La arqueología y la inmersión

Hubo un tiempo cuando solamente un grupo de bautistas oscuros y despreciados eran los que se atrevían a decir que la inmersión era la forma primitiva de bautismo, pero su fidelidad y su tenacidad ha hecho cambiar de parecer a las personas imparciales que estudian las costumbres religiosas de los tiempos primitivos.

Los eruditos de todas las confesiones cristianas están concordes en dar razón a los inmersionistas, cosa que sería fácil demostrar citando a los mejores comentadores, lexicógrafos, historiadores y teólogos. A su testimonio puede añadirse el de la arqueología que descubre las grandes pilas bautismales en las antiguas iglesias; pilas que por sus dimensiones no pueden haber sido construidas sino en vista de la inmersión de los que ingresaban a la iglesia.

En muchas partes existían iglesias construidas exclusivamente para la administración del bautismo, y eran llamadas baptisterios, y éstas poseían piscinas de considerables dimensiones.

Los baptisterios de mayor celebridad y que llaman la atención de los cultores de la arqueología religiosa son los de Rávena, de Volterra, de Siena, de Pisa; de Poitiers en Francia; de Santa Sofía, en Constantinopla, y de Tarrasa, en Cataluña. Una de las piscinas mejor conservadas se halla en el baptisterio de Aquilea, Austria; es de forma hexagonal y tiene dos peldaños para subir y tres para bajar. Probablemente fue construido en el siglo IV.

Tenemos por delante la Enciclopedia Universal Ilustrada, de Espasa, obra que fácilmente cualquiera puede consultar y del artículo Baptisterios entresacamos los siguientes párrafos:

«En las catacumbas se ven baptisterios de los tres primeros siglos y las excavaciones nos han hecho conocer otros en las catacumbas de Alejandría. Los hay también en el cementerio Astriano de la vía Nomentana, no lejos de la iglesia de Santa Inés, en Roma; en el cementerio Priscila; en el Ponciano con una piscina que mide 1.14 de profundidad, 1 de ancho y 1.35 de largo.»
«Estos depósitos estaban abiertos en el suelo aludiendo al significado, del bautismo, en el que según San Pablo (Romanos cap. VI.) nos sepultamos con Cristo en el sepulcro para resucitar con él a una nueva vida, y se bajaba a ellos por variado número de peldaños, que variaba entre tres y siete. El agua o provenía de fuente natural allí mismo, o por medio de conductos y también por pozos abiertos en el subsuelo.»
«La riqueza con que fueron algunos de ellos adornados fue sorprendente, y aun se levantaron en su centro surtidores para que se renovara el agua con frecuencia, lo que obligó al papa Dámaso a tomar del Janículo una gran cantidad de agua para el célebre baptisterio del Vaticano.»

Haciendo referencia a uno de estos baptisterios en España dice la mencionada Enciclopedia:

«Conservase en España un monumento notabilísimo de su género que se clasifica entre los baptisterios primitivos; Trátase de la iglesia de San Miguel de Tarrasa, en Barcelona (Pertenece al siglo V). Las excavaciones recientemente practicadas por Puig y Cadafalch en el suelo de la iglesia han producido el descubrimiento de un macizo de hormigón, que es el fondo o suelo de la piscina.»

Los católicos no tienen reparo en poner de manifiesto que ellos practican el bautismo en forma muy diferente de la que fue practicada en los orígenes de la fe cristiana. Esto lo comprueba el Dictionaire des Antiquités Chrétiennes, del abate Martigny que textualmente dice lo siguiente:

«Los baptisterios eran antiguamente muy espaciosos, ya a causa de la multitud de los que se bautizaban, ya porque el sacramento se administraba por inmersión.» «Los baptisterios de los primeros siglos tenían tal abundancia de agua que se asemejaban a los lagos o ríos a tal punto que los llamaban natatorium o piscina.»
«En Besanzón el tribuno militar Onnasius cedió su casa a fin de dar libre curso a las aguas que debían alimentar el baptisterio que quería construir el obispo.»

Como se ve aun autores católicos, como los que acabamos de citar, nos dan la razón respecto a la forma de bautismo, y no puede ser de otro modo, pues nuestra posición está bien establecida y corroborada por todos los elementos que pueden arrojar alguna luz acerca de la materia.

Siguiendo el gran ejemplo de aquel que fue sumergido en las aguas del Jordán, y siendo fieles a la enseñanza del Nuevo Testamento, como símbolo de la sepultura y resurrección de nuestro divino Maestro, y en testimonio a la muerte al pecado y novedad de vida que por la fe hemos experimentado, practiquemos fielmente la inmersión de los creyentes.

El Atalaya Bautista, 1929

Foto proviene de Wikepedia del bautisterio de la basílica de San Juan en Efeso.

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