo, todo lo que respecta a Dios, el Padre, en el papel o tarjeta en el cual este escrito este tema. La clasificación general debe ir seguida de una subdivisión más completa y detallada. Supongamos que estamos estudiando la primera epístola de Pedro. Habiendo terminado nuestro análisis de la epístola, y estudiándolo con cuidado, encontraremos que en ella se tratan, a lo menos, los siguientes temas: (1) Dios. (2) Jesucristo. (3) El Espíritu Santo. (4) El Creyente. (5) Esposas y esposos. (6) Siervos. (7) El Nuevo nacimiento. (8) La Palabra de Dios. (9) Las Escrituras del Antiguo Testamento. (10) Los Profetas. (11) La Oración. (12) Los ángeles. (13) El Diablo. (14) Bautismo. (15) El Evangelio. (16) La salvación. (17) El Mundo. (18) El Cielo. (19) Humildad. (20) Amor.

Estos temas servirán para encabezamientos generales. Pero después que los materiales encontrados en el análisis han sido reunidos bajo estos encabezamientos, se verá que pueden subdividirse en otras muchas subdivisiones naturales. Por ejemplo, los materiales reunidos bajo el encabezamiento “Dios”, pueden subdividirse en esta forma:

1. Sus nombres. (El material a este respecto es muy rico).
2. Sus atributos. (Esto debería ser subdividido otra vez:

(1) Su santidad.
(2) Su poder.
(3) Su presciencia.
(4) Su fidelidad.
(5) Su paciencia.
(6) Su gracia. Hay veinticinco o más referencias a la gracia en la epístola.
(7) Su misericordia.
(8) Su imparcialidad.
(9) Su severidad.

3. El juicio de Dios.
4. La voluntad de Dios.
5. Lo que es aceptable a Dios.
6. Lo que es propio de Dios.
7. La morada de Dios.
8. El dominio de Dios.
9. La obra de Dios. Lo que Dios hace.
10. Las cosas de Dios, v. g., “el brazo poderoso de Dios”, “el pueblo de Dios”, “la casa de Dios”, “el Evangelio de Dios”, “la palabra de Dios”, “los oráculos de Dios”, etc., etc.

Una ilustración completa de la manera de hacer este trabajo de clasificación de las enseñanzas o doctrinas de un libro, probablemente demostrará mejor la manera de hacer esta obra, más bien que una declaración abstracta, y también ilustrara, en parte, cuan fructífero es este método de estudio. Tomaremos otra vez 1a de Pedro — sus enseñanzas con respecto al creyente.

LO QUE LA EPISTOLA ENSENA CON RESPECTO AL CREYENTE

I. — Sus privilegios.

1. Su elección.

a. Es pre-conocido del Padre, 1:2.
b. Es elegido de Dios, 1:1.
c. Es elegido por Dios de acuerdo con su presciencia, 1:2.
d. Es elegido de Dios para obedecer, 1:2.
e. Es elegido para ser rociado con la sangre de Jesús, 1:2.
f. Es elegido en santificación del Espíritu, 1:2.

2. Su llamamiento.

a. Por quien ha sido llamado: Dios, 1:15. El Dios de toda gracia, 5:10.
b. A lo que ha sido llamado: A la imitación de Cristo sobrellevando con paciencia los sufrimientos por causa del bienhacer, 2:20-21. A bendecir a los que injurian, 3:9. De las tinieblas a la luz admirable de Dios, 2:9.
c. A la gloria eterna de Dios, 5:10.
d. En quien es llamado: En Cristo, 5:10.
e. El propósito de su llamamiento: Para que anuncie las virtudes de Aquel que le ha llamado, 2:9. Para que pueda heredar una bendición, 3:9.

3. Su regeneración. Ha sido engendrado de nuevo.

a. De Dios, 1:3.
b. Para una esperanza viva, 1:3.
c. Para su herencia incorruptible, sin mancha, que no puede marchitarse, reservada en los cielos, 1:4.
d. Por la resurrección de Jesucristo.
e. De simiente incorruptible por la palabra del Dios viviente, 1:23.

4. Su redención.

a. No con cosas corruptibles como oro o plata, 1:18.
b. Con sangre preciosa, la sangre de Jesucristo, 1:19.
c. De su vana manera de vivir, recibida de sus padres, 1:18.
d. Sus pecados han sido llevados por Cristo sobre el madero, 2:24.

5. Su santificación. Es santificado por el Espíritu, 1:2.
6. Su purificación. Es purificado por la sangre, 1:2.
7. Su seguridad.

a. Es guardado por el poder de Dios, 1:5.
b. Es guardado para alcanzar la salvación que está aparejada para ser revelada en el postrimero tiempo, 1:5.
c. Dios le cuida, 5:7.
d. Puede echar toda su ansiedad en Dios, 5:7
e. El Dios de toda gracia lo perfeccionara, establecerá y confirmara, después que hubiese padecido un poco de tiempo, 5:10.
f. Nadie puede dañarlo si es celoso de lo bueno, 3: 12.
g. No será avergonzado, 2:6.

8. Su gozo.

a. El carácter de su gozo.

(1) Su presente gozo. Un gran gozo, 1:8. Un gozo inenarrable, 1:8. Un gozo lleno de gloria, 1:8.
(Nota — Este presente gozo no puede ser apagado cuando tiene que sufrir aflicción por causa de múltiples tentaciones, 1:6).
(2) Su futuro gozo: excesivo, 4:13.

b. En lo que se regocija:

(1) En la salvación preparada para ser revelada en los postrimeros tiempos, 1.6.
(2) Por causa de su fe en el invisible Jesucristo, 1:8.
(3) En la participación de las aflicciones de Cristo, 4:13.

c. En lo que se regocijará:

(1) En la revelación de la gloria de Cristo, 4:13.
Nota — El presente gozo en la participación de los sufrimientos de Cristo es la condición para el excesivo gozo en la revelación de la gloria de Cristo, 4:13.

9. Su esperanza.

a. Carácter de su esperanza.

(1) Una esperanza viva, 1:3.
(2) Una esperanza razonable, 3:15.
(3) Una esperanza interna, “en vosotros”, 3:15.

b. En quien está cifrada esta esperanza.

(1) En Dios, 1:21.

c. El fundamento de esta esperanza.

(1) La resurrección de Jesucristo, 1:3-21.

10. Su salvación.

a. Una salvación pasada.

(1) Ha sido rescatado, 1:18-19.
(2) Ha sido sanado, 2:24.
[Nota del editor: Hemos omitido una nota difícil de traducir aquí]

b. Una salvación presente.

(1) Está ahora recibiendo la salvación de su alma, 1:9.

c. Una salvación creciente, por medio del engerimiento de su palabra, 2:2.
d. Una salvación futura, lista para ser revelada en los postrimeros tiempos, 1:5.

11. Las posesiones del creyente.

a. Dios como su Padre, 1:17.
b. Cristo como su:

(1) Llevador de pecados, 2:24.
(2) Modelo, 2:21.
(3) Compañero de aflicciones, 4:13.

c. Una esperanza viva, 1:3.
d. Una herencia incorruptible, que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos, 1:4.
e. Gracia y paz multiplicadas, 1:2.
f. Por su alimento, leche no adulterada, 2:2.
g. Dones para el servicio — cada creyente tiene o puede tener algún don, 4:10,

12. Lo que son los creyentes.

a. Un linaje escogido, 2:9.
b. Un real sacerdocio, 2:9.
c. Un sacerdocio santo, 2:9.
d. Una nación santa, 2:9.
e. Un pueblo de posesión exclusiva de Dios, 2:9.
f. Piedras vivas, 2:5.
g. La casa de Dios, 4:7.
h. Una casa espiritual, 2:5.
i. El rebaño de Dios, 5:2.
j. Hijos de obediencia, 1:14.
k. Participantes de los sufrimientos de Cristo, 4:13.
l. Participantes de la gloria que ha de ser revelada, 5:1.
m. Transeúntes o extranjeros, 1:1.
n. Extranjeros en la tierra: no tienen derechos civiles aquí; su ciudadanía está en los cielos, 2:11; Comp. Filip. 3:20.
o. Caminantes, en viaje hacia otro país, 2:11.
p. Un cristiano: representante de Cristo, 4:16.

13. Las posibilidades del creyente.

a. Puede morir al pecado, 2:24.
b. Puede vivir a la justicia, 2:24.
Nota. — Debemos morir al pecado si queremos vivir a la justicia, 2:24.
c. Puede seguir las pisadas de Cristo, 2:21.
d. Puede cesar en el pecado, 4:1.
e. Puede cesar en las concupiscencias de los hombres, 4:2.
Nota — Es por medio de los sufrimientos en la carne que el creyente puede cesar al pecado y a las concupiscencias de los hombres, para vivir la voluntad de Dios.

14. Lo que fue en beneficio del creyente.

a. El ministerio de los profetas fue para su beneficio, 1:12.
b. La hermosura de Jesús, 2:7.

15. No clasificado.

a. El Evangelio le es predicado en el Espíritu Santo, 1:12.
b. Gracia le ha de ser traída en la revelación de Jesucristo, 1:8, Comp. Efes., 3:7.
c. Ha gustado que el Señor es benigno, 2:3.

II. — Las pruebas y sufrimientos del creyente.

1. El hecho de las pruebas y sufrimientos del creyente, 1:6.
2. La naturaleza de los sufrimientos y las pruebas del creyente.

a. Soporta agravios, sufriendo injustamente, 2:19.
b. Sufre por causa de la justicia, 3:14.
c. Sufre por hacer el bien, 3:17; 2:20.
d. Sufre como cristiano, 4:16.
e. Está sujeto a diversas tentaciones, 1:6.
f. Es puesto en tristezas por diversas tentaciones, 1:6.
g. Se murmura de él como de un malhechor, 4:15
h. Su buena manera de vivir es revelada, 3:16.
i. De él se habla mal por causa de que vive una vida de separación, 4:4.
j. Es reprochado por causa del nombre de Cristo, 4:14.
k. Está sujeto a terribles pruebas, 4:12.

3. Estímulos para los creyentes que padecen terribles pruebas y sufrimientos.

a. Es preferible sufrir haciendo bien que haciendo mal, 3:17.
b. El juicio es de la Casa de Dios, y el presente juicio de los creyentes, por medio de las pruebas, no es comparable al fin futuro de aquellos que no obedecen al Evangelio, 4:17.
c. Bienaventurado es el creyente que sufre por causa de la justicia, 3:14, Comp. Mat. 5:10-12.
d. Bienaventurado es el creyente que es reprochado por el nombre de Cristo, 4:14.
e. El Espíritu de Gloria y el Espíritu de Dios son sobre el creyente que sufre reproche por causa del nombre de Cristo, 4:14.
f. La aflicción de los creyentes es solo por un poco de tiempo, 1:6.
g. El sufrimiento del creyente es solo por un poco de tiempo, 5:10.
h. Este sufrimiento por un poco de tiempo, va seguido de la gloria de Dios, que es eterna, 5:10.
i. Este sufrimiento por un poco de tiempo es para la prueba de la fe, 1:7.
j. Las terribles tribulaciones son una prueba, 4:12.
k. La fe, así probada, es más preciosa que el oro, 1:7.
l. La fe probada por diversas tribulaciones, resultara en la alabanza, honor y gloria, en la revelación de Jesucristo, 1:7.
m. Es para que su fe probada resulte en alabanza, honor y gloria en la manifestación de Jesucristo, por lo que el creyente es sujeto, por un poco de tiempo, a diversas tribulaciones, 1:7.
n. Es agradable a Dios cuando un creyente, por conciencia para con Dios, soporta agravios, padeciendo injustamente, 2:19.
o. Es agradable a Dios que un creyente sufra con paciencia por causa del bien- hacer, y por ello tiene que sufrir padecimientos, 2:20.
p. Por el sufrimiento en la carne cesamos al pecado, 4:1.
q. Los que hablan mal de nosotros tendrán que dar cuenta de ello a Dios, 4:5.
r. Otros hermanos creyentes sobrellevan también estos sufrimientos, 5:9.
s. Cristo sufrió por nosotros, 2:21.
t. Cristo una vez sufrió por los pecados (una vez para siempre), el Justo por los injustos, a fin de podernos traer a Dios, siendo puesto a la muerte en la carne, pero vivificado en el espíritu, 3:18.
u. Cristo dejó al creyente un modelo para que pueda seguir sus pisadas, 2:21.
v. En nuestras terribles pruebas somos hechos participantes de los sufrimientos de Cristo, 4:13.
w. Cuando su gloria sea revelada, nos regocijaremos con gozo extremado, 4:13.

4. Como el creyente debe sobrellevar sus pruebas y sufrimientos.

a. El creyente no debe extrañarse de sus terribles tribulaciones, 4:12.
b. El creyente debe esperar terribles tribulaciones, 4:12.
c. Cuando el creyente sufre como cristiano, que no se avergüence, 4:16.
d. Cuando el creyente sufre como cristiano, que glorifique a Dios en este nombre, 4:16.
e. Cuando el creyente sufre terribles pruebas, debería regocijarse, por cuanto que es participante de los sufrimientos de Cristo, 4:13.
f. Cuando el creyente sufre, que no devuelva ultraje por ultraje, amenaza por amenaza, sino que encomiende su causa a Aquel que juzga justamente, 2:23.
g. Cuando el creyente sufre, él debe, obrando en lo que es bueno, encomendar su alma a Dios, como fiel Creador, 4:19.

III. Los peligros del creyente.

1. El creyente está expuesto a caer en las concupiscencias carnales que guerrean contra el alma, 2:11.
2. El creyente está expuesto a caer en pecado, 2:20.
3. El creyente está expuesto a caer en pecado de carácter grave. (Nótese en este verso las terribles posibilidades que dormitan en el corazón del creyente, aun del más sincero).
4. Las oraciones del creyente pueden ser estorbadas, 3:7.
5. El creyente está en peligro de que su gran llamamiento y destinación lo tienten a despreciar las leyes y las autoridades humanas, 2:12.
6. El creyente está en peligro de que su gran llamamiento le lleve a perder de vista sus humildes obligaciones para con sus amos humanos, 2:18.
7. Los creyentes jóvenes están en peligro de menospreciar la voluntad y la autoridad de los ancianos creyentes, 5:5.

IV. — La responsabilidad del creyente.

1. Cada creyente tiene una responsabilidad particular, 4:10.
2. La responsabilidad de cada creyente es según el don que haya recibido, 4:10.

V. — Los deberes del creyente.

1. Lo que el creyente debería ser.

a. Ser santo en su manera de vivir.

(1) Porque Dios es santo, 1:15.
(2) Porque está escrito “habéis de ser santos” 1:16

b. Ser semejante a Aquel que le ha llamado, 1:15-16.
c. Ser sobrios (o de un espíritu vigilante, sosegado, pensador), 1:13; 4:7; 5:8.
d. Ser sobrios, o de un espíritu vigilante, etcétera, para la oración, 4:7.
e. Ser de mente sana, porque el fin de todas las cosas se acerca, 4:7.
f. Ser vigilantes, 5:8.
g. Ser firmes en la fe, 5:9.
h. Ser sujetos a toda institución humana.

(1) Por causa del Señor, 2:13.
(2) Al rey como soberano, 2:13.
(3) A los gobernadores como enviados del rey, para castigo de los malos y para alabanza de los que hacen bien, 2:14.
(4) Porque así es la voluntad de Dios, 2:5.

i. Ser de un mismo ánimo, 3:8.
j. Ser simpáticos, 3:8. (Versión Moderna)
k. Ser compasivos, 3:8.
l. Ser corteses, 3:8.
m. Estar prontos.

(1) Siempre.
(2) A dar razón a todo hombre de la esperanza que hay en él.
(3) Con mansedumbre y temor.
(4) Para que sean avergonzados los que vituperan su buena manera de vivir en Cristo, 3:16.

n. No deben turbarse, 3:14.

2. Lo que el creyente no debe hacer.

a. El creyente no debe conformarse a las concupiscencias de la vida antigua de ignorancia, 1:14.
b. El creyente no debe devolver mal por mal, 3:9.
c. El creyente no debe devolver ultraje por ultraje, 3:9.
d. El creyente no debe temer el temor del mundo, 3:14.
e. El creyente no debe vivir más tiempo para las concupiscencias de los hombres, 4:2.

3. Lo que el creyente debe hacer.

a. Debe vivir como hijo de obediencia, 1:14.
b. Pasar en temor el tiempo de su peregrinación aquí, 1:17.
c. Abstenerse de las concupiscencias de la carne que guerrean contra el alma, 2:11.
d. Observar la voluntad de Dios como la absoluta ley de vida, 2:15.
e. Gobernar su conciencia por la voluntad de Dios, y no por la conducta de los hombres, 2:19.
f. Santificar a Cristo en su corazón como Señor, 3:15, Comp. Isa. 8:13.
g. Vivir el tiempo que le queda en la carne, en la voluntad de Dios, 4:2.
h. Poner aparte.

(1) Toda malicia, 2:1.
(2) Todo engaño, 2:1.
(3) Las hipocresías, 2:1.
(4) Las envidias, 2:1.
(5) Toda suerte de maledicencia, 2:1.

i. Llegarse al Señor como a una roca viva, 2:4.
j. Manifestar las excelencias de Aquel que le llamó de las tinieblas a su luz maravillosa, 2:9.
k. Armarse del mismo pensamiento que Cristo, esto es, para padecer en la carne, 4:1.
l. Echar todo su cuidado sobre Dios, puesto que Dios cuida de él, 5:7.
m. Permanecer firme en la verdadera gracia de Dios, 5:12.
n. Resistir al Diablo, 5:9.
o. Humillarse bajo la poderosa mano de Dios, 5:5.

(1) Porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes, 5:5-6.
(2) A fin de que Dios pueda ensalzarlo a su debido tiempo, 5:6.

p. Glorificar a Dios cuando sufre como cristiano, 4:16.
q. Cuidarse de no tener que sufrir como ladrón, o malhechor, o por entremeterse en los asuntos ajenos, 4:15.
r. Regocijarse — en las terribles pruebas, 4:13.
s. Su deber para con distinta clase de personas.

(1) Para con Dios, temor, 2:17.
(2) Para con el rey, honor, 2:17.
(3) Para con los amos — estar en sujeción con todo temor (no solamente a los buenos y apacibles, sino también a los de áspera condición), 2:18.
(4) Para con la hermandad. Amor, 2:17; 1:22; 4:8. Amor del corazón, 1:22. Amor ferviente-intenso, 1:22; 4:8. Ceñirse de humildad, como con el vestido de siervo, el uno para con el otro, esto es:

1° Ser siervos el uno del otro.
2° Ostentar la humildad como prueba de disposición a servirse el uno al otro, 5:5; Comp. Juan 13:4-5. Ministrar entre los hermanos el don que ha recibido de Dios, como buen dispensador de la gracia multiforme de Dios, 4:10. Usar de hospitalidad el uno para con el otro, sin murmuraciones, 4:9. Saludarse los unos a los otros con beso santo, 5:14.

(5) Para con los que le ultrajan. Devolver bendición por ultraje, 3:9.
(6) Para con los gentiles. Tener una manera honrosa de vivir entre los gentiles, 2:12. Notas. Primera razón por que su manera de vivir entre los gentiles debe ser honrosa: para que los gentiles puedan glorificar a Dios en el día de la visitación, 2:12. Segunda: Esta manera honrosa de vivir debe consistir en buenas obras que puedan ser vistas de los gentiles, 2:12.
(7) Para con los insensatos. Por medio del bien hacer enmudecer su ignorancia, 2:15.
(8) Para con todos los hombres — honor, 2:17.
Nota — Los deberes de los esposos creyentes, del uno para con el otro, vienen en una clasificación aparte y especial.

t. Desear la leche no adulterada de la Palabra, 2:2.
u. Ceñir los lomos de su ánimo, 1:13.
v. Crecer, 2:2.
w. Tener su esperanza puesta completamente en la gracia que le ha de ser traída en la manifestación de Jesucristo, 1:13.

VI — Las características del creyente.

1. Su fe y esperanza están puestas en Dios, 1:21.
2. Cree en Dios por medio de Jesucristo, 1:21.
3. Invoca a Dios como Padre, 1:17.
4. Cree en Dios aunque jamás le ha visto, 1:8.
5. Ama a Cristo aunque jamás le ha visto, 1:8.
6. Es tornado al Pastor y Obispo de su alma, 2:25.
7. Ha purificado su alma en obediencia a la verdad, 1:22.
8. Siente amor no fingido hacia sus hermanos, 1:22.
9. Tiene una buena manera de vivir, 3:16.
10. No corre junto con los gentiles, entre los que vive, a los mismos excesos de disolución (vive una vida aparte), 4:4.
11. Detiene su lengua del mal, 3:10. Detiene sus labios para que no hablen engaño, 3:10.
12. Se aparta del mal, 3:11.
13. Hace bien, 3:13.
14. Busca la paz, 3:11.
15. Sigue la paz, 3:11.
Nota — Desde el número 11 at 14 deberían aparecer, muy propiamente, en la clasificación de deberes.

VII. — La batalla del creyente. El creyente tiene una batalla ante sí, 4:1. El pensamiento de Cristo es una buena armadura para ir a la batalla, 4:1. La batalla es con el Diablo, 5:8-9. La victoria es posible para el creyente, 4:9. La victoria se obtiene por medio de la firmeza en la fe, 5:9.

VII. — Ahora llegamos al séptimo y último trabajo que es necesario hacer. Esto consiste en meditar en, y así digerir, los resultados obtenidos. A primera vista podría parecer que, cuando se ha completado la clasificación de los resultados, nuestra labor ha terminado, pero no es así. Estos resultados son para ser usados: Primero, para apropiación y solaz personal; y en segundo lugar, para ser dados a otros. La apropiación de los resultados se efectúa por medio de la meditación en ellos. Así como no hemos terminado de comer cuando los manjares se han colocado ordenadamente en la mesa, así tampoco habremos terminado de estudiar un libro cuando meramente hayamos clasificado sus contenidos. Los manjares se colocan en la mesa para ser comidos, digeridos, asimilados. Uno de los grandes errores cometidos en el estudio de la Biblia, al presente, estriba precisamente en esto. Se ha observado, analizado, clasificado; pero no se ha meditado. Tal vez no haya nada más importante en el estudio de la Biblia como la meditación. (Véase Josué 1:8; Sal. 1:2-3). Debe recorrerse, muy despacio, las enseñanzas ya clasificadas, meditando en los puntos que presentan, uno tras otro, hasta que estas maravillosas verdades se vivifiquen ante nuestra vista y se introduzcan en nuestros corazones, y vivan en nosotros y lleguen a ser parte de nuestro ser. Y esto debe hacerse repetidamente. Nada contribuirá tanto como la meditación a hacer a una persona un grande y original pensador u orador. En este mundo son muy pocas las personas que piensan.

El método de estudio que se ha delineado en este capítulo puede ser acortado en conformidad con el tiempo y la industria del estudiante. Por ejemplo, puede omitirse el trabajo (V) Quinto e ir a través del libro en su totalidad, marcando sus enseñanzas sobre diferentes doctrinas. Esto acortará y simplificará grandemente el trabajo. Pero también quitara una gran parte de la riqueza de los resultados, porque no llegarán a ser tan completos, tan apropiados eruditos, y además no es una de las mejores disciplinas mentales. Pero algunas personas son muy holgazanas, y el mundo vive hoy muy de prisa. Así que si no se puede seguir el plan en todas sus partes, se sugiere que se siga el plan más corto. Toda persona puede ser, con tal que lo desee, un estudiante, por lo menos en el asunto más importante que darse pueda — el estudio de la Biblia. Un plan todavía más corto y sin embargo provechoso, en este estudio por libros, si no se dispone de tiempo para hacer otra cosa, es: hacer el trabajo Segundo (II) y luego ir a través de la epístola, versículo por versículo, buscando todas las referencias. Pero instamos a nuestros lectores a que traten de seguir el método complete descrito en este capítulo, aunque sea usando uno de los libros más cortos de la Biblia.

CAPITULO III
ESTUDIO TOPICO

El segundo método para el estudio de la Biblia es el método tópico. Este método consiste en buscar, a través de toda la Biblia, sus enseñanzas sobre varios temas o tópicos. Este es tal vez el método más fascinador para el estudio de la Biblia. El produce los más grandes resultados inmediatos, pero no los más grandes resultados permanentes. Es un método que tiene sus ventajas. La única manera de poder conocer profundamente un asunto, es yendo a través de toda la Biblia, anotando sus enseñanzas sobre este asunto. Cualquiera asunto importante se posesionara del corazón de un cristiano, si este se toma el trabajo de ir a través de toda la Biblia, desde el Génesis hasta Revelación, notando lo que ella tiene que decir sobre este asunto. De esta manera también tendrá una más profunda y correcta comprensión de este asunto, de la que antes había tenido. Se dice que hace algunos años Moody se propuso estudiar el tema »gracia” de esta manera. Según fue desarrollándose esta doctrina ante su mente, su corazón comenzó a arder, hasta que al fin, posesionado completamente de este asunto, salió a la calle corriendo, y sujetando por el brazo al primer hombre que encontró, le dijo: “¿Conoce Ud. la gracia?” “¿Qué gracia?”, fue la contestación. “La gracia de Dios que trae salvación”. Entonces derramó su alma en la exposición de esta doctrina. Si algún hijo de Dios quiere estudiar los temas “Oración”, o “Amor”, o “Fe”, o cualquiera otra gran doctrina bíblica, en esta forma, su corazón se llenará de esta doctrina completamente. Jesús evidentemente estudió las Escrituras del Antiguo Testamento en esta forma, porque leemos que “comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras las cosas tocantes a él”. (Luc. 24:27). Este método de estudio hizo que el corazón de aquellos dos discípulos que le acompañaron hasta Emaús ardiera dentro de ellos. (Luc. 24:32). Parece que Pablo siguió a su Maestro en el uso de este método de estudio y enseñanza. (Hch. 17:2-3).

Pero este método tiene también sus peligros. Su misma fascinación es un peligro. Por causa de la fascinación de este método muchas personas llegan a abandonar todo otro método de estudio, y este es un gran mal. Un conocimiento completo y acabado de la Biblia no puede ser adquirido por este método de estudio. Un solo método de estudio no bastará al estudiante que quiera tener un conocimiento profundo y bien equilibrado de las Escrituras. Pero el mayor peligro consiste en esto: que cada persona, es casi seguro, que tendrá una serie de tópicos o temas en los que se encuentra especialmente interesada, y si estudia la Biblia tópicamente, a menos que este precavida y tenga una gran fuerza de voluntad, es más que probable que estudiará, una y otra vez, ciertos temas, llegando así a estar profundamente versada en cierta fase de la verdad; pero descuidará otros temas de igual importancia, y esto hará que sus conocimientos sean parciales e incompletos. Jamás conoceremos una verdad completamente, hasta que la estudiemos en su relación con otras verdades. Yo conozco, por ejemplo, personas que están interesadas en la segunda venida de Cristo, y que hacen que la mayor parte de sus estudios bíblicos versen sobre este tema. La doctrina de la Segunda Venida del Señor es por demás preciosa, pero hay en la Biblia otras doctrinas que el hombre necesita conocer, y es una insensatez estudiar solamente una doctrina. Conozco otras personas cuyo interés y estudio encuentra su centro en el tema “Saneamiento Divino”. Se dice de un hombre que confesó a un amigo suyo que había dedicado su tiempo por espacio de muchos años al estudio del numero »Siete” de la Biblia. Este, por supuesto, es un caso extremo, pero sirve para ilustrar los peligros del método tópico. Es casi seguro que no podremos abarcar toda la verdad de la Biblia, si en su estudio usamos el método tópico solamente. Unas pocas reglas concernientes al método de estudio tópico es probable que sean de utilidad a la mayor parte de los lectores de este libro.

1. — Sea sistemático. No siga su propio gusto en la elección de temas. No estudie el tema que se le presente incidentalmente. Haga una lista de todos los tópicos o temas que le sugiera su mente y que sean tratados en la Biblia. Haga esta lista tan comprensible y completa como le sea posible. Después estudie estos temas, uno por uno, en su orden lógico. La siguiente lista de temas la damos como una sugestión. Cada persona puede agregar a esta lista los temas que se le presenten y subdividir los temas generales en sus propias subdivisiones.

Lista de temas o tópicos

Dios.
Dios como Espíritu.
La Unidad de Dios.
La Eternidad de Dios.
La Omnipresencia de Dios.
La Personalidad de Dios.
La Omnipotencia de Dios.
La Omnisciencia de Dios.
La Santidad de Dios.
El Amor de Dios.
La Justicia de Dios.
La misericordia y amante benevolencia de Dios.
La Veracidad de Dios.
La Gracia de Dios.

Jesucristo.
La Divinidad de Jesucristo.
La Subordinación de Jesucristo al Padre.
La Naturaleza humana de Jesucristo.
El Carácter de Jesucristo.
Su santidad.
Su amor a Dios.
Su amor a los hombres.
Su amor hacia las almas.
Su Compasión.
Su Devoción.
Su Mansedumbre y humildad.

La Muerte de Jesucristo.
El propósito de su muerte.
¿Por qué murió Cristo?
¿Por quién murió Cristo?
Los resultados de la muerte de Cristo.

La Resurrección de Jesucristo.
El hecho de la resurrección.
Los resultados de la resurrección.
La importancia de la resurrección.
La manera en que se efectuó la resurrección.

La Ascensión y Exaltación de Jesucristo.

El Regreso o Segunda Venida de Jesucristo.
El hecho de la Segunda Venida.
La manera en que se efectuará la Segunda Venida.
El propósito de la Segunda Venida.
Los resultados de la Segunda Venida.
El tiempo en, que se efectuara la Segunda Venida.
El Reinado de Jesucristo.

El Espíritu Santo.
La Personalidad del Espíritu Santo,
La Deidad del Espíritu Santo.
La distinción que existe entre el Espíritu Santo, Dios el Padre y el Hijo, Jesucristo.
La subordinación del Espíritu Santo al Padre y al Hijo.
Nombres del Espíritu Santo.
La Obra del Espíritu Santo.
En el Universo.
En los humanos en general.
En los creyentes.
En el Profeta y en el Apóstol.
En Jesucristo.

El hombre.
Su Condición original
Su Caída.
La presente actitud del hombre ante Dios y la presente actitud del hombre fuera de la Redención que es en Cristo Jesús.
El destino futuro de aquellos que rechazan la redención que es Cristo Jesús.

La Justificación.
El Nuevo Nacimiento.
La Adopción.
La seguridad de la salvación de los creyentes.
La Carne.
La Santificación.
La Purificación.
La Consagración.
La Fe.
El Arrepentimiento.
La Oración.
Acción de gracias.
Alabanza.
Adoración.
Amor a Dios.
Amor a Jesucristo.
Amor al hombre.
El destino futuro de los creyentes.

Ángeles.
Su naturaleza y posición.
Su número.
Su morada.
Su carácter.
Su trabajo.
Su destino.

Satán o el Diablo.
Su existencia.
Su naturaleza y posición.
Su morada.
Su trabajo.
Nuestro deber para con él.
Su destino.

Demonios.
Su existencia.
Su naturaleza.
Su trabajo.
Su destino.

Al estudiante que tenga suficiente perseverancia, puede recomendársele que, habiendo preparado una lista como esta, comience por el primer tema o tópico y los recorra todos, uno por uno, hasta llegar al último, buscando todo lo que la Biblia dice sobre estos temas. Esto es lo que el autor de este libro ha hecho, y así se ha posesionado de la verdad de una manera inconmensurable, lo que jamás obtuvo en sus estudios algo extenso de teología sistemática. Muchos, sin embargo, se atemorizaran de la aparente inmensidad de este trabajo. A tales personas les recomendamos que comiencen por elegir aquellos temas que les parezcan más importantes. Pero más temprano o más tarde, debe hacerse un estudio completo de lo que la Biblia enseña con respecto a Dios y al hombre.

II. — Haga un estudio completo. Al estudiar cualquier tema, uno no debe sentirse contento con solo examinar unos cuantos pasajes de la Biblia que tengan referencia con este asunto, sino que debe buscar, hasta donde sea posible, todos los pasajes de la Biblia que con ese asunto se relacionan. Mientras exista un solo pasaje en la Biblia relacionado con cualquier asunto, y que no se haya examinado, no se habrá obtenido un completo conocimiento de este asunto. ¿Cómo podremos encontrar todos los pasajes de la Biblia que tengan referencia al mismo asunto? 1° Por medio del uso de una Concordancia. Busque todos los pasajes en que aparezca la misma palabra; luego busque todos los pasajes en que aparezcan palabras sinónimas. Si, por ejemplo, se está estudiando el tema “oración”, deben buscarse todos los pasajes que tengan la palabra “orar” y sus derivados, y también todos los pasajes en que aparezcan palabras semejantes, como “llamar”, “clamar”, “pedir”, suplicar”, “intercesión”, etc. 2° Por el uso de un libro de textos bíblicos. (1) Un libro de textos bíblicos presenta, de manera ordenada, todos los pasajes de la Biblia, no por las palabras usadas, sino por los asuntos tratados, y hay muchos versículos, por ejemplo sobre la oración, en los cuales no aparece la palabra “oración”, como tampoco ninguna de las palabras sinónimas. 3° Los pasajes que no aparezcan usando la Concordancia o el libro de textos, serán encontrados en el estudio de la Biblia por libros, o a medida que leemos las Escrituras en curso, y así nuestro tratamiento de los temas será siempre creciente.

III. — Sea exacto. Debe buscarse el significado exacto de cada pasaje que se esté considerando. Estudie cada pasaje en su conexión y trate de encontrar su significado, en la forma en que se ha sugerido en el capítulo »Estudio de Libros Individuales”. El estudio tópico es hecho muchas veces de manera impropia. Los pasajes, cuando son sacados de su conexión, son estirados o mezclados por una conexión superficial del uno para con el otro, y sin ningún miramiento a su sentido o enseñanza reales, ¡y a esto se llama “Estudio Tópico”! Esto ha sido causa de que este método de estudio haya perdido su reputación. Pero se puede ser tan exacto y erudito en el estudio tópico como en cualquiera otro método de estudio, y cuando se es exacto, los resultados serán muy instructivos y agradables, y jamás serán engañosos. Pero los resultados serán seguramente engañosos y poco satisfactorios si este trabajo se hace de manera descuidada y poco exacta.

IV. — Clasifique y anote sus resultados. En el estudio de un tema importante se obtendrá muchísimo material. Habiendo obtenido este material, proceda a ponerlo en forma ordenada. Al examinarlos cuidadosamente se verán las verdades que deben ir agrupadas; entonces deben estas ser colocadas ordenadamente. A continuación se da una ilustración de este estudio tópico. Estudiaremos lo que la Biblia enseña sobre la Deidad de Jesucristo.

Jesucristo: Su Divinidad

1. Nombres Divinos.

a. Luc. 22:70. »El Hijo de Dios.” Este nombre es dado a Cristo cuarenta veces. Además de este nombre, las expresiones sinónimas “Su Hijo,” »Mi Hijo,” son frecuentemente usadas. Que este nombre, según le es aplicado a Cristo, es un nombre distintivamente Divino, aparece de Juan 5:18.
b. Juan, 5:18. “El Unigénito Hijo de Dios.” Este nombre ocurre cincuenta veces. Es seguro que el aserto de que “Jesucristo es el Hijo de Dios solamente en el mismo sentido en que todos los otros hombres son hijos de Dios,” carece de verdad. Comp. Mar. 12:6. Aquí, el mismo Jesucristo, habiendo hablado de todos los profetas como siervos de Dios, habla de sí mismo como de “uno” “un hijo amado.”
c. Rev. 1:17. “El Primero y el Postrero.” Comp. Isa. 41:4; 44:6. En estos últimos pasajes es “Jehová,” “Jehová de los ejércitos,” el que aparece como “el primero y el postrero.”
d. Rev. 22:12, 13, 16.

Primero, “el Alfa y Omega.”
Segundo, “el principio y el fin.”
En Rev. 1:8, es el Dios Todopoderoso el que aparece como “el Alfa y el Omega.”

e. Actos 3:14. “El Santo.” En Oseas 11:9 y otros muchos pasajes, es Dios el que aparece como “Santo.”
f. Mat. 3:1; Luc. 2:11; Act. 9:17; Juan 20:28; Heb. 1:11. “El Señor.” Este nombre o título es usado con referencia a Cristo en centenares de ocasiones. La palabra traducida “Señor” es usada con referencia a hombres, nueve veces en el Nuevo Testamento a saber: Act. 16:30; Efes. 4:1; Juan 12:21, pero no en el sentido en que le es aplicada a Cristo. De él se habla como de “el Señor,” en la misma manera en que Dios es. Véase Act. 4:26 y Act. 4:32. Nótese también Mat. 22:43-45; Filip. 2:21; Efes. 4:5. En cualquier duda que se tuviere sobre la actitud de los apóstoles de Cristo con respecto a él como Divino, deben leerse, uno tras otro, todos los pasajes en que aparece como “Señor.”
g. Act. 10:36. “Señor de todos.”
h. I Cor. 2:8. “El Señor de gloria.” En el Salmo 24:8-10 es Jehová de los ejércitos” el que aparece como “Rey de Gloria.”
i. Isa. 9:6.

(1) “Admirable” (Véase Jueces 23:18).
(2) “Dios Fuerte.”
(3) “Padre Eterno.”

j. Heb. 1:8. “Dios.” En Juan 20:28 Tomás llama a Cristo “mi Dios,” y es grandemente criticado por no haberlo creído antes.
k. Mat. 1:23. “Dios con nosotros.”
l. Tito 2:13. “Nuestro gran Dios.”

Proposición. Diez y seis nombres que claramente implican Deidad se aplican a Cristo en la Biblia, algunos de ellos repetidamente, llegando los pasajes en que ellos aparecen a centenares.

2. Atributos divinos.

a. Omnipotencia.

(1) Luc. 7:14-15; 8:54-55. El Hijo de Dios tiene poder sobre la muerte, ésta está sujeta a su palabra.
(2) Mat. 8:26-27. Jesús tiene poder sobre los vientos y la mar, ambos están sujetos a su palabra.
(3) Efes. 1:20-23. Cristo está muy por encima de todos los principados y poderíos y dominios, y sobre todo nombre que es nombrado, no solo en este mundo, sino también en el que ha de venir. Todas las cosas son puestas bajo sus pies. Todas las jerarquías del mundo angélico están bajo su dominio.
(4) Heb. 1:3. El hijo de Dios sustenta todas las cosas por la palabra de su poder. Proposición. Jesucristo, el Hijo de Dios, es Omnipotente.

b. Omnisciencia.

(1) Juan 4:16-19. Jesús conoce la vida de los hombres, aun sus más secretos pensamientos.
(2) Mar. 2:8; Luc. 5:22; Juan 2:24-25 (Act. 1:14). Jesús conoce los secretos pensamientos de los hombres. El conocía a todos los hombres. El sabía lo que había en el hombre. (Véase 2 Cron. 6:30; Jer. 17:9-10. Aquí vemos que solo Dios conoce los corazones de los hijos de los hombres).
(3) Juan 6:24. Jesús sabía desde el principio que Judas había de entregarle. No solo los pensamientos presentes de los hombres, sino también sus futuros propósitos le son conocidos.
(4) Juan 1:48. Jesús sabía lo que hacían los hombres que se encontraban distantes de él.
(5) Luc. 22:10-12; Juan 13:1; Luc. 5:4-8. Jesús conocía el futuro, no solamente en lo que respecta a los actos de Dios, sino también en lo que respecta a los más mínimos y específicos actos de los hombres, y aun hasta de los peces de la mar.
Nota — Muchas, si no todas estas demostraciones de su conocimiento, podrían expresarse, si no permanecieran aisladas, diciendo que el Omnisciente Dios reveló todas las cosas específicas a Jesús.
(6) Juan 21:17; 16:30; Col. 2:3. Jesús conocía todas las cosas; en él estaban encerrados todos los tesoros de conocimiento y sabiduría.
Proposición. Jesucristo es Omnisciente.
Nota — Hubo, por parte de Jesús, como veremos cuando estudiemos la humanidad de Crista, una abnegación y ocultamiento de los ejercicios de su inherente y divina Omnisciencia. Mar. 11:12-14; Filip. 2:7).

c. Omnipresencia.

(1) Mat. 18:20. Jesucristo está presente en todo lugar donde dos o tres se reúnen en su nombre.
(2) Mat. 28:20. Jesucristo está con cualquiera que vaya a cualquiera parte del mundo a hacer discípulos, etc.
(3) Juan 3:13. El hijo del hombre estaba en el cielo al mismo tiempo que estaba en la tierra.
(4) Juan 14:20; 2 Cor. 13:5. Jesucristo está en cada creyente.
(5) Efes. 1:23. Jesucristo lo llena todo en todo.

Proposición. Jesucristo es Omnipresente.

d. Eternidad. Juan 1:1; Miq. 5:2; Col. 1:17; Isa. 9:6; Juan 17:5. (Véase Juan 6:62; 8:53; 1 Juan 1:1, 27); Heb. 13:8.

Proposición — El hijo de Dios existe desde la eternidad.

e. Inmutabilidad. Heb. 13:8; 1:12. Jesucristo es incambiable. Jesucristo no solo es siempre, sino que es siempre el mismo.
f. Filip. 2:6. Jesucristo, antes de su encarnación, era en la forma de Dios.
Nota — La palabra »Morphe” traducido »forma” significa la »forma por la cual una persona o cosa hiere la visión óptica; el parecido externo.” (Thayer, Gr.-Eng. Lex. of the N. T.)
g. Col. 2:9. En Cristo reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente.

Proposición. Cinco o más atributos, distintivamente divinos, son adscritos a Jesucristo, y toda la plenitud de la Divinidad se dice que reside en él.

3. Oficios Divinos.

a. Creación. Heb. 1:10; Juan 1:3; Col. 1:16. El Hijo de Dios, el Eterno Verbo, el Señor, es el creador de todas las cosas creadas.
b. Preservación. Heb. 1:3. El Hijo de Dios es el preservador de todas las cosas.
c. El perdón de pecados. Mar. 2:5-10; Luc. 7:48-50. Jesucristo tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.
Nota — El enseñó que los pecados eran pecados cometidos contra su persona. En Luc. 7:40-47, ambos, Simón y la mujer, como pecadores, eran deudores a él, pero en el Salmo 51:4 se dice que el pecado es cometido contra Dios y contra Dios solamente.
d. Resurrección de los muertos. Juan 6:39-44; 5:28-29. Jesucristo es el que resucita a los muertos.
Preg. ¿No resucitaron muertos también Elías y Eliseo? No; Dios resucitó los muertos en contestación a sus oraciones, pero Jesucristo resucitará los muertos por su sola palabra. Durante los días de su humillación fue por la oración que Jesucristo resucitó muertos. Juan 11:41.
e. Transformación de los cuerpos. Filip. 3:21. Jesucristo transformará el cuerpo de nuestra humillación en semejanza a su cuerpo glorioso.
f. Juicio. 2 Tim. 4:1. Jesucristo juzgará a los vivos y a los muertos.
Nota — El mismo Jesús hizo énfasis en el carácter divino de este oficio. (Juan 5:22-23).
g. Dador de vida eterna. Juan 10:18; 17:2.

Proposición — Siete oficios distintivamente divinos son atribuidos a Jesucristo.

4. Declaraciones que en el A. T. se hacen de Jehová Dios y que en el N. T. son usadas con referencia a Cristo.

a. Sal. 102:24-27. Comp. Heb. 1:10-12.
b. Isa. 40:3-4. Comp. Mat. 3:3; Luc. 1:68, 69, 76.
c. Jer. 11:20; 17:10. Comp. Rev. 11:23.
d. Isa. 60:19. (Zac. 2:5); Comp. Luc. 2:32.
e. Isa. 6:1; 3:10. Comp. Juan 12:37-41.
f. Isa. 8:13-14. Comp. I Ped. 2:7-8.
g. Num. 21:6-7. Comp. I Cor. 10:9.
h. Isa. 8: 12-13. Comp. I Ped. 3:14-15.
i. Sal. 23:1; Isa. 40:10-11. Comp. Juan 10:11.
j. Eze. 34:11; 12:16. Comp. Luc. 19:10.
k. Señor en el A. T. siempre se refiere a Dios, excepto cuando en el contexto claramente dice otra cosa. Señor en el N. T. siempre se refiere a Cristo, excepto cuando en el contexto indica otra cosa.

Proposición — Muchas declaraciones que en el A. T. se hacen distintamente de Jehová Dios, en el N. T. se usan con referencia a Cristo Jesús, esto es, en los pensamientos y doctrinas del N. T. Jesucristo ocupa el lugar que Jehová ocupa en los pensamientos y doctrinas del A. T.

5. La manera en que el nombre de Dios el Padre y el de Jesucristo son unidos. 2 Cor. 13:14. Mat. 28:19. I Tes. 3:11. I Cor. 12:4-6. Tito 3:4-5. Comp. Tito 2:13. Rom. 1:7. (Muchos ejemplos de estas clases) Véanse las epístolas Paulinas. Sant. 1:1. Juan 14:23, “nosotros,” “Dios el Padre y yo.” 2 Ped. 1:1. Col. 2:2. Juan 17:3. Juan 14:1; Comp. Jer. 17:5-7. Rev. 7:10. Rev. 5:13. Comp. Juan 5:23.

Proposición — El nombre de Jesucristo es unido al de Dios el Padre en numerosos pasajes, en una forma en que sería imposible unir el nombre de un ser finito con el de la Divinidad.

6. Divina adoración ha de dársele a Jesucristo.

a. Mat. 28:9; Luc. 24:52; Mat. 14:33. Comp. Act. 10:23-26; Rev. 22:8-9. Mat. 4:9-10. Jesucristo recibió sin hesitación la adoración que hombres buenos y ángeles tributaron con honor.
Preg. ¿El verbo traducido adoración en estos pasajes, no se usa para significar la reverencia dada a los hombres de elevada posición? Sí, pero no es usada en esta forma por los adoradores de Jehová, como puede verse por la manera en que Pedro y el ángel rechazaron la adoración que se les quiso rendir.
b. I Cor. 1:2; 2 Cor. 12-8-9; Act. 7:59. La oración ha de hacerse a Cristo.
c. Sal. 45:11; Juan 5:23; Comp. Rev. 5:8-9, 12, 13. Es la voluntad del Padre que todos los hombres rindan al Hijo el mismo honor que rinden al Padre.
d. Heb. 1:6; Filip. 2:10-11. (Comp. Isa. 45:21, 23). El Hijo de Dios, Jesús, ha de ser adorado por ángeles y hombres en la misma forma en que Dios es adorado. Proposición — Jesucristo es una personalidad que ha de ser adorado por ángeles y por hombres en la misma forma en que Dios es adorado.

Proposición General — Por el uso de numerosos nombres divinos; por serle adscritos atributos distintivamente divinos; por serle aplicados varios oficios divinos; por aplicar a Cristo en el N. T. declaraciones que en el A. T. se hacen distintivamente de Dios; por la unión que se hace del nombre de Cristo con el del Padre, en forma en que jamás ha sido posible unir el nombre de un ser finito con el de la Deidad; y por la clara enseñanza de que Cristo debe ser adorado en la misma manera en que Dios es adorado — de todas estas maneras, Dios, en su Palabra, proclama distintamente que Jesucristo es un Ser Divino, que es Dios.

Aún nos queda que hacer una sugestión con respecto al estudio tópico. En la lectura de los libros que vengan a sus manos, debe tratar de encontrar nuevos temas para proseguir en este estudio tópico.

CAPITULO IV
ESTUDIO BIOGRAFICO

Un tercer método de estudio es el biográfico. Este método no necesita definición. Consiste en estudiar la vida, las obras y el carácter de las personas mencionadas en las Escrituras. Es, en realidad, una forma especial del estudio tópico. Puede ser hecho de manera muy interesante e instructiva. Es, especialmente, muy útil para el ministro, por lo que respecta a la composición de sermones, pero también es provechoso para todos los cristianos. Las siguientes sugestiones reportarán ayuda a aquellas personas que no están muy experimentadas en esta clase de trabajo.

1. Coleccione todos los pasajes de la Biblia en que aparezca el nombre de la persona que se está estudiando. Esto puede hacerse fácilmente, buscando en una Concordancia (la de Strong) en el nombre de la persona, y se encontrarán todos los pasajes en que es mencionada.
2. Analice el carácter de la persona. Eso exigirá que se repita la lectura de los pasajes en que es mencionada la persona que se está estudiando. Esto debe hacerse lápiz en mano, a fin de que cualquier característica pueda ser anotada en seguida.
3. — Nótense los elementos de poder y de éxito en el personaje.
4. — Nótense los elementos de debilidad y fracaso.
5. — Nótense las dificultades vencidas.
6. — Nótense los auxilios que el personaje que se estudia ha recibido para el éxito.
7. — Nótense los privilegios de que ha abusado.
8. — Nótense las oportunidades que ha despreciado.
9. — Nótense las oportunidades que ha aprovechado.
10. — Nótense las equivocaciones cometidas.
11. — Nótense los peligros que se han evitado.
12. — Hágase una pequeña biografía de la vida de la persona que se estudia, tratando de que sea tan vivida, tan animada, tan real, como sea posible. Se debe de tratar de reproducir el sujeto que se estudia como una personalidad real y viva. Nótense el lugar y las circunstancias de los acontecimientos, v. g., Pablo en Atenas, Corinto, Filipos. Nótese también la relación que hay en el tiempo de los diferentes acontecimientos. Muy pocas personas, por ejemplo, al leer los Actos de los Apóstoles, notan lo rápidamente que ha pasado el tiempo, y así, tienen los eventos que se han desarrollado en el transcurso de largos años, como continuados. En esta conexión debe notarse la edad, o edad aproximada, del sujeto, en el tiempo en que tuvieron efectividad los acontecimientos en que tomó participación.
13. — De la historia de la vida de la persona que es estudiada, debe aprenderse a epitomar las lecciones que deben aprenderse.
14. — Debe estudiarse la persona en su relación con Jesús, v. g., como tipo de Cristo (José, David, Salomón y otros), como precursor de Cristo, como creyente en Cristo, como enemigo de Cristo, como siervo de Cristo, como hermano de Cristo (Santiago y Judas), como amigo de Cristo, etc., etc.

Sería conveniente comenzar este estudio por una persona que no ocupe mucho lugar en la Biblia, por ejemplo, Noé o Esteban. Por supuesto, no todos los caracteres se prestan a un estudio tan completo como el que hemos indicado.

Los dos siguientes libros son muy sugestivos sobre el estudio biográfico: “Vida de Cristo” y “Vida de Pablo,” por Stalker.

CAPITULO V
ESTUDIO DE TIPOS

Un cuarto método de estudio es el Estudio de Tipos. De esto tenemos ilustración en la misma Biblia, por ejemplo, en la epístola de los Hebreos. Este método de estudio es a la par interesante e instructivo. Nos presenta las más preciosas verdades en lo que en un tiempo teníamos por porción árida e insignificante de la Biblia. No es necesario decir que algunas veces se abusa de este método de estudio. Pero esta no es una razón para que lo desechemos por completo, especialmente si recordamos que Pablo y Jesús eran amigos de usar este método. Los siguientes principios pueden servir para guiarnos en este estudio.

1. — Busque la seguridad de que tiene garantía bíblica para el supuesto tipo. Si se da rienda suelta a la imaginación en este asunto, es seguro que se verán tipos dondequiera, aun en aquellos pasajes en los cuales ni el autor humano del libro, ni el Divino, tuvieron la intención de que los hubiera. Jamás debe decirse “este es un tipo” a menos que se pueda citar un pasaje claro y explícito de las Escrituras en el cual la verdad que se dice ser típica se encuentre definidamente enseñada.
2. — Comience con el tipo más simple y evidente, v. g., la Pascua (comp. Exo. 12 con I Cor. 5:7, etc.), el Sumo Sacerdote, el tabernáculo.
3. — Esté alerta contra lo imaginario. Es casi seguro que cualquiera persona que haya sido bendecida con imaginación y prontitud de discernimiento típico, perderá su fantasía si no le pone riendas. Pero la sensibilidad y sensitividad típica se avivarán y robustecerán por medio del ejercicio circunspecto.
4. — Al estudiar cualquier pasaje de posible sugestión típica, busque todos los otros pasajes de las Escrituras que con el tengan referencia.
5. — Estudie con cuidado los nombres de personas y lugares que se mencionen. Los nombres usados en la Biblia tienen, muchas veces, muy profundos significados. Así, por ejemplo, “Hebrón”, que significa “Alianza”, “Unión”, o “compañerismo”, es profundamente significativo cuando se estudia en conexión con su historia, como son casi todos los nombres de las ciudades de Refugio, y en totalidad todos los nombres que se usan en las Escrituras. ¿Es acaso accidental que Belén, el lugar en el cual nació el Pan de Vida, signifique “Casa de pan”?

CAPITULO VI
EL ESTUDIO DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA EN EL ORDEN EN QUE EN ELLA APARECEN Y EN SU ORDEN CRONOLOGICO

El quinto método de estudio de la Biblia es el antiguo método de estudiar la Biblia en curso, comenzando en Génesis y yendo a través de ella hasta Revelaciones. Este método de estudio es muy ridiculizado al presente, pero tiene algunas ventajas que no posee ningún otro método de estudio. Se dice algunas veces que lo mismo sería comenzar por el primer libro de una biblioteca, leyéndolos todos uno tras otro, para obtener conocimientos, que comenzar por el primer libro de esta Biblioteca de sesenta y seis libros, y leerlos todos, uno tras otro, para obtener conocimiento bíblico. A esto puede contestarse: que si se poseyera una biblioteca que fuera de importancia conocer en su totalidad, que se pudieran entender sus libros separadamente, y que se encontrara tan harmoniosamente entrelazada como la Biblia, este método de ir a través de ella sería excelente. Las ventajas de estudiar la Biblia en curso son: Primero, es el único método por el que se puede obtener una idea de la Biblia en su totalidad. Mientras mejor conozcamos la Biblia en su totalidad, mejor preparados estaremos para conocer sus partes separadamente. Segundo, es el único método por el cual con alguna probabilidad se leerá toda la Biblia, y así se conocerá todo el plan de la Revelación de Dios. Pasaran muchos años antes de que una persona termine de leer toda la Biblia, si la estudia libro por libro, según se ha sugerido en el método tópico. Todas las partes de la Palabra de Dios son igualmente preciosas, y en los pasajes en que menos pensamos encontrarlos, hallaremos tesoros de verdades, v. g., I Cron. 4:10, y solamente encontraremos estos tesoros si estudiamos la Biblia en curso. Tercero, es el mejor método para llegar uno a posesionarse de la unidad de la Biblia y de su carácter orgánico. Cuarto, es un gran correctivo al estudio alocado y parcial de la Biblia. La Biblia es un libro que puede verse desde muchos puntos de vista; es Calvinístico y Arminiano, Trinitario y Unitario, enseña claramente la Deidad de Cristo e insiste en su humanidad, exalta la fe y demanda obras, incita a la victoria por medio de los conflictos y asegura de la manera más vigorosa que la victoria se obtiene por la fe, etc., etc. Si somos demasiado dados a estudiar una sola fase de la verdad, por medio de nuestro estudio de libros individuales, o tópico, y es muy probable que lo seamos, el estudio diario de la Biblia en curso, pronto nos traerá a alguna fase contrastada de la verdad, y esto nos volverá a nuestro propio equilibrio. Algunas personas llegan a la locura por ocuparse demasiado de una sola fase de la verdad. El estudio meditado de la Biblia es un correctivo a esta tendencia. Sería muy conveniente usar tres métodos de estudio a la vez: primero, el estudio por libros; segundo, el estudio de tópicos (tal vez tópicos sugeridos por el estudio de libros); tercero, el estudio en curso de la Biblia. Cualquier otro método de estudio debería ser suplementado por el estudio de la Biblia en curso. Hace algunos años determiné estudiar toda la Biblia en versiones distintas, una versión cada año. Esto me ha demostrado ser excelentemente provechoso, y hoy no estoy dispuesto a abandonar este método.

El sexto método de estudio está en íntima relación con el quinto, y tiene sus propias ventajas, las que aparecerán tan pronto como este método sea descrito. Consiste este método en estudiar las varias partes de la Biblia en su orden cronológico. De esta manera los Salmos son leídos en el lugar que históricamente les corresponde y lo mismo sucede con las profecías, epístolas, etc.

CAPITULO VII
EL ESTUDIO DE LA BIBLIA PARA USO PRÁCTICO EN EL TRATO CON LOS HOMBRES

El séptimo y último método de estudio es: El estudio de la Biblia para uso práctico en el trato con los hombres.

Para estudiar la Biblia en esta forma hágase una clasificación, todo lo más completa que sea posible, de las distintas clases de personas con quienes uno puede estar en relaciones. Escríbase el nombre de cada una de estas clases en la parte superior de las tarjetas o pliegos de papel. Después léase la Biblia despacio, y al llegar a un pasaje que pueda ser útil al tratar con una de estas clases de personas, anótese en la tarjeta o pliego correspondiente. En esta forma se debe ir a través de toda la Biblia. Sería conveniente tener una Biblia especialmente para este trabajo y usar tintas de diferentes colores, o diferentes letras o signos para marcar los pasajes que vengan bien a cada clase de personas. El resultado de los trabajos efectuados por otras personas a este respecto puede encontrarse en un gran número de libros en inglés. El mejor de todos los libros, sin embargo, es el que uno mismo prepara. Los otros libros darán buenas sugestiones con respecto a la forma de efectuar este trabajo. Como una sugestión para el comienzo de este trabajo, damos a continuación una lista de distintas clases de personas, y a la que cada cual puede agregar las clases que se le ocurran.

Los descuidados e indiferentes.
Los que desean ser salvos pero que no saben cómo obtener la salvación.
Los que saben cómo ser salvos pero que tienen dificultad para serlo.
“Soy muy grande pecador”. “Mi corazón es muy duro”.
“Debo ser mejor antes de hacerme cristiano”.
“Temo no permanecer firme”.
“Soy muy débil”.
“He tratado y he fracasado”.
“No puedo abandonar mis perversos caminos».
“Seré perseguido si me hago cristiano”.
“Perjudicare mi negocio si me hago cristiano”.
“He de abandonar muchas cosas”.
“La vida cristiana es muy dura”.
“Temo el ridículo”.
“Perderé mis amistades”.
“No siento nada”.
“He buscado a Cristo sin encontrarlo”.
“He pecado mucho y alejado de mí el día de gracia”.
“Dios no me recibirá”.
“He cometido el pecado que es imperdonable”.
“Es demasiado tarde”.
“¡Los cristianos son tan inconsistentes!”
“Dios me parece injusto y cruel”.
“¡Hay tantas cosas en la Biblia que no puedo entender!”
“Hay algunas personas a quienes no puedo perdonar”.

Los que abrigan una falsa esperanza.
Los que abrigan la esperanza de ser salvos por medio de una vida justa.
Los que abrigan la esperanza de que “Dios es demasiado bueno para condenar a nadie”.
Los que tienen la esperanza de ser salvos por el hecho de tratar de ser cristianos. Los que abrigan la esperanza de poder ser salvos porque “siento que soy cristiano”, o “siento que voy al cielo”.
Los que tienen la esperanza de ser salvos por hacer una profesión de religión, por unirse con la Iglesia, o por una fe que no es la que salva.
Aquellos de quienes falta la seguridad.
Apóstatas.
Escépticos.
Infieles.
Aquellos que desean retardar la decisión.
Católicos Romanos.
Judíos.
Espiritistas.
Cristianos científicos.
Discípulos en secreto.
Los que sufren.
Los perseguidos.
Los desalentados.
Los desesperados.
Los morbosos.
Cristianos mundanos.
Los avaros.

Los resultados de este trabajo serán de valor incalculable. En primer lugar, se obtendrá una nueva idea de cuan perfectamente se adapta la Biblia a las necesidades de cada hombre. En segundo lugar, los pasajes familiares de la Biblia adquirirán un nuevo significado a medida que se estudian en relación con las necesidades de los hombres. Así la Biblia se convertirá en un libro muy vivido. En tercer lugar, al buscar alimento para otras personas, uno mismo será alimentado. Y en cuarto lugar, se obtendrá una gran cantidad de material para ser usado en los sermones, clases bíblicas, servicios de oración, y trabajos personales. También se adquirirá un gran conocimiento de la Biblia.

PARTE II
Condiciones fundamentales para el provechoso estudio de la Biblia

CAPITULO I
LAS CONDICIONES FUNDAMENTALES PARA EL PROVECHOSO ESTUDIO DE LA BIBLIA

Hemos considerado siete Métodos para el estudio provechoso de la Biblia. Pero hay algo, sin embargo, en el estudio de la Biblia, más importante que los mejores métodos, a saber: Las condiciones fundamentales para el estudio provechoso. La persona que reúna estas condiciones sacara más provecho de la Biblia, aun cuando use el más pobre método de estudio, que la persona que no las reúna y use los mejores métodos. Muchos de los que se preguntan: ¿Que método usaré en mi estudio de la Biblia? necesitan algo más importante que los mejores y más modernos métodos — necesitan las condiciones.

1. La primera condición fundamental para el más provechoso estudio de la Biblia es: que el estudiante debe haber nacido de nuevo. La Biblia es un libro espiritual, ella “explica las cosas espirituales con palabras espirituales” (I Cor. 2:13), y solo el hombre espiritual puede entender sus profundos características, y preciosas enseñanzas. “El hombre natural no recibe las cosas de Dios; porque le son insensatez; ni tampoco las puede entender, por cuanto se disciernen espiritualmente” (I Cor. 2:14). El discernimiento espiritual solo se puede obtener de una manera, por el nuevo nacimiento. “A menos que el hombre naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). El mero conocimiento de los idiomas en que la Biblia fue escrita no habilita a una persona para entender las Escrituras, no importa lo extenso y apropiado que sea este conocimiento. Es necesario conocer el divino idioma en que ella fue escrita, el idioma del Espíritu Santo. La persona que conozca el idioma del Espíritu Santo, sacará más provecho de la Biblia, aunque no sepa una palabra de Griego, Hebreo o Arameo, que la que conozca profundamente el Griego, Hebreo, etcétera, y no el idioma del Espíritu Santo. Es un hecho bien demostrado que personas completamente desconocedoras de los idiomas originales en que la Biblia fue escrita, tienen un conocimiento de los contenidos de la Biblia, de sus enseñanzas y de su profunda y perfecta belleza, que sobrepuja al de muchos profesores de facultades teológicas. Uno de los errores del día es poner personas no regeneradas a ensenar la Biblia, solamente por su conocimiento de los idiomas originales en que la Biblia fue escrita. Esto es tan razonable como poner un hombre a enseñar arte porque tiene un poco de conocimiento de las pinturas. Para que un hombre pueda ensenar arte necesita tener el sentido estético. Para que un hombre pueda ser Maestro en los estudios bíblicos, necesita poseer el sentido espiritual. El hombre que posee discernimiento estético, sería mucho más competente para enseñar arte, aunque tuviera poco conocimiento técnico de pintura, que el hombre que posee conocimiento técnico de pintura, pero que carece de discernimiento estético; y así, el hombre que no tiene conocimiento técnico de Griego o Hebreo, pero que posee discernimiento espiritual, es infinitamente un más competente crítico de la Biblia que el que tiene un profundo conocimiento técnico del Griego o del Hebreo, pero que no posee discernimiento espiritual. Es muy triste que en algunas partes se ponga más énfasis en el conocimiento del Griego o Hebreo, al preparar para el ministerio, que en la vida espiritual y su consiguiente discernimiento espiritual. No debe impedirse a las personas no regeneradas el estudio de la Biblia, porque la Palabra de Dios es el instrumento usado por el Espíritu Santo para efectuar la regeneración (I Ped. 1:23; Sant. 1:18); pero es necesario que se entienda que, si bien es verdad que hay enseñanzas en la Biblia que el hombre natural puede entender, y bellezas que puede ver, sus enseñanzas más distintivas y características están más allá de su alcance, y sus más sublimes bellezas pertenecen a un mundo del cual él no tiene ni una vislumbre. La primera condición fundamental para el más provechoso estudio de la Biblia es, por lo tanto, “necesario os es nacer otra vez.” No se puede estudiar la Biblia y obtener el mayor provecho, sin haber nacido otra vez; porque los más ricos tesoros permanecerán ocultos para la persona no regenerada.

2. La segunda condición para el más provechoso estudio, es: sentir amor hacia la Biblia. La persona que come con apetito obtiene más beneficio de aquella comida que la persona que come por deber. Sería muy bueno que todo estudiante de la Biblia pudiera decir con Job, “las palabras de su boca guarde más que mi comida” (Job. 23:12), o con Jeremías, “fueron halladas tus palabras y me las comí; y tus palabras me eran el gozo y el regocijo de mi corazón; pues soy llamado de tu nombre, ¡Oh Jehová de los ejércitos!” (Jer. 15:16). Muchas personas vienen a la mesa que Dios ha preparado en su palabra, sin apetito de alimentación espiritual, y van desmenuzando aquí y allá y murmurando de todo. La indigestión espiritual está en el fondo de mucha de la moderna crítica de la Biblia. Pero ¿cómo puede obtenerse este amor hacia la Biblia? Primeramente, por medio del nuevo nacimiento. Donde hay vida es casi seguro encontrar apetito. Un hombre muerto jamás siente hambre. Esto nos lleva otra vez a la primera condición. Pero yendo adelante, mientras mayor vitalidad haya, mayor hambre se sentirá. Vida abundante significa abundante hambre de la Palabra de Dios. El autor recuerda muy bien los días aquellos en que sentía mas hambre de los libros que trataban sobre la Biblia que de la misma Biblia; pero a medida que progreso en el estudio, aumento el amor hacia la Biblia. El retener en la mente quien es el autor de este libro, cuál es su propósito, cual su poder, cuales las riquezas de su contenido, ayudara mucho a estimular el amor y apetito por el libro.

3. La tercera condición es: “estar dispuesto a hacer rudo trabajo, Salomón ha hecho una pintura grafica del estudiante de la Biblia que obtiene mayor provecho de su estudio. “Hijo mío, ¡Oh, si tú recibieras mis palabras, y atesorarás mis mandamientos dentro de ti; de modo que hagas atento a la sabiduría tu oído, e inclines tu corazón hacia la inteligencia! Porque si clamares tras el entendimiento, y a la inteligencia alzares tu voz; si la buscares como a la plata, y cavares por ella como por tesoros escondidos; entonces entenderás el temor de Jehová y hallaras el conocimiento de Dios” (Prov. 2:1-5). Ahora bien, buscar plata y cavar en busca de tesoros, significa trabajo arduo, y el que desea obtener, no solo la plata sino también el oro, de la Biblia, y encontrar “sus tesoros escondidos,” debe estar dispuesto a cavar en su busca. No es mirar a la palabra, ni encontrar la palabra, sino estudiar la palabra, meditar en la palabra, examinar la palabra, lo que da mayores resultados. La razón por que muchas personas obtienen muy poco resultado de la lectura de la Biblia es porque no están dispuestas a meditar. La holgazanería intelectual es la causa de la mayor parte de las lecturas bíblicas infructíferas. Constantemente se están pidiendo nuevos métodos para estudiar la Biblia, pero lo que muchas personas desean es simplemente un método por medio del cual puedan sacar todo lo bueno que hay en las Escrituras, sin gran trabajo. Si alguna persona pudiera recomendar a los cristianos holgazanes un método para el estudio de la Biblia que solamente les exigiera dedicar a este estudio unos minutos antes de ir a la cama, y que por el pudieran obtener el provecho que Dios se propone que sus hijos obtengan de su Palabra, esto sería precisamente lo que ellos desean. Pero esto no es posible. Los hombres han de estar dispuestos a trabajar, y trabajar arduamente, si desean encontrar los tesoros de infinita sabiduría y conocimiento y bendición que Dios ha encerrado en su Palabra. Un amigo que se dedica al comercio me suplico una vez, de manera muy apurada, que le dijera “en una palabra” como estudiar la Biblia. Yo le respondí “piense”. El Salmista dice que es bienaventurado el hombre que “en la ley de Jehová medita día y noche”. (Sal. 1:2). El Señor Dios mandó a Josué, “medita en ella de día y de noche”, y le aseguró, como resultado de esta meditación: “Entonces harás próspero tu camino, y entonces tendrás buen éxito” (Josué 1:8). Con respecto a María, la madre de Jesús, leemos: “María empero guardaba todas las cosas, confiriéndolas en su corazón” (Luc. 2:19). De esta manera solamente debe estudiarse la Biblia si se desea obtener provecho. Una sola libra de carne, bien masticada y digerida y asimilada, dará más energías que una tonelada de carne a la cual solo se ha mirado; y un solo pasaje de las Escrituras, bien escudriñado y digerido y asimilado, dará más energías espirituales, que capítulos enteros examinados superficialmente. Pese cada palabra de la Biblia; fíjese en ella; examínela una y otra vez. El pasaje más familiar obtiene nuevo significado cuando es examinado en esta forma. Dedique quince minutos a cada una de las palabras del Salmo 123:1, o Filip. 4:19, y verá cuan cierto es lo que decimos.

4. La cuarta condición es, una voluntad completamente rendida a Dios. Jesús dijo: “Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza, si es de Dios o si es de mí mismo” (Juan 7:17). Una voluntad rendida da aquella claridad de visión que es necesaria para comprender el Libro de Dios. Muchas de las dificultades y oscuridades de la Biblia nacen del hecho que la voluntad del estudiante no se ha rendido al Autor del Libro. Es sorprendente cuan claros y sencillos y bellos nos parecen los pasajes que antes se nos presentaban muy confusos, cuando llegamos a poder decir a Dios: “Yo rindo a ti mi voluntad incondicionalmente. No tengo más voluntad que la tuya. Enséñame tu voluntad”. La voluntad rendida a Dios ayudará a comprender la Biblia más que la mejor instrucción universitaria. Es absolutamente imposible obtener los más grandes resultados del estudio de la Biblia, si no se rinde la voluntad a Dios. Se ha de ser muy definido a este respecto. Hay muchas personas que dicen, “Oh, sí, yo creo que mi voluntad esta rendida a Dios”, y sin embargo, no es así. Estas personas nunca han estado a solas con Dios, para decirle inteligentemente, definitivamente, “¡Oh Dios! Ahora y aquí mismo me rindo a ti; para que me mandes, me guíes, me modeles, me envíes, me hagas lo que absolutamente sea tu voluntad”. Este acto de rendición es una llave admirable para abrir los tesoros de la Palabra de Dios. La Biblia se convierte en un nuevo libro para la persona que así se rinde a Dios. Un acto de rendición de esta naturaleza fue lo que operó una completa transformación en la teología, vida y ministerio del autor de este libro.

5. La quinta condición se encuentra muy íntimamente relacionada con la cuarta: El estudiante de la Biblia, que desea sacar provecho de sus estudios, debe ser obediente a las enseñanzas bíblicas, tan pronto como de ellas tenga conocimiento. El consejo que Santiago dio a los primitivos cristianos, y que nos da a nosotros, es magnífico: “Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. Hoy en día hay muchas personas que se consideran estudiantes de la Biblia y que se están engañando de esta manera. Ven lo que la Biblia enseña, pero no la obedecen, y pronto pierden el poder de conocerlo. La obediencia a la verdad conduce al mayor conocimiento de la verdad; la desobediencia a la verdad destruye la capacidad de tener mayor conocimiento de la verdad. No solamente ha de haber una completa rendición, de la voluntad, a Dios, sino que también ha de haber práctica y especifica obediencia a cada mandamiento de Dios que pueda ser descubierto. La ley “al que tiene le será dado con mayor abundancia, mas al que no tiene le será quitado lo poco que tiene,” en ningún asunto es más cierto e inexorable que en lo que respecta al de usar o rehusar la verdad que se encuentra revelada en la Biblia. Usándola se obtendrá más; rehusándola se perderá todo. No debe estudiarse la Biblia por mera satisfacción o curiosidad intelectual, sino para aprender a vivir y a agradar a Dios. Cualquiera que sea el deber que encuentre mandado en la Biblia, cúmplalo al momento. Todo rasgo de bondad o nobleza que vea en cualquier personaje de la Biblia, imítelo inmediatamente. Cuando note errores o equivocaciones en la vida de cualquier personaje de la Biblia, escudriñe su propia vida para ver si está cometiendo las mismas equivocaciones, y si ve que las está cometiendo, corríjalas al instante. Santiago compara la Biblia con un espejo (Sant. 1:23-24). La mejor cualidad del espejo es que sirve para ver si hay algo en desorden en la persona, y si lo hay, para arreglarlo. La Biblia debe usarse en la misma forma en que se usa el espejo. El obedecer la verdad que ya se conoce servirá para aclarar el enigma de los versículos que aún no se conocen. La desobediencia a la verdad oscurecerá todo el reino de la verdad. Este es el secreto del escepticismo y del error del día. Los hombres conocieron la verdad, pero no la obedecieron, y la verdad ahora ha huido de ellos. Yo conocí a un joven e inteligente ministro que prometía mucho y que efectuó un rápido progreso en la verdad. Llegó a terreno muy avanzado de una fase de la verdad, especialmente, y aquí fue donde comenzó la tormenta. Un día le dijo a su esposa: “es muy bueno creer esto, pero no es necesario hablar mucho de ello.” Entonces comenzaron, o comenzó él, por lo menos, a ocultar lo que debía haber sido hecho público. La esposa murió y el dudó. La Biblia se convirtió en un libro ininteligible para él; su fe decayó y abjuró públicamente su creencia en algunas doctrinas fundamentales de la Biblia. Parece que llegó hasta a dudar de la doctrina de la inmortalidad. ¿Que fue la causa de todo esto? El no haber vivido la verdad, no defenderla, esquivarla. Ese hombre es muy aplaudido y admirado por algunas personas hoy, pero la luz cedió su lugar a las tinieblas en su mente.

6. La sexta condición es, una mente infantil. Dios revela sus más profundas verdades a los niños. Ninguna edad necesita más que la nuestra aprender de todo corazón las palabras de Jesús, “Gracias te doy, oh Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y sagaces, y las has revelado a los niños” (Mat. 11:25). Hemos de ser como niños si queremos que Dios nos revele la verdad, y si deseamos comprender su Palabra. El niño no está lleno de propia sabiduría, sino que reconoce su ignorancia y está pronto a ser engañado. El niño no opone sus propias ideas y nociones a las de su maestro. Y es en este espíritu que debemos ir a la Biblia, si queremos obtener el mayor provecho de su estudio. No venga a la Biblia lleno de sus propias ideas y buscando en ella su confirmación. Venga más bien en busca de las ideas de Dios, según él las haya revelado. No venga a ella en busca de sus propias opiniones, sino para aprender lo que Dios tenga a bien enseñarle. Si una persona viene a la Biblia para encontrar en ella sus propias nociones, las encontrara; pero si viene a ella reconociendo su ignorancia, como un niñito, y a ser enseñado, encontrará algo infinitamente mejor que sus propias nociones, encontrará la mente de Dios. Comprendemos porque muchas personas no pueden ver lo que en la Biblia se encuentra claramente enseñado. La doctrina enseñada no es su noción, noción de la cual esta tan lleno que no le queda lugar para aquello que la Biblia actualmente enseña. De esto tenemos una ilustración en los mismos apóstoles, en una parte de su preparación. En Marcos 9:31 leemos: “Ensenaba a sus discípulos y les decía: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de hombres, y le matarán; y habiendo sido muerto, después de tres días resucitara”. Ahora bien, esto es tan claro y definido cuanto puede hacerlo el lenguaje humano, pero era completamente contrario a las nociones de los apóstoles con respecto a lo que sucedería al Cristo. Así es que en el siguiente versículo leemos: “Mas ellos no entendieron este dicho”. ¿No es esto admirable? Pero, ¿es acaso más admirable que nuestra inhabilidad para comprender claras enseñanzas de la Biblia, cuando ellas son contrarias a nuestras preconcebidas nociones? Las dificultades que algunos cristianos encuentran en la interpretación de ciertas partes del Sermón del Monte, quedarían completamente removidas, si vinieran a Cristo como niños para ser enseñados, y no como hombres maduros, que ya lo saben todo, y que han de encontrar alguna interpretación a las palabras de Cristo, que se avenga con su naturaleza e infalible filosofía. Algunos hombres están tan llenos de la teología anti bíblica que les ha sido ensenada, que necesitaran toda una vida para deshacerse de ella y llegar a comprender las claras enseñanzas de la Biblia. “Oh, qué significa este versículo”, exclaman muchas personas que se encuentran en grande confusión. Pues, significa lo que claramente dice; pero lo que se busca no es precisamente el significado que Dios ha querido darle, sino el significado que se desea, y esto usando algún ardid ingenioso; de exegesis, haciéndolo así avenirse con el propio sistema de doctrina. No venga a la Biblia a encontrar en ella lo que Ud. desea que signifique, sino para hallar el significado que Dios se propuso darle. Los hombres muchas veces pierden la verdad real de un versículo, con solo decir: “Pero esto puede ser interpretado de tal o cual manera”. Oh, sí, puede ser interpretado de esta manera; pero ¿es esa la interpretación que Dios se propuso darle? Todos necesitamos orar muy frecuentemente, si deseamos obtener el mayor provecho del estudio de la Biblia. “Oh, Dios, hazme como un niñito; hazme olvidar mis propias nociones; enséname a conocer tu mente; haz que yo este pronto a recibir, como un niño, todo lo que tengas a bien decir, no importa cuán contrario sea a lo que yo había pensado hasta el presente”. ¡Cuán clara se presenta la Biblia a nuestra vista cuando llegamos a ella en este espíritu! ¡Cuán confusa y difícil de entender se presenta al sabio-tonto que cree que todo lo sabe, que cree que puede enseñar a Pedro y a Pablo, y aun al mismo Jesucristo y a Dios! Alguien ha dicho muy bien que el mejor método para estudiar la Biblia es “el método infantil”. En cierta ocasión estaba yo hablando con un ministro amigo sobre lo que parecía ser la clara enseñanza de cierto pasaje. “Si”, me dijo el, “pero eso no se aviene con mi filosofía”. ¡Ay! Y este hombre era sincero, aunque no tenía el espíritu infantil que es una condición necesaria para el más provechoso estudio de la Biblia. Hay muchas personas que se allegan a la Biblia en esta forma. Se ha ganado mucho en el estudio de la Biblia, cuando se llega a reconocer que el Dios Infinito sabe más que nosotros, que en realidad, nuestro mayor conocimiento es inferior al del niño más ignorante, comparado con el suyo, y cuando venimos a él, como niños, con el solo fin de ser enseñados y no para argüir con él. Pero olvidamos esto con tanta facilidad, con tanta frecuencia, que haríamos bien en humillarnos ante la presencia de Dios, cada vez que abrimos la Biblia, diciéndole: “Padre, soy solamente un niño, enséñame”.

Esto nos conduce a la séptima condición.

7. La séptima condición para el mayor provecho en el estudio de la Biblia, es: que la estudiemos como la Palabra de Dios. El Apóstol Pablo, escribiendo a la Iglesia de los Tesalonicenses, daba gracias a Dios sin cesar porque cuando ellos recibieron la Palabra de Dios, la aceptaron “no como palabra de hombre, sino según lo es verdaderamente, la Palabra de Dios” (I Tes. 2:13). Con razón podía él dar gracias a Dios por esto, y con razón podemos nosotros dar gracias a Dios cuando llegamos a aceptar la Palabra de Dios como la Palabra de Dios. No quiere esto decir que el que no recibe la Biblia como la Palabra de Dios debería ser desalentado a estudiarla. En realidad, una de las mejores cosas que puede hacer el que no cree que la Biblia es la Palabra de Dios, si es honrado, es estudiarla. Hubo un tiempo en que el autor de este libro dudó completamente que la Biblia fuera la Palabra de Dios, y la firme convicción que hoy tiene de que la Biblia es la Palabra de Dios, la adquirió del estudio del Libro Santo, más que de ninguna otra cosa. Los que dudan del Libro son, más generalmente, aquellos que leen escritos referentes a él, más bien que los que examinan las enseñanzas actuales del mismo Libro. Pero aunque el mejor libro de evidencias cristianas es la Biblia, y aunque debemos animar a los escépticos a estudiarla, no obtendremos de su estudio el mayor provecho, hasta que no estemos convencidos de que es la Palabra de Dios, y en esta convicción la estudiemos. Hay una gran diferencia entre creer teóricamente que es la Palabra de Dios y estudiarla como la Palabra de Dios. El estudiar la Biblia como la Palabra de Dios envuelve cuatro casos: (1) Primero, envuelve la incuestionable aceptación de sus enseñanzas, cuando ellas han sido descubiertas, y aunque parezcan poco razonables o imposibles. La razón manda que sometamos nuestros juicios y razonamientos a las declaraciones de la Infinita Sabiduría. No hay nada más irracional que el llamado racionalismo, que hace que el conocimiento finito ponga a prueba a la sabiduría infinita, y somete las enseñanzas de la Omnisciencia de Dios a la aprobación del juicio de los hombres. Es la más grande y absurda presunción que dice: “Esto no puede ser verdad, aunque Dios lo diga, porque no es aprobado por mi razón”. “¡0h, hombre! ¿Quién eres tú que replicas contra Dios?” (Rom. 9:20). La verdadera sabiduría humana, cuando se encuentra con la sabiduría divina, se humilla y dice: “Habla según fuere tu voluntad, que yo creeré”. Cuando hemos llegado a convencernos de que la Biblia es la Palabra de Dios, sus enseñanzas deben poner fin a toda controversia y discusión. Un “así dice el Señor” debe poner fin al asunto. Sin embargo, hay muchos que profesan creer que la Biblia es la Palabra de Dios, y si se les muestra lo que la Biblia enseña sobre cualquier asunto discutido, mueven la cabeza y dicen: “Sí, pero yo creo esto o esto otro”, o “el doctor tal o el profesor cual, o nuestra Iglesia, no enseña eso”. De esta clase de estudio de la Biblia se obtendrá muy poco resultado. (2) El estudiar la Biblia como la Palabra de Dios envuelve, en segundo lugar, absoluta confianza en todas sus promesas. El ‘hombre que estudia la Biblia como la Palabra de Dios no duda de sus promesas ni una jota. El que estudia la Biblia como la Palabra de Dios, dirá: “Dios, que no miente, ha prometido”, y no querrá hacer pasar a Dios por mentiroso, tratando de hacer que una de sus promesas signifique menos de lo que dice. El que estudia la Biblia como la Palabra de Dios estará siempre en busca de sus promesas, y tan pronto como las encuentra, trata de averiguar su significado real, y así que lo haya encontrado, confiará en esa promesa en la seguridad de que ella tendrá cumplimiento. Ese es uno de los secretos del estudio provechoso de la Biblia. Este siempre en busca de promesas y aprópieselas tan pronto las haya encontrado, lo que se hace hallando las condiciones y confiando en que lo que ha sido prometido se cumplirá. Esta es la manera de apropiarse todas las riquezas que Dios tiene preparadas para nosotros. Esta es la llave que abre los tesoros de la gracia de Dios. Dichosa la persona que ha aprendido a estudiar la Biblia como la Palabra de Dios, en forma tal que hace suya cada nueva promesa y en ella confía. (3) El estudio de la Biblia como la palabra de Dios envuelve, en tercer lugar, obediencia—pronta, exacta, incuestionable obediencia—a todo precepto. La obediencia podrá parecer difícil o imposible, pero Dios lo ha mandado, y nada nos resta que hacer sino obedecer, dejando a Dios los resultados. Si Ud. desea obtener el mayor provecho en su estudio de la Biblia, resuelva pedir, de cuando en cuando, las promesas, y obedecer los explícitos mandamientos, y tratar de averiguar, en lo que respecta a las promesas y mandamientos cuyo significado no le parece claro, cuál es su interpretación verdadera. (4). El estudiar la Biblia como la Palabra de Dios envuelve, en cuarto lugar, su estudio como si se estuviera en la presencia de Dios. Cuando lea un versículo de las Escrituras, oiga la voz del Dios viviente hablándole por medio de estas palabras escritas. La Biblia adquiere un nuevo poder y atractivo cuando se aprende a oír a una Personalidad viva, presente, a Dios el Padre, que habla a uno directamente en estas palabras. Una de las fascinadoras e inspiradoras declaraciones de la Biblia, es “Enoc anduvo con Dios” (Gen. 5:24). Podemos tener el glorioso compañerismo de Dios en cualquier momento que deseemos, simplemente abriendo su Palabra y permitiendo que el Dios viviente y siempre presente nos hable por su mediación. ¡Con que santo temor y extraño e inenarrable regocijo se siente uno cuando estudia la Biblia en esta forma! Es como si el cielo hubiera venido a la tierra.

8. La octava y última condición para el más provechoso estudio de la Biblia es: Espíritu de oración. El Salmista oró, »Abre mis ojos para que pueda ver las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18). El que desea obtener el mayor provecho en el estudio de la Biblia, debe hacer esa oración cada vez que se propone estudiar la Santa Palabra. Son pocas las llaves que abren tantos tesoros como la oración. Pocas cosas desenmarañan tantas dificultades como esta. Pocos microscopios presentaran a la vista tantas bellezas escondidas al ojo del observador casual. ¡Qué nueva luz brilla de pasajes familiares, cuando uno los lee con el espíritu de oración! Yo creo que una gran parte de los estudios de la Biblia deben hacerse de rodillas. Cuando se lee a través un libro y de rodillas — esto puede hacerse fácilmente — ese libro adquiere un nuevo significado, se convierte en un nuevo libro. Uno no debería nunca abrir la Biblia para leerla, sin levantar el corazón a Dios en oración silenciosa, pidiéndole que la interprete, que ilumine sus páginas con la luz del Espíritu Santo. Es un raro privilegio el poder estudiar un libro bajo la guía inmediata de su autor, y este privilegio es el que tenemos al estudiar la Biblia. Cuando uno llega a un pasaje que es difícil de entender o de interpretar, en vez de abandonarlo y correr a consultar a algún amigo inteligente en la materia, o a cualquier comentario, debería presentar este pasaje a Dios, y pedirle que se lo explique, alegando la promesa de Dios “si a alguno de vosotros falta sabiduría, pídasela a Dios, el cual da con largueza a todos, y no zahiere; y le será dada. Mas pida con fe sin la menor desconfianza” (Sant 1:5-6). Es simplemente maravilloso como los pasajes aparentemente más difíciles, resultan por demás claros con este tratamiento. Harry Morehouse, uno de los más eruditos en la Biblia de entre todos los hombres no ilustrados, acostumbraba decir que siempre que llegaba a un versículo de la Biblia que él no podía entender, buscaba a través de toda la Biblia algún pasaje que arrojara luz sobre el que no entendía, que luego se lo presentaba a Dios en oración, y que jamás había encontrado un pasaje que no fuera interpretado por este tratamiento. El autor de este libro ha tenido una experiencia muy parecida a esta. Hace algún tiempo hice con un amigo un viaje a pie por las montañas de Suiza, visitando sus más famosas cuevas. Un día el cartero rural nos detuvo para preguntamos si deseábamos ver una cueva de rara belleza e interés, fuera de los senderos de travesía. Por supuesto, le contestamos que sí. Nos guio a través de selvas y malezas, a la boca de la cueva, en la que entramos. En el interior todo aparecía oscuro y pavoroso. Nuestro guía habló largamente de la belleza de la cueva, de sus altares y formaciones fantásticas, pero nosotros no podíamos ver absolutamente nada. De cuando en cuando él daba una voz de aviso para que anduviéramos con cuidado, diciéndonos una de estas ocasiones que a nuestro pie se encontraba un abismo cuyo fondo nadie había podido descubrir. Realmente, comenzábamos a temer que pudiéramos ser nosotros los primeros en llegar al fondo del abismo. Nada de agradable había en esto. Pero tan pronto como encendimos una cerilla de magnesia todo cambió por completo. Allí habían estalagmitas que nacían del suelo y subían hasta encontrarse con las estalactitas que descendían del techo. Allí se encontraba el gran altar natural que la imaginación de los aldeanos atribuía a los antiguos adoradores; había allí también bellas y fantásticas formaciones a cada paso, todo ello relucientes ante los rayos de aquella brillante luz. Muy a menudo he pensado que así sucede con muchos pasajes de las Escrituras. Otras personas nos hablan de sus bellezas, pero no podemos verlas. Parecen intrincados, oscuros, repugnantes, peligrosos, pero cuando la luz de Dios los ilumina por medio de la oración, ¡cuán diferentes llegan a ser en un momento! Entonces se contempla una belleza que el lenguaje no puede expresar, belleza que solo pueden apreciar aquellos que han estado en la misma luz. El que quiera entender y amar la Biblia, debe estar muy a menudo en oración. La oración contribuirá más que una instrucción universitaria a comprender la Biblia y a presentarla como un Libro glorioso. Tal vez la mejor lección que yo aprendí en una universidad alemana donde tuve el privilegio de estudiar bajo la dirección del Profesor Delitzsch, uno de los maestros de la Biblia más connotados y talentosos de cualquier época, fue aquella que recibí por la declaración de que el Profesor Delitzsch preparaba una gran parte de sus enseñanzas sobre sus rodillas, en oración.

CAPITULO II
SUGESTIONES FINALES

Hay algunas sugestiones que deseamos hacer antes de terminar este libro.

1. — Estudie la Biblia diariamente. — La regularidad vale más, en lo que respecta al estudio de la Biblia, de lo que muchas personas imaginan. El estudiante espasmódico, que en ciertas ocasiones dedica mucho tiempo al estudio de la Biblia y en otras lo descuida, aun por días enteros, no obtiene los resultados que recibe el que estudia con perseverancia, día tras día. Los Bereanos fueron tan sabios como tan “nobles” en que “examinaban las Escrituras diariamente” (Act. 17:11). Un hombre que es bien conocido de los estudiantes de colegios cristianos en América, una vez dijo en una convención de estudiantes, que él había asistido a muchas convenciones y que de ellas había recibido muchas bendiciones, pero que la mayor bendición que jamás había recibido, la obtuvo de una convención donde solamente habían cuatro personas reunidas. Esta bendición la recibió en la forma siguiente: Estas cuatro personas convinieron en dedicar cierta parte de tiempo al estudio de la Biblia. Desde entonces había tratado de cumplir con ese convenio, y que las mayores bendiciones que había recibido en su vida cristiana le habían venido por el estudio diario de la Biblia. Nadie que no lo haya hecho, puede considerar cuanto bien se obtiene por la dedicación de una parte dada de cada día (tal vez no se pueda dedicar más que quince minutos, pero debiera ser por lo menos una hora), a este estudio, bajo todas las circunstancias. Muchas personas dirán “yo no puedo emplear mi tiempo en esto”; pero es porque no saben que el tiempo así empleado resultará en ganancia. Lord Cairnes, uno de los hombres más ocupados y eminentes de su época, dijo antes de morir, que las primeras dos horas de cada día acostumbraba dedicarlas al estudio de la Biblia y a la oración, y que atribuía los grandes éxitos de su vida a esta costumbre. El estudiar la Biblia cuando sintamos deseos de hacerlo así, no reportará grandes beneficios. Semejantemente no dará resultado el estudio de la Biblia en los momentos de ocio solamente. En lo que respecta a este asunto debemos tener principios y hábitos fijos, si queremos obtener resultados del estudio de la Biblia. Nada que hagamos puede ser tan importante como el estudio de la Biblia, y no debemos posponer este estudio a las otras cosas menos importantes. Lo que significa a la vida física la regularidad en el comer, significa a la vida espiritual la regularidad en el estudio de la Biblia. Fije algún tiempo para el estudio de la Biblia, aunque no sea más que quince minutos al principio, y emplee este tiempo hasta que pueda dedicar un periodo más largo.

2. — Elija, para su estudio de la Biblia, la mejor porción del día. No deje su estudio de la Biblia para la hora de ir a la cama, hora en que la mente se encuentra cansada. Es muy bueno leer algún pasaje antes de retirarse uno a descansar, pero este no es el mejor tiempo para estudiar. Ningún estudio exige tantas energías en el hombre como el estudio de la Biblia. Tampoco debe dedicarse a este estudio los momentos inmediatamente después de una comida fuerte. La mente se encuentra más o menos torpe después de una comida pesada o fuerte, y es poco sabio el forzarla entonces. Es la opinión casi unánime de las personas que han estudiado cuidadosamente este asunto, que la mejor hora del día para el estudio de la Biblia es la mañana, si es que en ella se puede dedicar cierto tiempo a este asunto, sin que seamos interrumpidos. Es muy conveniente, cuando se estudia la Biblia, encerrarse en una habitación para abstraerse de todo lo del exterior.

3. — En todos sus estudios de la Biblia busque a Cristo en el pasaje que está examinando. Leemos de Jesús que “comenzando desde Moisés y desde todos los profetas, les iba interpretando en todas las escrituras las cosas tocantes a él” (Luc. 24:27). Jesucristo es el tema de la Biblia, tema que llena por completo todo el Libro. Muchas de las porciones de la Biblia que al parecer son insustanciales, obtienen un nuevo y grande significado cuando aprendemos a ver a Cristo en ellos. Yo recuerdo que en mis estudios de la Biblia el libro de Levítico me parecía por demás insípido, pero todo cambio cuando aprendí a ver a Cristo en sus varias ofrendas y sacrificios, en el tabernáculo y sus muebles, en realidad, en todas partes. Busque a Cristo en el versículo que esté estudiando, y aun las genealogías y las listas de nombres de pueblos comenzaran a obtener nueva belleza y poder.

4. — Aprenda pasajes de memoria. — El Salmista dice: “Dentro de mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11). No hay nada mejor que esto para guardarle a uno del pecado. Por la Palabra de Dios guardada en el corazón Jesús venció al Tentador (Mat. 4:4, 7, 10). Pero la Palabra de Dios atesorada en el corazón sirve para otras cosas además de la victoria sobre el pecado. Sirve para destruir el error; y sirve para colocarlo a uno en condiciones de poder “sustentar con palabras al cansado” (Isa. 50:4). Sirve para muchas cosas, aun para “que el hombre de Dios sea perfecto, cumplidamente instruido para toda buena obra” (2 Tim. 3:17). Aprenda de memoria las Escrituras por versículos y capítulos. Esto es casi tan fácil como aprender las palabras, y es inconmensurablemente más útil para los usos prácticos. Aprenda las Escrituras en forma sistemática. No tenga los textos en forma caótica en la mente, sino de manera ordenada. Haciéndolo así podrá recordar un pasaje cuando lo necesite, sin necesidad de hacer un gran esfuerzo mental. Hay personas que pueden, en un momento dado, hablar de cualquier tema de importancia de manera coherente y apropiada y escritural; porque tienen un caudal inmenso de textos bíblicos atesorado en sus mentes, en forma sistemática.

5. — Finalmente, utilice todos los momentos desocupados en el estudio de la Biblia. En la vida de la mayor parte de los hombres hay una vasta cantidad de tiempo perdido. Tiempo empleado en viajes en carros y en ferrocarriles; tiempo empleado en esperar a las personas con quienes se tiene cita; tiempo empleado en esperar que sirvan la comida, etc. La mayor parte del tiempo así empleado puede utilizarse en el estudio de la Biblia, si se lleva consigo siempre un ejemplar manuable de las Escrituras o de cualquiera de los dos Testamentos. O se puede emplear en la meditación sobre los textos que ya se conocen de memoria. Muchos de los sermones y discursos del autor de este libro han sido preparados en esta forma. Se dice que Henry Ward Beecher leyó, de principio a fin, una de las más voluminosas historias de Inglaterra, mientras esperaba, día tras día, que la comida le fuera servida. ¡Cuántos libros de la Biblia podían ser estudiados así! Una vez me dijo un amigo que el hombre que, en cierta manera, tenía el más admirable conocimiento de la Biblia, de todos los hombres que él había conocido, era un comerciante en hierro viejo de una ciudad canadiense. Este hombre acostumbraba a tener una Biblia abierta sobre su mostrador, y en los intervalos que su negocio le dejaba libres, estudiaba la Palabra de Dios. El Libro se puso muy negro de suciedad, cosa natural estando en tal lugar, pero estoy seguro que el alma de aquel hombre se puso correspondientemente blanca. No hay ninguna economía que de tantos resultados como la economía del tiempo; pero no hay manera alguna de economizar el tiempo de modo tan provechoso, como dedicando los momentos de ocio al estudio y meditación de la Palabra de Dios.

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