Peligros que resultan de la opulencia

Muchos son los jóvenes que sueñan con la opulencia y comodidad que tendrán cuando lleguen a ser ricos. Para ellos, ser rico es la recompensa más grande de la vida. Joven, «¿Has de poner tus ojos en las riquezas… ? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo». (Proverbios 23:5)

José tuvo la prudencia suficiente para vivir con opulencia sin ser arruinado por ella. La hermosa historia de como José pasó, casi de un día al otro, de ser un convicto a ser uno de los más ricos, se encuentra en Génesis 41:14-44. Favor de leerlo.

La opulencia puede ser una gran bendición o una maldición. Todo depende de la manera de manejar las riquezas. Entre los grandes peligros que la opulencia trae están los siguientes:

Muchas veces la opulencia contribuye a la indolencia. Muchos piensan que un joven es muy favorecido en tener padres ricos. Puede ser, pero, a su vez, la opulencia de los padres puede contribuir a su ruina. Si él recibe todo lo que quiere con tan solo pedirlo, él no aprenderá lo que es trabajar y ahorrar para tener bienes materiales. El llegará a ser indolente. El hará lo que quiera cuando quiera porque no tendrá que preocuparse por sus necesidades del día de mañana. A veces los padres ricos sufren una gran desilusión porque sus hijos no tienen ganas de estudiar y preparase para ser útiles en la vida. Son tan indolentes que no tienen la autodisciplina necesaria para cumplir con sus estudios. Su vida consiste únicamente en fiestas y estar a la moda.

Junto con la indolencia hay vicios. El joven rico tiene mucho tiempo libre y dinero para satisfacer cualquier deseo. Casi todo está a su alcance y dice, «No veo ninguna razón para negarme a esta experiencia». Sus contemporáneos dicen que él es tonto porque no disfruta de bebidas alcohólicas, drogas, sexo libre, etcétera. Joven, el hecho de que algo esté a tu alcance no quiere decir que está bien. El joven rico necesita más dominio propio que el joven pobre. A veces el joven con grandes recursos piensa que no tiene que hacer caso a la ley. Si pasa algo, él puede arreglarlo con un soborno. Es lamentable que muchas veces esto es posible pero no quiere decir que sea justo.

La opulencia hace posible también que el joven viva con obstinación. Su orgullo exige que tenga lo mejor. Está a su alcance ser ostentoso en cuanto a su ropa. Si una camisa o un pantalón no está de moda, no le sirve. Puede ser extravagante también en comprar lo más moderno en equipos de audio, juegos de computación, etc. En vez de usar su dinero para el bien de los demás, él malgasta todo en sí mismo. Así él vive con la culpa de lo que dice en I Juan 3:17: «Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra el su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en el?»

Un peligro para el joven creyente que es rico es el de olvidarse de Dios. El no tiene que pedir su pan diario a Dios. El no necesita de Dios. El puede vivir independientemente. Es tan fácil para él olvidarse de que todo lo que tiene viene de la mano bondadosa de Dios.

Joven, espero que entiendas que ser rico, en sí, no está mal, pero te pone en grandes peligros. Muchas veces es por su misericordia que Dios retiene las riquezas de nosotros. El sabe que nos arruinarían. A mí me gustaría que reflexiones más sobre las riquezas buscando en tu Biblia los siguientes versículos: I Timoteo 6:9-10, Santiago 5:1, Proverbios 30:8, Lucas 12:15 y Hebreos 13:5.

 

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