Fundamentos para cristianos que se preocupan

La historia de Susana, una «preocupada profesional»:

«Pastor, usted sabe que para mi es un honor servir como diácono de la iglesia; pero en un principio no pensé hasta qué punto esto afectaría a mi esposa Susana. Antes de que llegue a ser diácono, ella ya era una «preocupada profesional». Últimamente han estado despidiendo gente en mi trabajo y ella está muy preocupada por la seguridad de mi trabajo en el futuro. Además de preocuparse por nuestro futuro económico, también se preocupa mucho por su salud. Cada noticia que ella ve en la televisión o en alguna revista con respecto a alguna enfermedad, la pone a temblar pensando que ella podría tenerla. Hace como seis meses, ella empezó a tener unos dolores de estómago y el doctor le dijo que empezara a tomar algunos antiácidos porque su problema estaba relacionado con las fuertes tensiones a las que estaba sometida; pero ahora, ella se preocupa de que vaya a tener una úlcera»:

«Susana está muy a gusto con mi cargo de diácono en nuestra iglesia, pero ella se preocupa de que, tal vez, no sea lo «suficientemente buena» para ser esposa de diácono. Tanto ella como yo, sospechamos que la razón de sus problemas físicos es la fuerte preocupación que tiene. Ella no se siente apta para ser de ayuda en mi ministerio como diácono cuando ella se encuentra así; el miércoles pasado ella no vino a la iglesia por estar preocupada de que tendría que salir del servicio por sus problemas del estómago. Hace dos meses empezó a tener problemas al dormir en las noches. Ella se está desanimando mucho y hasta podría decir que está muy cansada de todo esto».

«Usted sabe cómo ella ama al Señor y cuánto le quiere servir. Ella se goza al enseñar a los niños en la escuela dominical y hace un trabajo formidable con nuestros propios hijos; también es una madre y una esposa excepcional. Pastor, ¿qué puedo hacer para ayudarla?»

Muchos cristianos tienen problemas de preocupaciones semejantes a los de Susana. Si usted es una de esas personas, en primer lugar, usted puede empezar a soltar la tensión que le agobia aprendiendo las razones por las cuales usted se preocupa. Después, usted empezará a practicar las soluciones que Dios nos da para dejar de preocuparnos y llegar a ser un siervo o una sierva usado(a) por Dios, gozando y experimentando la paz de Dios en su corazón. El pastor González le dijo a Juan que Dios tiene mucho que decir acerca de los problemas de Susana. De hecho, agregó el Pastor González, Dios en su Palabra habla sobre cualquier problema que puede venir para que un cristiano no sirva al Señor o refleje la naturaleza del Señor como Dios demanda en su Palabra (II Pedro 1:3).

Simplemente, muchas veces nos preocupamos porque tenemos intereses y prioridades equivocadas. Las cosas por las cuales se preocupa son las cosas que son más importantes para usted. Nuestras preocupaciones nos revelan nuestras prioridades. Nosotros no nos preocupamos por las cosas que no nos importan.

Haga una lista de sus preocupaciones y pregúntese, «¿Las cosas por las cuales me preocupo, son prioridades para Dios?» Por ejemplo, la mayoría de nuestras preocupaciones sobre la ropa que vestimos, resultan de nuestra prioridad de ser aceptados por los demás. Queremos tener cierto tipo de ropa para impresionar a los demás. Dios condena tal prioridad (II Cor. 10:12) y agrega que este tipo de «temor del hombre» nos pondrá lazo para derrotarnos (Prov. 29:25). El Señor nos recuerda SUS prioridades en Mateo 6:24-34 ya un nos enseña en este mismo pasaje cuál debe ser nuestro punto de vista acerca de la ropa que vestimos.

De una manera parecida, nuestras preocupaciones económicas han venido porque hemos comprado cosas para satisfacer los deseos de nuestros ojos. Nos preocupamos porque no sabemos de dónde sacaremos el dinero para pagar nuestras deudas. Sin embargo, Dios está interesado en saber cuándo cambiaremos nuestra forma de valorar las cosas (I Tim. 6:611). Antes de que nosotros podamos tener victoria sobre el hábito carnal de la preocupación en casos como éstos, tenemos que estar listos para arrepentimos de nuestras prioridades e intereses carnales que nos meten en problemas como éstos.

NOS PREOCUPAMOS PORQUE TRATAMOS NUESTROS INTERESES LEGÍTIMOS DE LA MANERA EQUIVOCADA

Si los intereses que tenemos son de suma importancia para el Señor, entonces él ya nos ha instruido al respecto en cómo tratar con ellos. Por ejemplo, un padre cristiano está preocupado porque su hijo está descarriado. En el libro de Proverbios el Señor nos da abundante instrucción sobre cómo responder a un hijo que ha escogido los caminos del necio en vez del camino de sabiduría.

Otro ejemplo lo tenemos en la preocupación que Pablo tenía sobre la condición de las iglesias (II Cor. 11:28). Él hizo algo al respecto, de acuerdo a la manera de Dios. Primero, él visitó las iglesias; después oró por los hermanos; en tercer lugar, les envió cartas para reprenderles e instruirles y además envió mensajeros para que ministraran en estas iglesias.

Hay una manera bíblica para resolver cualquier situación que es una preocupación o prioridad para Dios. El problema es que somos ignorantes de las Escrituras respecto a lo que Dios ya ha dicho sobre cierta situación. Entonces, «nos apoyamos en nuestra propia prudencia o entendimiento» (Prov. 3:6); y como resultado, terminamos preocupándonos porque tratamos nuestros intereses de la manera equivocada.

NOS PREOCUPAMOS PORQUE DEPENDEMOS DE LA PERSONA EQUIVOCADA

A la persona a quien nos dirigimos cuando estamos en problemas, es la persona en quien nosotros confiamos más para que nos ayude. Si usted llama a un amigo cada día para hablarle de un problema en particular, es porque usted cree que su amigo puede ayudarle, aunque lo único que ese amigo pueda ofrecerle es su atención. Usted está dependiendo de SU AMIGO para solucionarle el problema. Por el contrario, si se guarda ese problema y constantemente está meditando en él, está revelando que puede resolver el problema sin la ayuda de alguien. Usted está dependiendo de SÍ MISMO para solucionar el problema.

Por otro lado también, si usted le lleva sus problemas a Dios y busca una respuesta de él, está revelando que cree que Dios tiene la solución para su problema. Usted está dependiendo de DIOS para solucionar el problema.

Pregúntate, ¿a quién le hablo más acerca de mi problema? ¿De quién busco más el consejo para resolver mi problema? Y la respuesta a estas preguntas revelará quién crees tiene la respuesta para tu problema.

Susana tenia que darse cuenta que, aunque ella tenía un deseo muy grande de agradar a Dios, ella estaba reemplazando a Dios y ella misma quería ser la solución de sus problemas. El Pastor González le dio a Juan unos pasos prácticos para ayudar a su esposa en estos problemas.

¿CÓMO PUEDO EMPEZAR A CAMBIAR?

Nuestra Biblia Reina Valera traduce la palabra griega ANSIEDAD y AFÁN como:

1) Preocupación (Luc. 10:40a).

2) Cuidado (Luc. 10:40b).

3) Afanada y turbada (Luc. 10:41).

En sí, la palabra ansiedad significa: DIVIDIR. Entonces, una simple preocupación o afán es algo que divide el corazón (doble-ánimo; sirviendo a dos señores) y lo distrae de Dios.

Las preocupaciones legítimas de Pablo lo guiaron hacia Dios en oración, servicio y dependencia. Ahora, nuestras preocupaciones pecaminosas nos guían lejos de Dios y de su Palabra. En otras palabras, esas preocupaciones nos separan, nos dividen de las cosas más importantes. Note el ejemplo de Marta en Lucas 10:38-42.

PRIMERO: En el paso importante de cambiar, empiece por escribir las cosas que le distraen o le dividen la atención de su corazón hacia Dios.

SEGUNDO: Examina la lista de preocupaciones y escribe a continuación las prioridades que esas preocupaciones revelan. Si estas prioridades son prioridades de acuerdo a lo que Dios dice, entonces él ya ha dado la manera de cómo resolver estas preocupaciones a través de su Palabra. Rápidamente empiece a buscar los pasajes bíblicos en donde el Señor nos enseña cómo solucionar las preocupaciones legítimas de acuerdo a la Palabra de Dios. En la primera lista que escribió de sus preocupaciones, escriba las referencias bíblicas concernientes a cada una de sus preocupaciones. Si esas prioridades que usted tiene no están de acuerdo a las prioridades de Dios, entonces deberán ser confesadas y olvidadas (Prov. 28:13).

¿Y AHORA QUÉ HAGO CON ESAS PREOCUPACIONES LEGÍTIMAS QUE TENGO EN MI VIDA?

En Filipenses 4:6-9 tenemos el plan de Dios para poder sobrellevar nuestras preocupaciones. El apóstol Pablo empieza con un mandato diciendo: «Por nada estéis afanosos», esto quiere decir: «No te preocupes por nada»; la desobediencia hacia este mandamiento es pecado. Después que se da el mandamiento, el apóstol Pablo da también TRES PASOS para llegar a la paz, siendo lo opuesto a la ansiedad o preocupación.

PASO UNO – ORE CORRECTAMENTE

El apóstol Pablo nos dice que oremos por cualquier cosa que nos preocupa (Fil. 4:6). Sin embargo, el apóstol nos enseña que hagamos otras cosas más, además de simplemente traer una lista larga de preocupaciones a nuestro Dios. Él nos dice que debemos empezar nuestras oraciones con acciones de gracias. Este «examen de gratitud» revela la condición del corazón del cristiano. Recordemos que la prioridad de Dios es que nos conformemos a la imagen de nuestro Señor Jesucristo (Rom. 8:28-29; Efesios 4:13). Nuestro Dios usa cada problema y necesidad para cumplir ese propósito en nuestra vida. Si tenemos como prioridad el conformarnos a nuestro Señor Jesucristo, estaremos agradecidos por el problema o situación en la cual nos encontramos. Un creyente quien está agradecido por la oportunidad de crecer, encontrará, cuando va a Dios en oración, que la paz indescriptible de Dios vendrá a guardar su corazón:

«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4:7).

PASO DOS – PIENSE CORRECTAMENTE

El «examen del pensamiento», Fil. 4:8 nos enseña que revisemos nuestros pensamientos si éstos son:

1. Verdaderos: certeros, apegados a los hechos.

2. Honestos: honrados, dignos.

3. Justos: correctos, apropiados.

4. Puros: incontaminados.

5. Agradables: complacientes

6. De buen reporte (nombre): con gracia

7. Virtuosos: demostrando excelencia, moralmente buenos

8. Dignos de ser alabados: recomendados, dignos de ser imitados.

Por supuesto que la intranquilidad y los temores de preocupación no pasan el «examen del pensamiento». La mayoría de las veces, los pensamientos de preocupación traen como resultado actitudes y humores antibíblicos, como la compasión de sí mismo, el enojo, la ira, la envidia y la desesperación.

Es muy importante notar cómo el Rey David, en los Salmos, meditaba en Dios y en sus promesas cuando él estaba preocupado por su propia seguridad y bienestar. Usted puede leer casi cualquier Salmo (vea específicamente el Salmo 2) y ver que la preocupación de David fue por sus enemigos o por la desolación que tenía, pero David enfocaba rápidamente sus pensamientos en la naturaleza y en las promesas de Dios. Y no pasó mucho tiempo cuando nos encontramos a David alabando a Dios, justo en medio de su tribulación.

¿Por qué nosotros no hacemos eso mismo más seguido? La respuesta es simple—no conocemos mucho acerca de Dios. No hemos memorizado, mucho menos meditado, en mucho Salmos (si es que hemos memorizado alguno) o alguna otra porción de la Escritura que nos enseñe sobre la naturaleza y las promesas de Dios. Muchos cristianos ponen la excusa que ellos no son muy buenos en la meditación; sin embargo, eso no es verdad, especialmente cuando se trata de una persona preocupada. Una persona que se preocupa mucho es un «Maestro» en la meditación. La meditación se puede definir simplemente como: El hecho de tomar una idea y pensar en su aplicación y demás implicaciones en la vida. Una persona preocupada hace eso todo el tiempo; la diferencia es que lo hace con los pensamientos incorrectos. En primer lugar, lo que esa persona debe hacer es arrepentirse de su preocupación pecaminosa; entonces, esa persona debe practicar lo mismo, pero usando los pensamientos bíblicos que Dios da en su Palabra.

Escoja algunos pasajes bíblicos que estén relacionados con su preocupación legítima, en los cuales pueda meditar y anótelos. A continuación, empiece a meditar en ellos inmediatamente. Si usted no tiene una estrategia personal en como meditar en la Palabra de Dios, use el método «MAP» que se encuentra al final del artículo. Para más información sobre el método de meditación y cómo desarrollar una mente renovada (Rom. 12:2), vea el próximo artículo de esta serie, «Fundamentos para Creyentes que Están bajo Presión».

PASO TRES – HAGA LO CORRECTO

El apóstol Pablo termina su lección sobre la preocupación, diciendo que: «lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis de mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros» (Fil. 4:9).

El dice que haga las cosas que «aprendisteis» (usted tiene que estar estudiando la Palabra de Dios) y «recibisteis» (usted no puede dudar que los caminos de Dios si funcionan). Como usted puede ver, el estar libres de preocupaciones y de cuidados no va a venir de otra manera. Tenemos que pensar como Dios piensa (Isaías 56:6-11) y entonces haremos lo correcto.

¿Qué significa cuando Dios dice que nos ocupemos (ocupación) en hacer lo correcto? Bueno, esto quiere decir que cuando usted tiene un problema, usted ora de manera agradecida, que usted memoriza y medita en la Palabra de Dios. Ahora, mientras usted está esperando la respuesta a su oración, ¿qué es lo que debe de estar haciendo en vez de andar preocupado por su problema? ¿No debiera estar estudiando la Palabra de Dios? o ¿cuidando de sus hijos? o ¿contestando la correspondencia? o ¿limpiando la casa? o ¿pasando un tiempo agradable con sus hijos? o ¿durmiendo en la noche? Claro que sí.

Susana tenía que aprender que cuando ella estaba en su cama para dormir, tenía que dormir y no tratar de resolver sus preocupaciones. Si por alguna razón no podía dormir, ella debía de orar con un corazón agradecido, ponerse a meditar en la naturaleza de Dios y en las promesas de Dios. En un principio, es muy probable que ella despierte a menudo cuando comience este nuevo método; pero no pasará mucho tiempo cuando ella se duerma, otra vez, al sobrellevar su problema de preocupación de una manera bíblica.

GANE LA BATALLA DE LA PREOCUPACIÓN

Para este punto del artículo, espero que usted ya haya comprendido la idea principal tratada aquí. En Prov. 12:25 la Biblia afirma que «la congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra». Usted puede ganar la batalla de la preocupación, pero tiene que hacerlo de la manera que Dios manda. Déjeme decirle que un cristiano espantado, preocupado y afanado es un terrible testimonio para Dios delante de los hombres que necesitan salvación. Un comportamiento así de parte de un cristiano muestra que Dios no tiene poder y que tampoco se interesa por los suyos. Por lo tanto, el hombre sin Cristo intentará resolver sus problemas a su propia manera, ya que se da cuenta que ni el mismo cristiano vive tranquilo o confiado en Dios.

En Salmo 55:22, el Rey David comparte con nosotros el secreto de tener una vida libre de afanes y preocupaciones cuando dice: «Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo». Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el apóstol Pedro trae otra vez a nuestra atención lo dicho por David, solamente que lo pone en diferentes palabras: «echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros».

Así es que, éstos fueron los consejos que Juan le dio a su esposa Susana, gracias a un pastor quien le presentó la manera bíblica en cómo tratar con las preocupaciones. Usted también puede librarse de las preocupaciones si sigue el plan de Dios para obtener la paz—orando correctamente, pensando correctamente y haciendo lo correcto.

USANDO EL METODO «MAP» DE MEDITACIÓN

MEMORICE EL PASAJE

Es muy importante que nosotros sepamos lo que la Palabra de Dios dice exactamente, palabra por palabra, cuando nos encontramos en tiempos difíciles o en tentaciones. Recordamos que Satanás pudo confundir y engañar a Eva en el jardín del Edén porque Eva no sabía lo que el Señor había dicho exactamente. Eva tenía una idea de lo que estaba hablando, pero eso no es suficiente cuando sabemos que estamos tratando con un engañador tan sutil como Satanás. El hombre que no recuerde las palabras exactas de nuestro Dios está en peligro de «apoyarse en su propia prudencia» (Prov. 3:5-6).

ANALICE EL PASAJE

Estudie el mensaje, rogándole al Espíritu Santo que le haga entender el pensamiento completo del mensaje. Haga una lista de las palabras principales del pasaje y use un diccionario para encontrar el significado de esas palabras. Si usted tiene los medios, busque cada palabra en la lengua original en que se escribieron, ya sea el hebreo o el griego. Una vez que usted esté seguro del significado de cada palabra, ponga el mensaje en sus propias palabras. Si usted no puede poner el significado del pasaje en sus propias palabras, usted no ha entendido  el significado exacto de lo que ese pasaje significa.

PERSONALICE EL MENSAJE

De acuerdo al entendimiento de su pasaje, planifique específicamente en cómo ese pasaje afecta su vida personal. Esta planificación debe incluir cosas como cuándo llevará acabó eso (horario), los detalles, los pasos a seguir, en fin, todo el procedimiento. Pregúntese a sí mismo ¿Cuándo he fallado en este aspecto en el pasado? ¿Cuándo es muy probable que me enfrentaré a otra situación así? ¿Cuál será mi reacción la próxima vez que me enfrente a este mismo problema? Piense detenidamente en este plan, antes que venga la próxima tentación. Use el pasaje estudiado en sus oraciones al Señor.

El Escudo de la Fe

Mayo / Junio 1994

 

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