Mártires bautistas

Los Bautistas no sólo han tenido una historia distintamente delineada a través de los siglos, sino han tenido una historia gloriosa por los principios que han propagado, los cuales hemos estado considerando—los principios de Lealtad a la Palabra de Dios, de la Libertad Religiosa, de la Separación del Estado y la Iglesia, del Individualismo, de una Religión Espiritual, de la Regeneración antes de ser miembro de iglesia, de la Inmersión, de la Comunión, del Congregacionalismo, de la Independencia Eclesiástica, y todos los principios de menor categoría que dependen de éstos.

También la manera de que los Bautistas han sostenido estos principios ha hecho gloriosa su historia; los han defendido tanto cuando estaban de buena acepción como cuando estaban de mala reputación, en tiempos de prosperidad como en los de adversidad, en todo tiempo, bajo toda condición, en la vida y en la muerte.

Los Bautistas nunca han perseguido a otros; pero siempre han tenido que sufrir la persecución. Sus principios impiden que persigan a otros; y estos mismos principios provocan a otros a perseguirlos. De los muchos mártires bautistas que ha habido a través de los siglos, sólo puedo mencionar unos pocos. Hago caso omiso de tales mártires bautistas como lo eran Esteban, Pablo, Pedro y otros en la época del Nuevo Testamento, y vengo a los tiempos de los Anabaptistas, los cuales sufrieron no sólo la persecución de los Católicos sino también de los Protestantes, bajo Lutero, Calvino y Zuinglio donde quiera que éstos tenían autoridad.

Las persecuciones fueron legalizadas tanto por la ley civil como por la sanción eclesiástica. En Alemania, por un edicto del Rey Fernando en 1527, la muerte fue prescrita como el castigo del anabaptismo. El Emperador Carlos V ordenó a los suyos que les persiguieran y los mataran. En 1529 en la Dieta de Espira, se ordenó que todo Anabaptista debía ser castigado con la muerte. Se reunió en Homburgo en 1536 una Dieta compuesta de reformadores de Alemania y sus secuaces tanto en la Iglesia como en el Estado. Lutero y Melancthon estuvieron presentes. Ese cuerpo sancionó el castigo capital como el que las autoridades civiles deberían emplear para los Anabaptistas. En el principio de la Reforma, los primeros que sufrieron el martirio en Alemania fueron Hans Kotch y Leonardo Meyster, a los cuales fue dada muerte en Augsburgo en 1524. Se decía que eran descendientes de los Waldenses de Bohemia y Moravia, y encabezan la lista de mártires anabaptistas. Miguel Salter, quien había sido monje, fue martirizado en 1527, porque se identificó con los Anabaptistas y se casó. Le mataron de una manera bárbara, cortándole primero la lengua y lacerando su cuerpo con pinzas candentes, y después le quemaron en la hoguera.

Leonardo Schoener, un monje descalzo, se disgustó con la hipocresía e impudicia de las órdenes monásticas, y se hizo Anabaptista, bajo el ministerio de Hubmaier. Era hombre educado. Después de haber atravesado Baviera predicando, fue degollado y después quemado en Rotenburgo en 1528. Hans Schloffer, después de sufrir una tortura cruel, fue interrogado por el sacerdote sobre el asunto del bautismo infantil, al cual contestó «que primero debemos predicar la palabra y bautizar sólo a los que la oyen y entienden y la creen y reciben. Este es el verdadero bautismo cristiano y no el bautismo infantil. El Señor en ninguna parte manda que se bauticen a los infantes».

En Alzey hubo una matanza de Anabaptistas en 1529. Tres cientos cincuenta fueron encarcelados y literalmente fueron entregados al verdugo como ovejas se llevan al matadero, tan aprisa como éste los pudo matar. Los que esperaban su turno cantaban hasta que el verdugo venía para llevarlos. En este lugar—Alzey—nueve hermanos y tres hermanas fueron encarcelados y cuando rehusaron renunciar su fe fueron matados, los hombres por la espada y las mujeres ahogadas. Una hermana vino a consolar a las mujeres mientras que estaban en la prisión y les exhortó a ser firmes a despecho de sus sufrimientos y por el gozo eterno que les esperaba. Por esta visita—por haber confortado y fortalecido a los santos perseguidos—fue quemada en la hoguera.

Dos niñas fueron aprehendidas en Bamburgo, poco tiempo después de su bautismo, y después de ser cruelmente torturadas con el fin de obligarles a retractarse, fueron quemadas. Mientras iban a la hoguera, sus atormentadores colocaban en sus cabezas coronas hechas de paja, y una de las niñas dijo a su compañera: «Nuestro Salvador llevó por nosotros una corona de espinas, y ¿no llevaremos por él estas coronas que no nos hacen daño? y además pronto él nos coronará de coronas de oro».

Entre los cristianos condenados al martirio en Saltzburgo, hubo una hermosa señorita de dieciséis años de edad. Aun los corazones de sus verdugos fueron conmovidos, y después de procurar en vano persuadirla a retractarse, el verdugo la llevó en sus brazos a un abrevadero que estaba cerca, y sumergiendo su cabeza en el agua, la mantuvo allí hasta que ella murió.

Cornelius, un escritor católico romano de esa época dice acerca de aquellas persecuciones lo siguiente:

«En Tirol y Gorz, el número de los que fueron ejecutados alcanzó a mil; en Ensisheim, seis cientos; en Linz setenta y tres fueron matados en seis semanas. El Duque Guillermo de Baviera superó a todos los demás y decretó que degollaran a los que se retractaban y quemaran a los que rehusaran retractarse. En la mayor parte del Norte de Alemania las persecuciones fueron como la caza desordenada y violenta. La sangre de estas pobres gentes corría como agua; y así clamaron al Señor por el socorro; pero centenares de ellas de todas edades y de ambos sexos, soportaron las agonías de la tortura sin murmuración desdeñando rescatar su vida con la recantación, y salieron al lugar del suplicio llenos de júbilo y cantando salmos».

Los Anabaptistas aparecieron en Suiza en 1523. Según Erasmo eran numerosos en ese país en 1529. Tuvieron que sufrir a manos de los Reformadores. El primer decreto les impuso una multa y fue promulgado por el Senado en Zurich, uno de los Cantones, en 1525. En 1526 otro fue promulgado señalando la muerte como el castigo del Anabaptismo. Prohibió el bautismo de adultos e hizo obligatorio el bautismo de niños.

En 1527 Félix Mantz fue ahogado en Zurich, Suiza. Había sido, en una época, amigo de los Reformadores suizos, pero cuando empezó a predicar a las multitudes que el bautismo infantil y una iglesia compuesta de miembros no regenerados eran anti-bíblicos, y que los creyentes eran los que se debían bautizar, fue encarcelado por ellos. Sus últimas palabras eran: «En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu».

De Baltazar Hubmaier decían que era «el hombre más elocuente en Europa». Tradujo los Evangelios y las Epístolas al idioma de los Alemanes, antes de que se publicara la traducción de Lutero. Era amigo de los Reformadores, con especialidad de Zuinglio, pero llegó a rechazar el bautismo infantil, y procuró persuadir a Zuinglio a rechazarlo también, y como no pudo convencerle, se identificó con los Anabaptistas y fue bautizado con cien más. No mucho después él bautizó a tres cientos previa su profesión de fe. Lo arrestaron y lo encarcelaron en Zurich, y exigían que se retractara. En una ocasión un gran concurso ocurrió a la gran iglesia de los leaders, y Zuinglio y sus compañeros estuvieron presentes para oír su retractación. Esperaban silenciosamente para oírle condenar al anabaptismo, pero cuando abrió su boca fue para reafirmar que el bautismo infantil no estaba autorizado por la Palabra de Dios. Su voz fue sofocada por el tumulto del pueblo, y se oía la voz de Zuinglio en el clamoreo. Habían argüido con él en la prisión, y le habían aplicado la tortura de la rueda, para convencerle que estaba en el error, pero no quería negar la verdad, de modo que lo devolvieron a la prisión. Se dice que se retractó después y le fue dada la ciudad de Zurich por cárcel, pero pronto escapó; mas no lo dejaron libre para predicar a Cristo por mucho tiempo, porque le arrestaron de nuevo, le llevaron a Viena, donde fue quemado el 10 de marzo de 1528. Al mismo tiempo su devota esposa fue ahogada en el Danubio. Las últimas palabras de Hubmaier fueron: «Con gozo muero para poder llegar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Su esposa le exhortaba a la constancia.

Luis FIetzer era otro amigo íntimo de Zuinglio, antes de adoptar los principios anabaptistas. Tradujo una parte de las Escrituras. Fue degollado en Constanza en 1529. Su muerte fue gloriosa, aun sus enemigos quedaron sorprendidos al ver su serenidad, su caridad, su valor y su fe, y declararon: «Jamás se ha visto una muerte semejante en Constanza».

El 30 de Marzo de 1531, Sicke Snidjer, o Snyder, (un pobre sastre, como su nombre significa) fue condenado, como dicen los apuntes de la corte, «a ser matado por la espada; su cuerpo será puesto en la rueda y su cabeza puesta en una estaca, porque se ha rebautizado y persevera en dicho bautismo:» todo lo que fue hecho debidamente. Pero la sangre de este pobre mártir era la semilla de la iglesia. Oyendo de su martirio, Menno Simons colgó los hábitos y se hizo Anabaptista, siendo re-bautizado sobre una profesión de fe en 1536. Fue un evangelista itinerante, era un gran predicador, grandes multitudes le escuchaban, ganó muchos adherentes y escribió varias obras importantes. Le persiguieron por todo West Friesland y pusieron a precio su cabeza. Ofrecieron el indulto a los malhechores y asesinos, la libertad, el favor del Emperador y cien carlgulden si lo entregaban al juez criminal. Después de escapar repetidas veces casi milagrosamente, al fin murió en paz en la hacienda de un noble bondadoso que viendo los sufrimientos de los Anabaptistas y observando su nobleza de carácter, los invitó a refugiarse en su hacienda donde les protegía. Muchos aceptaron su oferta generosa y a poco iglesias enteras vivían allí en paz y prosperidad. Aquí, Menno pasó la última parte de su vida, enviando a los países cercanos la palabra escrita de vida, y aquí murió en enero 13 de 1559.

Menno, como hemos visto ya, era el fundador de los Menonitas, que se contaban entre los antecedentes espirituales de los Bautistas modernos.

En Inglaterra, cosa de 1400 fueron quemados en la hoguera durante un período de 212 años. De estos, el primero fue Guillermo Sawtre, en 1400, y el último Eduardo Wightman, en abril 11 de 1612. Ambos eran Bautistas, como también lo eran muchos de los 1400 mártires. Treinta y un Bautistas que habían huido de Inglaterra, fueron dados muerte en 1539. El Obispo Latimer, en un sermón predicado ante Eduardo VI, al referirse a los sucesos del reinado de Enrique VIII, dijo: «Los Bautistas fueron quemados en diferentes partes del reino, y murieron con gran valor». Entre los que sufrieron se contaba Joan Boucher de Kent, que fue quemada en la hoguera, en 1550. Leía mucho la Biblia y se ocupaba constantemente en la distribución del Nuevo Testamento de Tyndale. En 1548, Humphrey Middleton, Enrique Hart, Jorge Brodebridge y Coal con unos 160 miembros de su congregación fueron arrestados. Dice el Dr. Cramp: «Es claro que eran Anabaptistas», y cita a Strype como diciendo que «eran los primeros que se separaron de la Iglesia Reformada de Inglaterra, habiendo formado congregaciones propias». Middleton fue detenido en la prisión, y después fue quedado durante el reinado de María, la sangrienta.

En 1575, Juan Pieters y Enrique Terwoort fueron quemados. Terwoort era un joven de unos veinticinco años de edad y era recién casado. Pieters era anciano y tenía nueve hijos que dependían de sus trabajo para su manutención. Su primera esposa había sido martirizada en Gante en Flandes; y su segunda esposa era la viuda de un mártir. Se les decía a sus perseguidores esto y se les pedía permiso para que Pieters y su familia dejaran el país; pero todo fue en vano. El viernes, 22 de julio de 1575, los sacaron para matarlos. Mientras los ataron a la estaca, Pieters dijo: «Los santos profetas y también Cristo nuestro Salvador, han pasado por este mismo camino delante de nosotros, aun desde el principio hasta la actualidad». Uno de los predicadores Protestantes que estuvo presente, dijo: «Estos hombres no creen en Dios». Pieters contestó: «Creemos en un Dios, nuestro Padre Todopoderoso, y en Jesucristo, su Hijo». Antes de prender fuego les ofrecieron perdonarles la vida si sólo renunciaban su fe; pero contestaron: «Habéis trabajado mucho para obligarnos a seguir con vosotros, pero ahora, aun en la hoguera, es labor vana». Cuando vieron que preferían morir antes que abandonar su fe, prendieron fuego y estos dos fieles testigos de la verdad fueron quemados a cenizas. El último Bautista, como he dicho ya, y la última persona que tuvo que padecer la muerte en la hoguera en Inglaterra, por sus convicciones religiosas, fue Eduardo Wightman, en 1612. Pero muchos sufrieron de otras maneras.

En 1661 Juan James fue arrastrado de su púlpito por la fuerza brutal, acusado por testigos sobornados de traición al rey que su congregación declaró no ser cierto, fue sentenciado a ser ahorcado, desentrañado y partido en cuatro partes. Su muerte fue gloriosa. Fue arrastrado en una especie de serón a Tyburn, donde le fue dada muerte. Se portó con serenidad, era paciente y misericordioso y exhortó a los que estaban en su derredor. Sus últimas palabras eran: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

Se promulgaron leyes muy molestas para los Bautistas, tales como una que se promulgó en 1662, «para obligar la uniformidad en la religión y para destituir a todos los ministros de las iglesias establecidas que no podían dar su sincero consentimiento y aprobación a los artículos de la Iglesia de Inglaterra, y a todo lo que el Libro de Oración contenía, y también que no jurarían que era ilícito en todas ocasiones armarse contra el rey». Los Bautistas tenían que sufrir a causa de esta ley. Algunos fueron sentenciados a muerte, pero el rey Carlos II los perdonó. La ley del Conventículo, promulgada en 1664, prohibió a toda persona de más de dieciséis años de edad de estar presente en cualquiera reunión cuyo fin era la adoración religiosa, en que esta se efectuara de otra manera que la prescrita por la liturgia de la Iglesia de Inglaterra». En conformidad con esta ley muchos fueron multados, encarcelados o desterrados por su fidelidad a sus convicciones religiosas.

¿Y que más diré? Porque el tiempo me faltará contando de Daniel Defoe, Tomás Dulaune, Francisco Barnfleld, Vavasor Powell, Juan Bunyan, Enrique Dunster, Juan Clarke, Obadías Holmes y muchos otros que por estos principios bautistas y su fe en Jesucristo «ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños» (Heb. 11:33, 34), y por causa de estos principios bautistas, «otros experimentaron vituperios y azotes; y a más de esto prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Heb. 11:36-38). «Por tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús» (Heb. 12:1, 2).

EL ATALAYA BAUTISTA

Publicado en 1919

5 comentarios sobre “Mártires bautistas”

    1. Creo que la historia de los cristianos bautistas es importante porque nos dan el impulso para ser fuertes cuando vienen pruebas claro que tenemos a Cristo quien nos da las fuerzas y su bendicion pero los martires bautistas me inspiran a predicar y defender ardientemente la doctrina de la palabra Dios

  1. Vale la pena echar un vistazo a nuestra historia bautista y así valorar lo que hemos heredado en nuestra amada denominación, y, dados esos ejemplos de firmeza en la fe cristiana, sigamos viviéndola libres de tradiciones y costumbres que se opongan a las enseñanzas de Dios, escritas en la Bilbia. Fraternalmente en Cristo.

  2. Que gozo me da saber de las convicciones biblicas , la fidelidad y la firmeza de nuestros antepasados bautistas, pero me da tristeza, el torsido camino que llevan hoy muchos hermanos bautistas, por eso ahora ha tenido que suirgir el nombre: «Bautista fundamental» tengo la dicha de ser uno de estos.

  3. Saludos cordiales!
    No sabía que los protestantes y reformadores persiguieron a los anabaptistas y los martirizaron…acaso esto no fue entre cristianos???

    Tremendo…y por diferencia de apreciaciones en el bautismo…

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