La música … ¿es realmente neutral?

Con la intención de justificar nuevas corrientes en la música cristiana, una nueva idea ha surgido. En ninguna otra época de la historia de la Iglesia ha sido sostenida o creída, ni siquiera puesta en palabras sino hasta mediados del 1960. Incluso hoy en día músicos no cristianos y musicólogos rechazan y ridiculizan esta idea. A pesar de un fuerte cuerpo de evidencia que sostiene lo contrario, esta nueva extraña doctrina es vigorosamente defendida en muchos círculos cristianos. Ella dice que la música es neutral (o amoral). Que en la música sólo importan las palabras.

Evidencia histórica

Primero, vamos a examinar esta filosofía desde una perspectiva histórica. Platón escribió: La introducción de una nueva clase de música debe ser evitada ya que peligra la totalidad del Estado, puesto que los estilos de música nunca son removidos sin que afecten la mayor parte de las instituciones políticas.» Él además opinó sobre la buena o mala influencia de la música, diciendo: «La música directamente representa las pasiones o estados del alma – benignidad, cólera, coraje, temperamento…Si uno escucha la clase de música equivocada se convierte en la clase de persona equivocada…» En la opinión respetada de Platón, la música—en vez de ser neutral—es sumamente poderosa para moldear el destino de las naciones y hombres. Nótese que Platón escribió sobre -la música sin hacer referencia a las palabras.

Varios siglos después, Martín Lutero escribió: «Además de la teología, la música es el único arte capaz de suministrar paz y gozo al corazón…Mi corazón que está lleno a rebalsar, ha sido a menudo confortado y refrescado por la música cuando estoy enfermo y cansado».

En su clásico texto «El Regocijo de la Música», Joseph Machlis declara la creencia que es comúnmente sostenida entre serios estudiantes de la música:

«La música ha sido llamada el lenguaje de las emociones. Esto no es una metáfora irracional: porque la música como el lenguaje apunta a comunicar intenciones o significados…La música está relacionada con la experiencia humana y tiene un contenido expresivo, de otra manera no habría funcionado por miles de años como una fuerza espiritual en la vida de los hombres».

Juan Sebastián Bach subraya el poder de la música en su explicación que la música es para «la gloria de Dios y el refrigerio del espíritu». Si la música puede refrescar el espíritu, es razonable atribuirle el mismo poder para contaminarla o corromperla.

Músicos no religiosos se han jactado del poder de la música. Charles Reich, en su libro «El Reverdecer de América», describe la influencia de la música:

«La música se ha convertido en el más profundo medio de comunicación y expresión de la cultura íntegra. Los medios dominantes de comunicación en nuestra sociedad—las palabras—han sido abusadas, distorsionadas, tanto que al presente (palabras y lenguaje) no parecen adecuadas para la gente de la nueva era. La música, por el contrario, dice todo lo que ellos quieren decir o sentir. Ella expresa el sexo sucio y grosero. Es un depósito de energía fantástica como intelectual; la música nueva es una música de creatividad sin límite y expresiva en sí misma».

Hay un creciente campo de estudio llamado musicoterapia, por la cual condiciones mentales y psicológicas, tales como la depresión y la ansiedad son tratadas mediante la prescripción de la música correcta, como cuando un doctor medica una droga. Ciertamente este campo de estudio está basado en que la música afecta a las personas.

La evolución de los setentas

Dejamos claramente entendido que las únicas personas sobre la faz de la tierra que han tratado de promover la «neutralidad de la música» son creyentes que vivieron después de 1965.

¿Qué sucedió a mediados de la década de los setenta, qué fue significativo para causar en muchos cristianos fundamentalistas el ignorar lo que era entonces y es ahora común saber entre los músicos? Yo creo que las raíces son más psicológicas que musicales. Aquellos que vivimos durante ese tiempo tumultuoso, recordamos el clima social. Todo lo que era tradicional fue criticado. Los jóvenes rechazaron cualquier cosa que vagamente se asociaba con «lo establecido». Tal vez lo más tradicional de todos los aspectos de la iglesia fue la música.

El grito era “¡Dennos algo nuevo”! Simultáneamente en el mundo secular, una nueva forma de expresión musical había capturado las mentes y la imaginación de aquella inquieta generación. Esta música, que ellos podían sentir, dio voces a sus rebeliones y a sus pasiones.

Los predicadores, sin miedo atacaron las caderas movedizas de Elvis y el alborotado pelo de los Beatles. Las minifaldas desnudaron a nuestras chicas, mientras todas las demás costumbres fueron llevadas al límite. Comparada con el rock-and-roll, la música cristiana parecía demasiado desabrida. Por un lado, los predicadores estaban luchando con la rebelión -no al pelo largo, no a las faldas cortas- y por el otro lado, tenían que apagar esta generación que tenía gustos tan diferentes. Era contra este trasfondo, que algunos comenzaron a usar rock-and-roll como un vehículo para alcanzar esta nueva generación. El razonamiento era: «Si vamos a ganarles, debemos hablar su lenguaje».

Con la cada vez más creciente influencia de la prensa y tantas iglesias llegando a ser orientadas a entretener, el escenario está listo. «Consiguen que vengan a la iglesia, dándoles lo que a ellos les gusta; entonces démosle lo que ellos necesitan». Puesto que una cucharada de azúcar ayuda a pasar la medicina, vamos a revestir el evangelio con rock-and-roll. Alguien lo describió de esta forma: «Nosotros, sin anunciarlo, vamos a darles una inyección del evangelio antes de que se den cuenta».

Fallas en la lógica contemporánea

Conforme fue visto hace 25 años, este método tenía obvios problemas. El primero es que el evangelio no es una medicina, sino que es «poder de Dios para salvación a todo aquel que cree». No se necesita cubrirlo para hacerlo más apetitoso o movilizarlo para hacerlo más relevante. Meramente requiere proclamarse, de esta manera Dios puede hacer Su obra. Segundo, muchos predicadores habían comenzado ya, y correctamente, a atacar esta sensualidad de la música, su ritmo salvaje y la vestimenta despilfarrada y el comportamiento de sus artistas. Pero como la presión sube y apologistas hacen preguntas para los cuales estos predicadores no han encontrado respuestas, muchos comienzan a ignorar la música y a focalizar sobre el mensaje que las canciones tienen. Cierto es que los predicadores tenían bastante para predicar. No obstante, puesto que la mayoría de los predicadores no se sienten calificados para hablar de la música en sí misma, más allá de frases «música salvaje» y «demasiado fuerte», los músicos interpretan su silencio como una aprobación tácita.

Con una «pequeña falta lógica» acerca de «alcanzar a los perdidos con su propia música pero con palabras bíblicas», comenzó el cambio. Si la música es neutral, entonces ¿por qué no usar cualquier estilo para comunicar el mensaje? Si el mensaje del texto es toda la cuestión, entonces cualquier música es el vehículo apropiado.

El mensaje de la música

El problema es que el mensaje de la música es tan poderoso como las palabras, y la percepción del mensaje es grandemente coloreado por el vehículo que lo acarrea. Así hoy en día, cada estilo de música imaginable, desde el «folclore» al «heavy metal» está siendo llamada «cristiana». ¿Cómo pudimos habernos movido de la música tradicional de la iglesias fundamentales a «Stryper»* en tan pocos años? Por aceptar la idea totalmente errónea de que la música es neutral.

Queda claro que la música no es neutral. Su mensaje es fuerte y claro, a menudo más predominante que las palabras. Es tiempo que la iglesia del Señor considere el mensaje que está comunicando con su música. En vez de un mensaje de sal y luz, de separación y santidad, ha llegado a ser un mensaje de conformidad al mundo y confusión.

Durante los pasados treinta años, nuestra juventud nos ha enseñado mucho de su estilo libre de vida. Es tiempo que comencemos a enseñarles sobre la santidad y un estilo santo de vida.

*Grupo de rock-and-roll «cristiano» de los E.E. U.U.

El Escudo de la Fe

 

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