La historia del Texto Recibido y los manuscritos griegos, Lección 7: Las versiones antiguas

Cuando se trata el asunto de manuscritos bíblicos, con frecuencia se incluye la evidencia textual de versiones del Nuevo Testamento en latín, sirio, arameo, armenio, bohaírico, copto, etíope, georgiano, y gótico, algunos de los cuales remontan hasta antes del año 1000 d.C., pero por cierto antes de que se inventara la imprenta. El motivo por su inclusión se debe al hecho de que muchas de estas versiones son muy antiguas, y reflejan la lectura que seguramente hubiera tenido el texto griego del cual fueron traducidos en su respectiva era. En total hay aproximadamente 20,000 manuscritos del Nuevo Testamento en varios idiomas.

Se verá entonces que las versiones por sí solas no pueden tomarse para establecer lectura alguna, porque los manuscritos son necesariamente primeras autoridades, y no falta abundancia en tales testimonios. Sin embargo, confirman, o ayudan a decidir, las conclusiones o las inclinaciones de la evidencia manuscrita; y tomados en relación con otros testigos, tienen mucha fuerza independiente, que varía, por supuesto, según el carácter de la versión o versiones, y la naturaleza y extensión de su acuerdo. En cuanto a este respecto, poseen gran importancia. (Scrivener, Frederick H. A. A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament. London: George Bell and Sons, 1894, Vol. 2, p. 3)

En cuanto al contenido textual de estas versiones, estamos endeudados a los que han estudiado idiomas muertas (o formas sumamente antiguas de idiomas vivientes) y han reportado sus conclusiones. Nos concentraremos no tanto en información general, sino más bien en las características textuales de las versiones antiguas (especialmente del Nuevo Testamento).

Las traducciones coptas

La versión Sahídica

…Está claro que la Sahídica es principalmente alejandrina, y más cerca de B que de ℵ. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 134)

La versión bohaírica

Un análisis más detallado de pasajes en los que los testigos bohaíricos se dividen entre una lectura alejandrina y una occidental, y la lectura occidental ha sido asimilada al texto bizantino, indica que “las formas anteriores de los evangelios bohaíricos estaban estrechamente asociadas con el tipo ℵ B, pero que, como vemos en las formas posteriores, habían sido revisados no sobre la base de los manuscritos griegos occidentales sino sobre los de tipo bizantino”. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, pp. 137-138)

La evaluación de Von Soden de las versiones bohaírica y sahídica concluyó que la bohaírica y la sahídica se habían derivado de un texto alejandrino (hesiquiano). (Askeland, Christian. «The Coptic Versions of the New Testament» The Text of the New Testament in Contemporary Research. Leiden: Brill, 2013, p. 212)

Traducción en gótica

La versión gótica

La cuestión del texto griego que subyace a la versión gótica original ha sido objeto de cierta controversia. A. Julicher y H. Lietzmann han mantenido la opinión de que el texto de la versión gótica tiene una forma muy similar a la que se compuso por primera vez, y que una nueva traducción nos daría aproximadamente el original griego del que procede la versión gótica. Este texto sería principalmente bizantino, con una mezcla de lecturas antiguas y occidentales, y tal texto es lo que estos eruditos esperarían encontrar, a mediados del siglo IV, en las tierras balcánicas en las que tomó forma la versión.
Otros, en particular Fr. Kauffmann y W. Streitberg, reconociendo la considerable infiltración de la versión latina antigua, especialmente en las Epístolas, admiten la necesidad de eliminar este elemento itálico antes de abordar el problema del griego subyacente. Y esta opinión es incuestionablemente correcta, aunque habrá diferencias de opinión sobre las lecturas individuales. La versión gótica se basa en un texto bizantino que se aproxima al de Crisóstomo, y está representada en los Evangelios por las unciales E F G H S U V, y en las Epístolas Paulinas por K L P. (Friedrichsen, Q. W. S. “The Gothic Version and the fourth-century Byzantine Text” The Journal of Theological Studies. Jan. 1938, p. 42)

Traducción armenia

¿Cuáles son las afinidades textuales de la versión armenia? Según Blake, pertenecía a la familia de las cesáreas, derivando sus lecturas características de una versión siríaca intermedia postulada que ya no existe. Más tarde, algún tiempo antes de mediados del siglo V, se revisó a fondo al estándar bizantino y solo quedan rastros débiles de su antepasado cesáreo. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, pp. 165-166)

La crítica mordaz de Hurtado, a partir de la investigación en Marcos, ha hecho insostenible la hipótesis de Streeter que asigna el texto revisado de los Evangelios a un tipo de texto ‘cesáreo’ entre el alejandrino y el texto occidental más expansivo. Posteriormente, se clasificó con el tipo koiné [bizantino] temprano que se desarrolló a partir de una matriz alejandrina antes de evolucionar hacia la norma bizantina más completa. (Cowe, S. Peter. «The Bible in Armenian» The New Cambridge History of the Bible. Cambridge: Cambridge University Press, 2012, Vol. 2, p. 156)

Traducciones georgianas

La versión georgiana

Los tres manuscritos [georgianos], pensó Blake, exhiben tendencias al texto cesariano; el manuscrito de Adysh lo alineó con el grupo Θ, 565 y 700. Los otros dos manifiestan afinidades especiales con la Familia 1 y la Familia 13. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 194)

… los Evangelios del Antiguo Georgiano son eminentemente útiles para el estudio de la tradición textual del Nuevo Testamento. Se encuentran entre esos testigos antiguos que omiten la notoria perícope adulterae (Juan 7:53–8:11). … Centrándose en el texto georgiano antiguo de Marcos, demostraron que los evangelios georgianos son similares al códice uncial griego Koridethi, descubierto en Georgia, y ciertos minúsculos griegos. Estos testigos exhiben un tipo mixto de texto, con elementos tanto «occidentales» como alejandrinos. (Childers, Jeff W. «The Bible in Georgian» The New Cambridge History of the Bible. Cambridge: Cambridge University Press, 2012, Vol. 2, pp. 167-168)

La versión Atonita

El término de los labores sobre la revisión de Atanasio llegó en el siglo XI con el trabajo de San Jorge el Hagiorita (m. 1065)…
La mayoría de las modificaciones introducidas por San Jorge fueron relativamente menores y parecen haberse basado en manuscritos griegos del tipo K de von Soden. [el texto bizantino] … Uno de los principales puntos de diferencia entre su revisión y la de San Eutimio, según Blake, es la inclusión de la perícopa de adultera (Juan 7:53-8:11) en el texto de San Jorge, un pasaje que está ausente de todas las formas anteriores del Evangelio de Juan en georgiano.
Como era de esperar, es el trabajo de la escuela de traductores atonitas el que está representado en la gran mayoría de los manuscritos georgianos, incluidos prácticamente todos los escritos en caracteres hutsuri. Esta revisión se convirtió en la vulgata de la Iglesia de Georgia y constituye la base de las ediciones impresas… (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 198)

Traducciones en etíope

Versión etíope

[Etíope, evangelios solamente] … era, concluyó Hackspill, un tipo de texto sirio [bizantino] o sirio-occidental, como el representado por los manuscritos griegos (C) D E F G K y la Vulgata latina. Al mismo tiempo reconoció que la versión sí presenta una serie de lecturas típicamente alejandrinas, coincidiendo con los manuscritos ℵ B (C). (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, pp. 233-234)

[Etíope, Hechos solamente] Montgomery concluye que el ejemplo griego utilizado por el traductor se acercaba a la forma antioqueña o siria, pero no poseía el pulido de esta última, siendo, de hecho, un buen ejemplo del Textus Receptus oriental de la época. Al mismo tiempo, hay una serie de coincidencias con el códice griego Vaticano (B) y otros textos antiguos. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 235)

En cuanto al Nuevo Testamento, L. Hackspill, aunque tampoco es un especialista en Etíope, presentó con razón la teoría de que el griego Vorlage [edición original] tenía un origen sirio [texto bizantino], no alejandrino. También creía que varios traductores hicieron la traducción alrededor del año 500. A. Vöobus, sobre la base de citas encontradas en la literatura etíope, favoreció el siríaco Vorlage para el Nuevo Testamento Ge’ez [etíope clásico], una opinión apoyada por F. C. Burkitt. (Isaac, Ephraim. «The Bible in Ethiopic» The New Cambridge History of the Bible. Cambridge: Cambridge University Press, 2012, Vol. 2, pp. 114-115)

Traducciones en árabe

Versión árabe

[Manuscritos árabes antiguos] Basado en un análisis detallado de sesenta y tres lecturas variantes en el texto de I Corintios contenido en el códice árabe del Sinaí. 155 (MS. no. 6 en la lista anterior), Robert Boyd concluyó que el texto griego subyacente «era de un tipo predominantemente neutral o alejandrino que mostraba poco efecto de asimilación al tipo de texto bizantino tardío». (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 267)

Traducción nubia

(Nubia era una región entre Egipto y Etiopía).

Un examen de las variantes reveladas por una comparación del texto griego reconstruido de Griffith contra el Textus Receptus y contra el texto de Westcott y Hort revela que la versión nubia concuerda con el Textus Receptus contra el texto de Westcott-Hort en seis de las doce variantes, pero nunca está de acuerdo con Westcott-Hort contra el Textus Receptus. En seis variantes, el nubio se opone tanto al Textus Receptus como al Westcott-Hort; dos de estos casos son lecturas únicas. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 273)

La traducción persa

En cuanto a las afinidades textuales de la(s) versión(es) persa(s), Kirsopp Lake y Silva New mencionan que «se ha sugerido que el persa muestra rastros de lecturas cesarianos». (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 279)

La traducción sogdiana

Las afinidades textuales de la versión sogdiana están, como era de esperar, estrechamente relacionadas con la Peshita siríaca. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 281)

La traducción eslava

Curiosamente el Evangelio de Jn contiene un número de lecturas del tipo “occidental” superior al de los otros tres evangelios. De ello se deduce: la base textual que los hermanos tenían delante era bizantina, sin duda, pero no pura; … las lecturas de AEE [Antiguo Eslavo Eclesiástico] están bien representadas en los innumerables manuscritos del grupo koiné griego, que por otra parte no gozan de especial favor ante los críticos, al ser un texto más moderno. En compensación puede decirse que la versión eslava va de acuerdo con el texto mayoritariamente transmitido del Nuevo Testamento y es más “eclesiástica”. (Piñero, Antonio. “La versión eslava del Nuevo Testamento” ’Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones. Anejos. 2004, XIII, págs. 95-96)

Las traducciones siríacas

La versión Harcleana

Las afinidades textuales de la versión Harcleana se han descrito como pertenecientes, en general, al tipo de texto antioqueño o bizantino. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 73)

La versión Palestina

Es obvio a partir de las caracterizaciones anteriores que el texto de la versión palestina siríaca no concuerda con ningún tipo de texto, sino que incorpora elementos de familias y textos bastante dispares. Al mismo tiempo presenta rasgos que sugieren una estrecha relación con sus antecedentes griegos. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 82)

La versión Peshita

La Peshita es la más antigua de las versiones siríacas (aunque no todos los historiadores concuerdan). La Peshita contiene el Antiguo Testamento y todos los libros del N.T. excepto 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis. Su texto posiblemente data de la segunda mitad del siglo II, aunque en su forma actual data de alrededor del siglo V.

Algunos promotores del Texto Recibido afirman que la Peshita es de una edad sumamente temprana (tal como 150 d. C.) sin reconocer que su edad está bajo disputa. Del mismo modo, muchos promotores del texto crítico son culpables de lo inverso; es decir, asignarle a la Peshita una fecha tardía sin reconocer que históricamente se había asignado a una edad más temprana. Y es casi seguro que los críticos no reconocerán como Westcott cambió su punto de vista de la edad de la Peshita bajo circunstancias sospechosas.

Cuando se compara la Peshita con el Texto Recibido, refleja una similitud que le da credibilidad al Texto Bizantino y al Texto Recibido en muchos pasajes disputados en la crítica textual, por el hecho de la edad temprana de la Peshita en una era en la cual no sobrevivieron muchos manuscritos griegos. Incluso Westcott y Hort tuvieron que hacer grandes esfuerzos para implantar dudas acerca de la edad temprana de la Peshita en sus escritos, porque interfería con la teoría que desarrollaron más tarde. En 1855 Westcott había escrito que la Peshita era de “la primera mitad del siglo II” (Westcott, Brook. A General Survey of the History of the Canon of the New Testament During the First Four Centuries. Cambridge: Macmillan, 1855, pp. 264-265), pero para no arruinar su teoría del comienzo del texto bizantino lo cambió en 1882 a “ciertamente originadas después de mediados del siglo III” (Westcott, B. F. & Hort, F. J. A. Introduction to the New Testament in the Original Greek. 1882. Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1988, p. 117).

Según las siguientes fuentes, las diferencias entre manuscritos de la Peshita son mínimas:

…el hecho notable de que nuestros numerosos manuscritos antiguos de la Peshita todos presentan prácticamente el mismo texto. El Sr. Gwilliam ha editado recientemente los Evangelios en la versión Peshita. Ha recopilado más de cuarenta manuscritos, algunos de ellos tan antiguos como la segunda mitad del siglo V, y sin embargo, las variaciones se limitan prácticamente a cuestiones de ortografía. Por tanto, el texto aprobado por la autoridad eclesiástica se conservó con mucho cuidado en épocas posteriores; (Burkitt, Francis Crawford. Early Eastern Christianity. London: J. Murray, 1904, p. 46)

… con tanto cuidado se hicieron las copias posteriores de la Peshita, entre los siglos V y XII, que la diferencia sustancial entre estas dos ediciones es muy leve. (Kenyon, Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. London: Eyre and Spottiswoode, 1903, p. 158)

Se han hecho por lo menos tres traducciones diferentes de la Peshita al inglés (Murdock – 1851; Etheridge – 1849; Lamsa – 1933). En el 2006 el Instituto Cultural Álef y Tau, A.C. en conjunto con Editorial Holman publicaron una traducción en español. Dicha traducción al español nos provee los siguientes datos en el material suplementario:

MANUSCRITOS EXISTENTES MÁS ANTIGUOS: Peshitta Apostolos (534 d. C.). Manuscrito Siriaco del Nuevo Testamento que contiene dos Evangelios (aprox. 543 d. C.). Manuscrito Completo de la Peshitta (Siglo V/VI d. C.). Manuscrito Siriaco del Nuevo Testamento sin Jn. 7:53-8:11, 2ª Pedro, 2ª y 3ª Juan, Judas y Apocalipsis (700 d. C.). (La Biblia Peshitta en Español. Nashville: Holman Bible Publishers, 2015, p. 2492)

Siglo ii d. C. Ya circula la Vetus Syra. Se comienza a compilar el texto Peshitta. A causa de cismas religiosos, no se admiten en esa época en el canon el pasaje de Jn. 7:53–8:11, 2ª Pedro, 2ª y 3ª Juan, Judas y Apocalipsis. (La Biblia Peshitta en Español. Nashville: Holman Bible Publishers, 2015, p. 2493)

Su texto

Se ha afirmado con frecuencia que el tipo de texto representado por la Peshita es lo que Hort denominó texto sirio y Ropes el antioqueño, una forma de texto que también aparece en los escritos de Juan Crisóstomo y que finalmente se convirtió en el Textus Receptus bizantino. Sin embargo, en un número considerable de lecturas, la Peshita está de acuerdo con uno u otro de los textos griegos presirios, en contra de los padres de Antioquía y el texto griego tardío. En un examen detallado de Mateo capítulos 1-14, Gwilliam descubrió que la Peshita concuerda con el Textus Receptus 108 veces y con el códice Vaticano (B) 65 veces, mientras que en 137 instancias difiere de ambos, generalmente con el apoyo del siríaco antiguo y/o el latín antiguo, aunque en 31 casos (casi una cuarta parte del número total) está solo. A partir de estos datos, concluyó que el autor desconocido de la Peshita «revisó una obra antigua de manuscritos griegos que no tiene representantes ahora existentes, y por lo tanto nos ha transmitido un testimonio independiente del texto griego del Nuevo Testamento». (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 61)

Pensamiento concluyente en relación a la Peshita

La Peshita ha sido bien llamada «la Reina de las versiones» de la Sagrada Escritura, ya que es a la vez la más antigua y una de las más excelentes de las que la providencia de Dios ha bendecido y edificado a la iglesia. (Scrivener, F.H.A. A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament for the use of Biblical Students. London: Cambridge University Press, 1874, pp. 280-281)

Las traducciones latinas

La Vetus Latina

La Vetus Latina es también conocida como Latina Antigua, Itala, o pre-Vulgata. La referencia a la Vetus Latina como Itala proviene de un escrito de Agustín alrededor de 400 d. C. En inglés, es común referirse a la «Latina Antigua». Estos términos se utilizan para hacer distinción con los manuscritos de la Vulgata Latina.

Su fecha de origen

Hay discusión en cuanto a la edad de las primeras traducciones al latín. La fecha más temprana que se ha sugerido es 157 d. C., aunque no es en referencia a manuscritos que han sobrevivido. A continuación, ofrecemos varias citas en cuanto a la época temprana de la Vetus Latina:

Mill en verdad nos recuerda que la Iglesia primitiva en Roma estaba compuesta en gran medida por judíos y otros extranjeros, cuya lengua vernácula era el griego, que al principio no se sintió la necesidad de una traducción latina de las Escrituras; sin embargo, ni siquiera él colocaría su fecha después de Pío I (142-157), el primer obispo de Roma después de Clemente que lleva un nombre en latín (Mill, Proleg. § 377). No fue hasta que se llamó especialmente la atención sobre el estilo de la versión latina antigua, que los eruditos comenzaron a sugerir África como el lugar y la segunda mitad del siglo II como el tiempo de su origen. Esta opinión, que había obtenido el favor de Eichhorn y algunos otros antes que él, puede considerarse demostrada por el cardenal Wiseman, en su «Two letters on some parts of the controversy concerning I John V. 7». (Scrivener, F. H. A. A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament for the use of Biblical Students. Vol. 2, 1894, p. 43)

Aunque se sabe que al menos partes del Nuevo Testamento se tradujeron al latín a fines del siglo II, la primera evidencia física del conocimiento de la existencia de una versión latina de al menos algunos libros bíblicos ocurre en las citas del Nuevo Testamento en los escritos del padre africano Tertuliano al principio del tercer siglo. (Petzer, Jacobus. «The Latin Version of the New Testament» The Text of the New Testament in Contemporary Research. Ed. Michael Holmes and Bart Ehrman. Grand Rapids: Eerdmans, 1995, p. 120)

La evidencia más antigua que tenemos de la Biblia en latín parece ser una cita de 1 Tim. 6:15 f. en los «Hechos de los Mártires Scillitanos» del año 180 d.C., que hacen eco de varias frases del Nuevo Testamento. Tertuliano usó una traducción ya existente en algunas de sus citas. Podemos inferir de esto y de otros que la Biblia fue traducida al latín a mediados del siglo segundo. (Kilpatrick, G. D. «Review: The Itala.» The Classical Review, 1978, New Series, Vol. 28, No. 1, 1978, p. 56)

El Nuevo Testamento griego UBS tercera edición de 1975 enumera al latín antiguo como «(siglos segundo a cuarto)».

Su texto

La relación de la versión latina con el texto griego es, como puede verse, bastante complicada, fluctuando entre los textos alejandrino y occidental. Una consecuencia importante para la evaluación de la evidencia latina que surge de este escenario es que es erróneo referirse masivamente a la versión Vetus Latina como occidental y sospechar que toda lectura apoyada por algún testigo de la Vetus Latina es occidental. Más bien, uno debe usar y evaluar la evidencia de estos testigos de una manera matizada, teniendo en cuenta la naturaleza específica del texto en ese testigo. (Petzer, Jacobus. «The Latin Version of the New Testament» The Text of the New Testament in Contemporary Research. Ed. Michael Holmes and Bart Ehrman. Grand Rapids: Eerdmans, 1995, p. 125)

Las afinidades textuales de las versiones en latín antiguo son inequívocas con el tipo de texto occidental. No pocas veces, las lecturas en latín antiguo dignas de mención concuerdan con el texto griego del códice Beza y el siríaco antiguo. En general, la forma africana del latín antiguo presenta las mayores divergencias del texto generalmente recibido, y la de europea las más pequeñas. (Metzger, Bruce. The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press, 1977, p. 325)

Edward Hills, un defensor de la versión King James con títulos universitarios de Yale, Westminster y Harvard, aporta sobre el tema con la siguiente observación:

La familia occidental consiste en aquellos documentos del Nuevo Testamento que contienen esa forma de texto que se encuentra en los escritos de los padres de la iglesia occidental, especialmente Ireneo, Tertuliano y Cipriano. Varios manuscritos griegos contienen este texto, de los cuales los más importantes son D y D2. Otros dos testigos importantes del texto occidental son la versión latina antigua, la versión siríaca antigua, el Diatessaron de Taciano y el manuscrito copto G67. (Hills, Edward F. Believing Bible Study. Des Moines: Christian Research Press, 1991, p. 45)

La diferencia entre la Vetus Latina y la Vulgata Latina

Los Evangelios de la Vulgata, como afirma Jerónimo, pretendían ser una revisión mínima de las versiones latinas antiguas existentes y tienen un gran parecido con ellas. … En la Epistula ad Damasum, prefacio a los Evangelios de la Vulgata, Jerónimo escribe «… ita calamo imperavimus (o temperavimus) ut his tantum quae sensum videbantur mutare correctis, reliqua manere pateremur ut resit«; (Burton, Philip. The Old Latin Gospels. Oxford: Oxford University Press, 2000, p. 6)

Para empezar, los libros de la Vulgata del Nuevo Testamento no fueron una traducción nueva sino una revisión de versiones existentes llevada a cabo por más de una persona. Jerónimo solo fue responsable de los Evangelios, e incluso él parece haber hecho menos alteraciones en la última mitad de su trabajo. (Houghton, H.A.G. The Latin New Testament. Oxford: Oxford University Press, 2016, pp. vii-viii)

Algunas de las diferencias en la versión de Jerónimo se derivan del texto griego en el que se basó. A menudo se ha observado que la Vulgata se aleja del llamado texto «occidental» hacia una forma más cercana al estándar posterior (koiné o texto bizantino), aunque los intentos de una clasificación más detallada tienden a fracasar. En la práctica, los testigos griegos utilizados por Jerónimo y otros revisores habrían tenido cada uno sus propias peculiaridades. … Alguna vez se pensó que el texto griego de Jerónimo era similar a los Códices Sinaítico y Vaticano, pero ya no es así. (Houghton, H.A.G. The Latin New Testament. Oxford: Oxford University Press, 2016, pp. 33-34)

Conclusión

La investigación compartida demuestra que hay evidencia de lecturas bizantinas desde edades tempranas en varias versiones antiguas. Aquellas versiones contribuyen a la evidencia de que hubo varias traducciones antiguas con una cantidad considerable de lecturas bizantinas. Sin embargo, no hay ninguno que es consistentemente bizantino. No sería honesto tratarlos como su hubieran sido traducciones bizantinas en su totalidad. Esto es debido a que hubo algunos casos en las versiones de la antigüedad en el cual predominó el texto alejandrino, occidental o el cesariano, o hubo mezcla con el bizantino. Con esas aclaraciones, en general parece haber dominado el Texto Bizantino entre esas traducciones antiguas, especialmente a largo plazo al no enforcarse en un solo período en la historia.

Con tiempo el texto alejandrino casi desapareció de traducciones de la antigüedad. Cuando no dominaba el Texto Bizantino, dominó el texto occidental en las traducciones, más que todo dado a la influencia del latín.

Fuerzas y debilidades de las versiones por Edward Miller

Las versiones, o traducciones hechas en las primeras edades del cristianismo en varios idiomas difieren como evidencia de los manuscritos, porque el testimonio que llevan son indirectos y, debido a la diferencia en el modismo, a menudo falla por completo.

La fuerza de este tipo de evidencia consiste en los siguientes detalles:

  1. Al haberse hechas con fines públicos, debe presumirse que han sido redactadas en virtud de varios consejeros y que han expresado el texto acreditado en el lugar donde se realizó la traducción. Por lo tanto, representaban no sólo uno sino muchos manuscritos, o un pequeño grupo de manuscritos aceptados.
  2. Algunos de ellos eran prácticamente más antiguos que cualquier manuscrito existente, y todos aquellos que poseen valor crítico son prácticamente más antiguos que la mayoría de los manuscritos. Es cierto que los manuscritos existentes de ninguna versión superan en la antigüedad los manuscritos en griego, a menos que se haga una comparación a finales del siglo VI con los de la versión Peshita; pero no hay razón para sospechar la fidelidad principal de su transmisión desde su origen hacia abajo.

Su debilidad se muestra:

  1. En una falta de coincidencia exacta entre el griego y el idioma de cualquier versión. Debido a la expresión idiomática, o la diferencia en el significado real o relativo de las palabras. Las versiones a menudo se convierten en «traducciones de sentido», y por lo tanto son más ampliamente útiles en ese sentido, en lugar de «representaciones de palabras» ministrando al estudio exacto del texto.
  2. Las fechas de las varias versiones no son seguras en todos los casos; y
  3. La interrogante textual surge en sus lecturas, como es el caso en el texto griego general.

En consecuencia, no se pueden establecer lecturas únicamente por versiones (o por versiones y padres combinados) sin evidencia primaria de manuscritos. De hecho, los manuscritos griegos abundan hasta tal punto que no hay apertura con posibilidades de éxito para ningún procedimiento en el que las versiones liderarían el camino. (Miller, Edward. A Textual Commentary upon the Holy Gospels. London: G. Bell, 1899, pp. xi-xii)

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