La vuelta del Rey: tres importantes preguntas sobre la segunda venida

En la Iglesia Primitiva, los cristianos esperaban con gozo la venida de Cristo. Su respuesta a la palabra «He aquí yo vengo presto» era un alegre «¡Ven Señor Jesús!» Pero pronto esta manera de pensar fue reemplazada por otra, caracterizada por el temporal día del juicio. Y a la vuelta del Señor se la consideró como «día de ira y día de llanto», y los hombres comenzaron a orar pidiendo que el Señor tardara su venida.

«La tercera etapa -decía el doctor Matthews- es la que prevalece en la actualidad cuando muchos cristianos si piensan alguna vez en la Segunda Venida, la consideran como una interesante reliquia de la manera de pensar de las épocas precientíficas.»

LA DOCTRINA ES IGNORADA

El Dean [W. R. Matthews] tiene razón. Los cristianos profesantes por lo general ignoran la doctrina de la Segunda Venida o piensan muy poco acerca de ella; y en vista de este hecho creo que hay tres preguntas que tenemos que considerar.

La primera es: ¿Tiene importancia la Segunda Venida? ¿Importa o no que creamos en ella?

En segundo lugar: ¿Es razonable que creamos en ella? ¿No presenta dificultades insalvables para el creyente pensador?

La tercera pregunta es: ¿Es un asunto práctico? ¿No es la venida del Señor un asunto de especulación y fantasía apartado de las realidades de la vida diaria?

Vayamos entonces a nuestra primera pregunta, que como las demás, será examinada a la luz del Nuevo Testamento.

¿Es importante que creamos en la Segunda Venida? ¿No podemos descartar este artículo del Credo si lo encontramos difícil o inaceptable? La respuesta a esta última pregunta es, sin lugar a dudas: No. La Segunda Venida es importante. Importa, porque es parte integrante del evangelio cristiano, y lo ha sido desde el principio. No es algo que haya sido agregado por la Iglesia en fecha posterior. Es un elemento esencial de la fe apostólica. Se encuentra firmemente enclavado en el Nuevo Testamento, en las enseñanzas del Señor y en los escritos de los apóstoles. Alguien ha afirmado que hay más de 300 versículos del Nuevo Testamento que tratan del asunto. Confieso que nunca me he tomado el trabajo de verificar esta declaración, pero puedo creer que es cierta. Y es por ello que tiene importancia y no puede ignorarse la doctrina de la Segunda Venida.

Por supuesto, si la doctrina no formase parte integrante de las enseñanzas del Nuevo Testamento, podríamos echarla por la borda junto con las demás tradiciones que se han agregado al evangelio a través de los siglos. Pero no podemos hacerlo. La Segunda Venida es tan destacada en el Nuevo Testamento que no se puede ignorarla. Es revelada con tanta claridad, que no se puede suprimirla mediante explicaciones. La Segunda Venida del Señor es una parte tan integrante del mensaje apostólico, como lo es su primera Venida. Una venida ya se ha realizado; la otra se va a realizar. Pero ambas son hechos de la revelación divina, y la primera es la garantía de la segunda.

UN EVANGELIO INCOMPLETO

Esto quiere decir que descuidar o rechaza r la doctrina de la vuelta de Cristo es quedarse con un evangelio incompleto, y convertirse en un cristiano incompleto. Menciono este punto en forma particular, porque hay gente bien intencionada que sostiene que ya que la Segunda Venida ha sido predicada por tantos excéntricos y fanáticos, ha resuelto no ocuparse de ella, para no perder su equilibrio mental. Por cierto que entiendo hasta cierto punto esta manera de pensar, pero me veo obligado a añadir que no hay ningún medio más seguro de perder el equilibrio que al no aceptar la plenitud de la enseñanza revelada en las Sagradas Escrituras. Para ser un cristiano «total», usted debe aceptar la totalidad de la fe, y sin duda alguna el regreso de Cristo en poder y gloria es parte integrante de ella.

Pasemos ahora a la segunda pregunta. ¿Es razonable la Segunda Venida? Si bien reconocemos que es parte del Nuevo Testamento, ¿no es cierto que debemos reconocer que presenta dificultades muy grandes para el pensamiento moderno? ¿Puede una persona inteligente creer que Jesucristo va a volver, y que al final de la historia Dios mismo ha de intervenir en forma dramática en los asuntos humanos?

La pregunta yo la contestaría de este modo. Desde el punto de vista intelectual, no es más difícil creer en la Segunda Venida de nuestro Señor, que en la Primera. ¿Por qué? Porque ambos son sucesos sobrenaturales. No hay nada en la Segunda Venida que sea más milagroso que lo acontecido cuando el Señor se encarnó y habitó entre nosotros.

Por supuesto, si no estamos listos para aceptar lo sobrenatural, no podremos aceptar la creencia cristiana en el regreso de nuestro Señor. Pero es cierto también, que si no podemos aceptar el cristianismo en ninguna forma.

SUCESOS MILAGROSOS

Toda la historia evangélica desarrollada en el Nuevo Testamento está llena del elemento milagroso. Comienza con el milagro de Belén, la maravilla estupenda de la Encarnación. ¿Cómo podía Dios tener un hijo? ¿Cómo podía Dios hacerse hombre? Y en el terreno moral, la existencia sin pecado de Cristo era un milagro tan grande como lo fue en el terreno físico su nacimiento de una virgen. Todo su ministerio fue un milagro. Si eliminamos lo milagroso, no podremos explicar las obras ni las palabras del Señor.

Los esfuerzos modernos para quitar el elemento sobrenatural de los evangelios han fracasado. Es parte integrante de la historia de Cristo.

Ahora bien: si tenemos fe suficiente como para aceptar lo que dice la Palabra de Dios acerca de la primera venida de Cristo, debemos tener suficiente fe para aceptar, avalado con la misma autoridad, las cosas maravillosas que son dichas acerca de la vuelta del Señor en majestad para reinar. En realidad, debería ser más fácil creer lo segundo que lo primero. Pues en su primera venida el Señor obraba, por así decirlo, en contra de su naturaleza. Cubría su divinidad y se humillaba para ser hombre. Pero cuando vuelva, será con gloria y potencia, rodeado de las huestes celestiales. Estará obrando de acuerdo con su naturaleza, y le veremos como él es. A mí me parece que lo que hace falta no es más fe, sino más honestidad. . . y un poco más de sentido común.

Ahora debemos considerar la tercera pregunta. Aun aceptando que la venida del Señor tiene apoyo escritural y que no sea menos razonable que la Encarnación, debemos preguntarnos si tiene alguna importancia práctica, y si tiene alguna relación con nuestra vida y conducta cristianas en la actualidad.

La respuesta es una afirmación rotunda. Desde el punto de vista bíblico, la Segunda Venida es un asunto muy práctico. Por desgracia, es frecuente, y especialmente en los tiempos modernos, que el asunto degenere hasta ser un tema para la especulación ociosa y las controversias estériles. Los hombres han perdido el tiempo discutiendo sobre detalles de interpretación sin importancia, y han trazado complicados diagramas, programas y hasta calendarios, llegando hasta la necedad de fijar fechas.

Pero en la Biblia misma, la creencia en el regreso de nuestro Señor está muy alejada de todas estas especulaciones. Siempre está unida con las cosas prácticas de una vida santa, una conducta consecuente, un testimonio fiel, y un servicio que llega hasta el sacrificio.

Nuestro Señor, en las parábolas que hablan de su venida, repetidas veces habla de ésta como un reto a que velemos y obremos. Debemos vivir con nuestros lomos ceñidos y lámparas encendidas, y ser «semejantes a hombres que esperan a su Señor» (Lucas 12:35-40). La venida de Cristo es pues una esperanza que da energías. Creo que fue D. L. Moody que dijo que desde el momento en que creyó en la vuelta del Señor, trabajó dos días por cada día que había trabajado antes.

San Pablo habla acerca de la Venida como de una esperanza y un llamado a las armas. «La noche ha pasado, y ha llegado el día», exclama. ¿Y entonces qué? «Echemos pues las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz» (Rom. 13:12). Es decir, preparémonos para la lucha.

El pasaje tan bien conocido de 1 Tesalonicenses 4:13-18 nos recuerda que la Venida del Señor es una esperanza de consuelo en tiempos de tristeza. El apóstol Juan habla de ella como de una esperanza purificadora: «Y cualquier que tiene esta esperanza … se purifica, como El también es limpio» (1 Juan 3:3). Empleando términos parecidos, el apóstol Pedro pregunta: «¿qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones, esperando y apresurándoos para la venida de Dios?» (2 Pedro 3:10, 11).

Podríamos fácilmente multiplicar las citas de esta clase. En realidad, sería un ejercicio muy provechoso examinar todas las referencias a la Segunda Venida, y notar cuidadosamente sus consecuencias prácticas.

No es cuestión de pagar tributo con nuestros labios a este dogma como artículo de fe de nuestro credo ortodoxo, sino asunto de una vida santa dedicada al Señor que pronto viene, y de la calidad del servicio que le ofrecemos en preparación de su regreso.

Pensamiento Cristiano, 1959

Deja una respuesta

Deje un comentario respetuoso. Tome en cuenta que esto no es un foro de debates, y no todos los comentarios son aprobados.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *