Para que un israelita redimiera a otro que había sido vendido como esclavo, tenía que tener la autoridad, la capacidad y el deseo de hacerlo. Cristo cumplió estos requisitos al traer la salvación a los hombres.
Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho…