Los misericordiosos

Tenemos que ser algo antes de hacer algo. La actitud es más importante que la acción. Si la actitud es lo que debe ser, la acción procederá. Las bienaventuranzas tienen que ver con nuestra manera de ser o sea nuestras actitudes.

La religión se ocupa con acciones, no más. Los religiosos hablan de acciones sociales. Mucho de la religión es exterior. Es como una mano de pintura que algunos ponen para tapar la maldad que hay adentro. Es por eso que algunos pueden ser malvados y religiosos, los dos a la vez. Su religión no es capaz de cambiar su manera de ser.

En Mateo 5:7 Jesús hizo mención de los misericordiosos. No se puede ser misericordioso sin pensar en los demás. Por eso, el misericordioso tiene que luchar en contra del egoísmo. El egoísmo no concuerda bien con el de ser misericordioso.

El misericordioso piensa en el bienestar de los demás en su alrededor; sus familiares, por ejemplo. Él toma en cuenta que sus acciones afectan a los demás. Él se siente culpable si entra la casa con sus pies embarrados o si deja sus cosas tiradas en la casa.

Hay muchas formas de hacer sufrir a los demás. Algunos hacen más daño con su lengua que con sus manos. Es posible contaminar la casa con una boca sucia. Otros están lastimados por su crítica y maldiciones. Otra falta de misericordia es por tocar lo que pertenece a otros. Tenemos que enseñar a los niños a respetar lo ajeno. Es posible hacer sufrir a los demás por ser irresponsable, no cumplir con su deber, salir de casa sin avisar a nadie a donde va y volver a la hora que quiere sin rendir cuentas con nadie. Otros sufren por causa de los vicios de sus familiares; fumar, tomar, endrogarse, o gastar dinero en tonterías. I Timoteo 5:8 dice que si alguno no piensa en el bienestar de sus familiares ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

El misericordioso piensa también en el bienestar de sus vecinos. Él siempre está disponible si alguien necesita ayuda. Él no deja a su perro ladrar día y noche o salir a la calle para amenazar a la gente. Él no pasa música a todo volumen. La regla de oro que Jesús nos dio ayuda mucho en guiarnos en ser misericordiosos. Jesús dijo, “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. (Mateo 7:12)

En la Biblia encontramos algunos hermosos ejemplos de lo que es ser misericordioso. En II Samuel 9:1 leemos que David quiso hacer misericordia por amor de Jonatán. Él no pudo olvidar de lo bueno que Jonatán hizo por él. El papá de Jonatán quiso matar a David y, más probable, lo hubiera hecho si no hubiera sido que Jonatán le defendió. Después de la muerte de Jonatán, David encontró que uno de sus hijos, Mefiboset, estaba lisiado. David mandó un siervo a buscarle y traerle a su casa. Le dio un lugar por donde vivir y el privilegio de comer en su mesa todos los días de su vida.

En Marcos 10:30-37 Jesús nos dio la parábola del buen samaritano. Se trata de un hombre que estaba dispuesto a invertir su tiempo y dinero en ayudar a un pobre que fue asaltado y lastimado en el camino. Otros pasaron sin hacer nada, pero el buen samaritano tuvo lástima de él. Siempre cuesta algo ser misericordioso. Hay un precio a pagar. A veces se trata de tiempo, no más, pero en otras ocasiones es un sacrificio de bienes materiales o dinero.

El ejemplo supremo de misericordia fue el sacrificio de Cristo en la cruz. Él pagó el sacrificio supremo. Efesios 2:4-5 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos.)”

Con cada bienaventuranza hay una promesa. Dios dice que los misericordiosos alcanzarán misericordia. Será de conforme a la promesa de Lucas 6:38: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. Hay gente pobre por causa del egoísmo. Ellos no piensan en los demás y no están dispuestos a sacrificar por el bienestar de ellos. Tienen pocas amistades y disfrutan de poca misericordia. Al contrario, hay otros que siempre están pensando en y sacrificando por el bienestar de los demás. Cuando ellos tienen necesidades, otros siempre están a su lado para ayudarles. Proverbios 11:24-25 dice, “Hay quienes reparten, y les es añadido más y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado”. En Efesios 4:32 Dios nos manda a ser misericordiosos: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotras en Cristo”. Dad, y se os dará.

 

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